Así como existe una gestión productiva y económica, la red de empresas CREA está trabajando para incorporar una “gestión ambiental” que permita medir la evolución de indicadores clave en esa materia.
Cuando finalice el programa, que está en curso de implementación, cada empresa CREA podrá, en una plataforma específica, visualizar de manera muy dinámica, con gráficos fácilmente interpretables, el estado de situación en términos de gestión ambiental de su propia firma y en qué lugar se encuentra la misma respecto de los demás integrantes del grupo CREA y de la región.
“La Gestión Ambiental CREA tiene un formato para compararnos y poder aprender así unos de otros, de manera tal de detectar cuáles son las mejores prácticas sostenibles”, explicó hoy el director Ejecutivo de CREA, Cristian Feldkamp, durante el Seminario ACSoja 2021.
El director Ejecutivo de CREA comentó que el hecho de comenzar a registrar indicadores ambientales permite, por ejemplo, detectar situaciones de altos rendimientos agrícolas con bajo impacto ambiental, para así poder estudiar aquellos casos destacados con el propósito de obtener herramientas de manejo replicables.
Si bien inicialmente los criterios se aplicarán a las actividades agrícola, ganadera y lechera, posteriormente se incluirán todas las actividades productivas comprendidas en la red CREA: desde caña de azúcar y arroz hasta olivos y vides.
Los indicadores de la “Gestión Ambiental CREA” van a permitir calcular la emisión de gases de efecto invernadero, la huella de carbono –incluyendo el balance de carbono en el suelo–, el balance de nutrientes, la eficiencia energética y la toxicidad en función de los criterios establecidos tanto por Ripest como por EIQ.
El sistema Ripest, desarrollado por investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba), permite estimar el riesgo ecotoxicológico en función de las dosis y productos aplicados, mientras que EIQ (Coeficiente de Impacto Ambiental), creado por el Programa de Manejo Integrado de Plagas de la Universidad de Cornell (EE.UU.), tiene en cuenta, además del factor ecotoxicológico, el riesgo para el trabajador que aplica fitosanitarios y también para los consumidores.
“La sostenibilidad es una meta dinámica en sus dimensiones económica, social y ambiental. Hoy está definida por la sociedad global, que se expresa de distintas maneras a través de los mercados, la legislación y la opinión pública”, indicó Feldkamp.
“Para acordar cómo logramos el desarrollo sostenible que deseamos, debemos apropiarnos de un lenguaje común que nos permita dialogar y aprender de otros. La ciencia es ese lenguaje común”, añadió.
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