Prometimos más historias de vida de mujeres ligadas al campo y la ruralidad. Y las encontramos, pese a la cuarentena, más laboriosas que nunca. Teresita Ezquiaga es una Bicha de Campo bien completa, que además de ser médica veterinaria egresada de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) también trabaja como periodista agropecuaria y como docente en la secundaria 1 de su ciudad bonaerense, Castelli.
Con 39 años, Ezquiaga maneja un campo familiar de cría en la zona de la Cuenca del Salado, ubicado en el paraje Cerro La Gloria, a unos 45 kilómetros desde Castelli por camino de tierra, en el que vive junto a sus padres. “Una vez recibida de veterinaria, me aboqué al campo familiar junto a mi hermano, y desde 2011, estamos al frente, tratando de sacarlo adelante”, cuenta.
En cada relato que comparte con Bichos de Campo, Teresita deja traslucir su pasión por ese ámbito que la vio crecer. “Yo tengo un sentimiento muy fuerte por la ruralidad. A los 10 años ya conocía las especies forrajeras de mi zona, como festuca, melilotus, cebadilla, trébol y pasto llorón; así que para cuando empecé la facultad ya las conocía”, cuenta orgullosa.
Teresita realiza la cría, recría y terminación a pasto de los novillos que produce en su campo. “A lo mejor el ciclo completo no resulte la actividad más rentable, pero decidimos llevarlo adelante con mi hermano, por razones comerciales, porque así podemos diferir los ingresos y mantener el valor del capital”, describe.
Más abocada por su profesión a controlar la sanidad del rodeo, Teresita se mueve como pez en el agua en sus recorridas diarias, en los trabajos generales de manga, y este trabajo, asegura, le permitió lograr índices productivos muy buenos en la cría.
“Llegamos a tener 80% de cabeza de parición en una primavera buena, 96% de preñez y novillos de menos de 2 años de 420 kilos a pasto. Pero cuando tuvimos un brote de tricomoniasis, una enfermedad venérea, que no sabemos de dónde vino, todos esos valores se vinieron abajo. Y después vinieron las sequías”, comenta la productora.
El lado B de Teresita es el periodismo agropecuario. Según describe, hizo una capacitación en el Circulo Argentino de Periodistas Agropecuarios (CAPA), y ese estudio la llevó a tener, hasta diciembre del año pasado, un magazine agropecuario en FM del Este, llamado “De buena semilla”, en el cual trataba de explicar a la gente de ciudad cómo es el día a día en el campo.
Además, y como hija de maestra rural ya jubilada, Teresita ama la docencia y enseña Biología en ciclo secundaria del mismo paraje Cerro de la Gloria, donde habita. “Es una extensión de la única secundaria que tiene Castelli, y tiene sus particularidades por estar en medio del campo”, relata Teresita.
Tere, como mejor la conocen, es tuitera de alma, y hace de su cuenta @MariaTerezk, seguida por poco más de 4.550 personas, una suerte de bitácora en donde relata su día a día en el campo, sus opiniones políticas y sus valores.
Haciendo caso a mi hermano, salí a “hacer domingo” 😊, y les traje regalos.
¿Cómo no amar el #campo? #DisfrutarLasCosasSimples pic.twitter.com/d7V1EPnRAy— 🐮Tere 😍 Just breathe (@MariaTerezk) June 21, 2020
-¿Cómo empezaste en Twitter?
-Fui ateneísta de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), en donde hicimos varias campañas nacionales. Una de ellas fue la de #CaminosRurales, y para participar de modo más activo me creé una cuenta. Pero el disparador también fue una serie de problemas que tuve con terneros recién nacidos en mi campo, que sufrieron diarrea nenonatal. Entonces comencé a relatar los tratamientos alternativos que empleé para salvarlos. Así fue que gané varios seguidores.
Siempre trato de mostrar mi día a día; me gusta sacar fotos y explicar cosas que son cotidianas para mí, pero que quizás para otros no lo son. Las redes sociales me acercan mucho. Allí sigo a varias productoras, incluso de otros países. Llegué a conocer establecimientos de otros productores tuiteros, porque me encanta saber cómo producen. Es una linda red la que se arma.
– Ah… ¿O sea que viajaste a otros países a conocer otras experiencias productivas?
– (Entre risas) No. Todas mis vivencias son de campos en Argentina, ya que nunca salí del país. Mis amigos se ríen de esto, pero la realidad es que si pudiera, me encantaría viajar a Australia o Nueva Zelanda solo para conocer ganaderos de allí, o bien viajar al País Vasco, donde tengo mis orígenes familiares del lado de mi papá. Me encantaría conocer otras ruralidades.
-¿Notás que haya influencia de los agro-tuiteros en el agro?
-La verdad es que yo no lo noto. Lo que sí percibo es mucha influencia en el acceso a los asesores o especialistas, debido a que uno puede hacer una consulta acotada y siempre hay alguien dispuesto a responder.
– Sin embargo, vos llegaste a marcar tendencia en Twitter con el hashtag #martesdeterneros. ¿Cómo fue eso?
-Empezó como una broma y terminó viralizándose porque muchos productores ganaderos, tanto de Argentina como de Uruguay, empezaron a compartir ese hashtag para mostrar la pasión que sentían por su trabajo. Y se sigue nutriendo al día de hoy de hecho. Me encanta conectar a la gente de ciudad con lo que pasa en el campo.
Qué lindo se puso este #MartesDeTerneros!! Aquí va la mía, con ese rayo de sol que quiso, tímidamente, participar de la pintura, iluminando un montecito tapera 😊 pic.twitter.com/rGosD8Xw6J
— 🐮Tere 😍 Just breathe (@MariaTerezk) June 16, 2020
-¿Más allá de tu carrera de veterinaria, quién fue la persona que te enseñó todo del campo?
– Todo lo que aprendí fue de la mano de mi papá. Mamé el campo de chiquita, y de los 5 hermanos que somos, soy la que más andaba con mi papá en el campo donde nos criamos. Él me enseñó todo lo que sabía y yo estoy muy agradecida por eso.
Además, teníamos un vecino, Héctor, que era como un tío para nosotros. A veces trabajaba con papá, y también nos enseñó mucho.
– Me encanta hacer esta pregunta a cada Bicha de Campo ¿Sos de llevar las riendas?- (Se toma un rato para pensar) A Tere la gobierna la humildad, pero no esconde su temperamento firme y decidido.
-Soy de tomar decisiones, si eso responde tu pregunta. Pero si me comparo con otras mujeres que están a cargo de explotaciones agropecuarias, creo que me falta bastante todavía. Lo que no quita que he estado a cargo de todo el establecimiento familiar un tiempo, cuando mi hermano estuvo de reposo, y lo hice sin problemas. Hice mi laburo físico diario, más organizar los trabajos, más papeles, más estar a cargo de mis viejos, más la escuela y el programa de radio, que dejé de hacerlo en diciembre de 2019.
– ¿Cómo ves hoy el rol de la mujer en el campo?
-La mujer siempre fue muy fuerte, tanto en la casa como en el trabajo y también en el manejo del campo. Yo veo un laburo femenino a la par de los hombres. En mi zona hay historias de muchas mujeres que incluso hacen laburos duros.
De modo que yo no veo un machismo agresivo, al menos en mi zona. Cuando yo era chica, por ejemplo, ya iba la manga de animales, y sólo notaba la protección que me daban por los peligros potenciales a los que me enfrentaba. Desde chica yo quería ser veterinaria, y siempre en mi familia estuvieron de acuerdo en que hiciera todo lo que quisiera.
#MiFotoBang ¿? pic.twitter.com/EKBe6pDC6A
— 🐮Tere 😍 Just breathe (@MariaTerezk) June 17, 2020
– ¿De modo que notas equilibrio entre hombres y mujeres en el medio rural?
– Sí. Pero debo decir que sigo viendo prejuicios. Como veterinaria, noto que casi siempre, o por lo general, se prefiere elegir al hombre. Pero lo veo más como prejuicio que como machismo. La buena noticia es que hoy hay cada vez más mujeres integrando equipos de laburo y liderazgos en el campo.
La clave es el equipo, más allá de pensar en hombres versus mujeres. Puede haber reparos en una cuestión física, de fuerzas, pero en lo intelectual no debe ni puede haber diferencias. Todo depende de las ganas que una le ponga, y cómo logre imponerse. Por ejemplo, en los tambos se toman más mujeres por su labor más delicada en la tarea.
Más allá de todo, sigo notando preferencias por los hombres en algunos puestos de trabajo. Tengo igualmente relatos de mujeres, por ejemplo, del NOA, donde me cuentan que hay machismo. Por eso, es todo tan relativo… Una vez más, la clave pasa por no quedarte quieta, y salir. Salir al campo y a buscar las oportunidades. Yo creo que se logró muchísimo, en parte por la apertura de los hombres, pero mucho también por mérito propio de las mujeres.
-Más allá de que nunca hayas salido del país, analizás otras ruralidades en tus redes. ¿Qué diferencias encontrás con la de Argentina?
-La diferencia que encuentro entre el campo argentino y el de otros países es la libertad. En Argentina no tenés libertad para producir, y si la tenés, se hace con ciertos condicionamientos. Siempre te cambian las reglas de juego, como ahora con las retenciones. Yo no soy agricultora pero me pega también esta medida. A todos nos afecta en realidad. Mirar para otro lado es ser necio y tremendamente egoísta. Algo parecido pasó con los tambos; cuando estos estaban en crisis, muchos miraron para otro lado. Me molesta muchísimo eso.
Yo miro el caso de otros países, que tienen mucha más libertad de acción y de producción, por ejemplo, Australia o Nueva Zelanda, y es porque tienen reglas claras para producir. Nueva Zelanda es un país tambero por excelencia y maneja el mercado mundial de la leche en polvo. Otros países como España y Francia, tienen muchos subsidios, y aunque no son tan eficientes, valoro que ofrezcan ayuda a productores para mantener vigentes ciertas razas ganaderas, para que estas no se pierdan, porque sino, se dejan de criar para preferir otras más eficientes.
Acá en Argentina no podés progresar porque no sabés con qué te van a salir al otro día. Así, teniendo que remendar todo a cada paso, no podés progresar ni invertir, y sin embargo, tenemos inseminaciones, trasplantes embrionarios, la selección directa del animal, o sea, con servicio natural, tenemos las técnicas de pastoreo rotativo, y pastoreo racional, pero todo se complica porque no podés invertir.
Tenés que sobrevivir directamente. Esto lo digo como productora ganadera neta y real, porque no es que vivo de otra cosa. No es que soy abogada y tengo un campo y lo mantengo porque me gusta el campo.
Nunca podés levantar cabeza en este país porque no hay una estabilidad que te permita planificar a largo plazo para hacer eso que vos sabés. A veces terminamos haciendo cosas de las que me da vergüenza, porque no tenemos el dinero, o si lo tenemos, lo tuvimos que usar para darle al escribano por la sucesión, o porque tuvimos que contratar a alguien para trabajar la hacienda, o en remedios para mis viejos, que son mayores, o se rompió el tanque, y entonces, ese dinero que ibas a usar para hacer un alambrado nuevo, se posterga. Y ni que hablar de la locura en plata que pagamos en impuestos. Y tampoco podés vender cuando vos querés. Te doy el ejemplo con mis terneros. Si los tengo a contra estación, no los puedo vender porque al año siguiente me condenan con impuesto a las ganancias. Ese es el costo de producir en Argentina.
-¿Y qué cambiarías de la realidad agropecuaria argentina?
–Lo primero que pediría es que los gobiernos nos dejen vivir y trabajar en paz con nuestra producción. Además de dejar de tomar medidas opresivas, deberían sacar algunos impuestos. Ya con eso muchos podrían vivir mejor en el campo y el cambio sería gigantesco, pero no tengo muchas esperanzas de que eso pase, porque el Estado se nutre de la producción agropecuaria y agroindustrial. La mayoría de los Gobiernos entran para vivir de eso y no para cambiar la vida de los demás.
Sí me parece muy importante hacer política, y que haya participación de parte nuestra en diferentes entidades que nos representen. En su momento yo lo hice, pero hoy estoy más alejada. Esto no necesariamente es política partidaria, con la cual, por cierto, tengo mis reparos, porque, por lo que veo, el componente ideológico de esta siempre le hace mal al campo. Es tan gigantesco el Estado argentino, que, aunque ingresen uno o dos agro diputados no cambiará la ecuación. Además, los representantes del campo, suelen venir sin carrera política y no tan sucios; entonces tienen poco con qué negociar.
La política argentina es una podredumbre tremenda. Muy difícil entrar a ella sin mancharte. Pero reafirmo que hay que participar de las instituciones y hay que hacer política, porque de lo contrario, ¿De dónde sacás una ley que te beneficie? ¿Cómo hacés lobby para que no pongan retenciones tan altas? ¿Cómo hacés para explicar la importancia de la producción de tu región si no hacés política?
Otra cosa que me gustaría cambiar, pero que veo imposible, es la propia discriminación que hay intra campo. Hay muchos que se burlan del que no tiene instrucción, por ejemplo, del que no terminó el secundario. No me parece un parámetro, porque, aunque no tenga esa instrucción, puede ser una persona educada y autodidacta, que aprendió el oficio y su producción. Todavía hay mucha falta de respeto y diferencias en el trato, y me duele.
-¿Cómo trabajás en tiempos de cuarentena?
-Hoy el trabajo lo hacemos entre tres, con un hermano y una hermana, con lo cual el día a día se hace mucho más fácil. Los trabajos que habitualmente concentramos a comienzos de otoño, se nos atrasaron un poco, debido a que también tuvimos sequía la primavera y verano pasados. Normalmente hacíamos la castración de machos hacia marzo- abril en distintos encierres, pero también nos afectó la suspensión de vacuna contra aftosa de la campaña abril- mayo, producto de la cuarentena; y así fuimos estirando las tareas hacia mayo- junio.
-¿Cómo se define Teresita Ezquiaga en pocas palabras?
-Soy una mina plural. A mí me gusta escuchar todas las voces; tanto al que siembra soja en Pergamino, como al que lo hace en Salta, al que hace lechuga en Santa Fe, tomate en Corrientes, o al que produce tabaco en el norte. Luego, vacas hay en todo el país; está el que tiene 50, el que tiene 100 y el que tiene 1000, pero hay que escuchar a todos, porque de todos podemos aprender algo. Por eso me molesta el que subvalora o desprecia conocimientos y experiencias de otros que son diferentes, por haber tenido otra educación, otra formación, o porque simplemente tenga menos dinero.