La camelina es un cultivo que tiene miles de años, oriunda de la región del este de Europa. Hasta hace pocos años era desconocida para el sector agrícola mundial, y en Argentina el antecedente familiar más cercano que se siembra es el de la colza. Si bien comparten una raíz ancestral, son bien distintos en su uso: La camelina se expandió en el escenario agrícola para elaborar con su fruto biocombustibles para la aviación, mientras que la colza compite con desventaja ya que su aceite es comestible, perdiendo lugares en la batalla de los cielos.
Claro que este crecimiento no fue azaroso ni se dio naturalmente, sino que quienes la pusieron en el mapa agrícola fueron unos europeos que la evaluaron en ese potencial energético, y desde ahí están haciendo mejoramiento genético para atravesar las distintas vicisitudes que se dan en las regiones agrícolas.
Los que hicieron punta en esto fueron los españoles de Camelina Company, con Yuri Herreras a la cabeza. En un recorrido que llevó más de 15 años, hoy la camelina llegó a Sudamérica para sembrarse con ese fin energético, y cuenta en Argentina con más de 30 mil hectáreas.
El área destinada a la siembra de camelina en Argentina es incipiente, o insignificante si se compara con las hectáreas que se implantan de soja, maíz o trigo. Incluso si se compara con su prima mayor la colza. Aun así, el crecimiento en números es grande, y esta campaña tiene otra particularidad: en los campos argentinos se está cosechando la primera camelina 100% nacional, es decir, de genética pensada para nuestras pampas. Es por eso que esta campaña 2024 quedará en la historia: no por las hectáreas, sino por argentinidad.
En nuestro país, que las semilllas de camelina lleguen a los productores es en gran medida culpa de Juan Lavagnino, responsable de MacroSeed, empresa de LDC que se dedica a la comecialización de las simientes que desarrolla Camelina Company. Al respecto, el especialista comenta a este medio: “Arrancamos con el cultivo de camelina el año pasado, en 2023, donde hicimos una importación de semilla desde Estados Unidos. Como teníamos producción de algunas variedades en Estados Unidos, y se hizo la importación de semilla, lo que hicimos el año pasado también es generar semillero acá en Argentina, para tener la producción de lo que estamos viendo ahora, que es toda producción hecha 100% ya en Argentina”.
Este granito chiquitito, tiene un 40% de aceite que se puede extraer para generar biocombustibles. Entonces, los desafíos genéticos pasan a tener una relevancia muy importante, porque la demanda de semillas para sembrar crecerá, y también la demanda de cultivos específicos para Argentina.
Es por esto que ante el micrófono de Bichos de Campo, Lavagnino asegura: “Por el lado de Camelina Company y todo el trabajo a nivel genético, están haciendo un trabajo fenomenal. Trabajan en tolerancia a herbicidas, lo cual es clave en Argentina y Brasil, por el uso intensivo de herbicidas en los cultivos antecesores”.
Además, Lavagnino anunció que hoy las líneas de trabajo van por el lado de lo sanitario: “También desarrollamos líneas comerciales, multiplicamos semillas, hacemos pruebas de curado con productos para proteger contra hongos, y trabajamos en el peleteo. Todo esto no existía y lo estamos formando desde cero”.
Mirá la entrevista completa con Juan Lavagnino:
Respecto de las empresas que vienen a Argentina a impulsar estos cultivos, Lavagnino cuenta: “Gran parte de nuestro trabajo acá en Dreyfus, después de hacer el crushing de este grano para generar aceite, es justamente aprovechar ese valor oleaginoso. Entonces, se empezó a estudiar el cultivo. Camelina Company empezó a trabajar hace 15 años, al igual que Sustainable Oils, que está en Estados Unidos, con mejoramiento genético. Hoy tienen programas en España, Montana (EE.UU.), y, desde hace dos años, en Pergamino (Argentina). Este último está a cargo de Darío Girotti, que es el *breeder* de camelina para Latam. Hoy tenemos un programa realmente robusto, el mayor a nivel global en camelina, y nos da variedades como las que podemos ver acá, con gran potencial de rinde”.
El comienzo del camino recién se empieza a dibujar para la camelina en nuestro país, y es por eso que muchos aun dudan de sembrarla. Entre la lista de razones se encuentran los rendimientos, el manejo y el desconocimiento.
Sobre este año donde se sembró camelina argentina por primera vez, Lavagnino aseguró que en zona núcleo los rendimientos fueron buenos, pero donde hubo mayor aporte de agua, fueron excelentes.
“En esta zona núcleo viene muy bien. Acá tenemos camelinas que pueden rendir entre 1.500 y 2.000 kilos por hectárea, un muy buen potencial. El año pasado alcanzamos hasta 2.660 kilos en Pergamino. El promedio en esta zona fue de 1.700 kilos, aunque más al oeste fue menor por falta de agua. Aunque es rústico y se hace con poca agua, cuanto más agua y calidad de ambiente tenga, mejor será su rendimiento”, aseguró.
Respecto a quienes no se animan aun a sembrar camelina, el responsable de MacroSeed aconseja: “Que prueben con un lote pequeño. Camelina compite con barbecho, no con trigo o cebada. Es un cultivo sencillo, lo sembrás con una máquina de fina y lo cosechás con cosechadora convencional. El 95% de los productores que la sembraron el año pasado repitieron y aumentaron la superficie, lo que muestra que no es complejo. Hay que prestar atención a la siembra por el tamaño del grano, pero después es muy fácil de manejar”.
Otra de las razones que lleva a que no se vuelquen las decisiones de siembra sobre la camelina, tienen que ver con las fechas, y la posibilidad de hacer cultivos de verano tranquilamente. Sobre eso, Lavagnino resume: “No hay problemas para ir a soja de primera después, porque deja un rastrojo muy liviano, con lo cual va sembrando atrás de la cosechadora sin problema”.