Un informe publicado esta semana desde la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario, la ex ONCCA, determinó que en la Argentina existen 169 plantas dedicadas a la molienda de trigo, que pertenecen a 159 empresas.
Esa dotación de molinos, según el informe oficial, tiene una capacidad para moler teóricamente unas 11,5 millones de toneladas anuales, casi el doble de trigo de lo que se ha venido moliendo en los últimos años, unas 6 millones de toneladas. Este cálculo se realizó sumando las plantas activas y aquellas plantas que podrían ser puestas de vuelta en funcionamiento en el corto plazo.
De este modo, se estimó oficialmente que la capacidad ociosa de la industria rondó un 47% en el último año.
Semejante capacidad ociosa muestra una industria que de cierto modo “quiere pero no puede”. Es decir, está en condiciones de procesar en el país una mayor cantidad de trigo, pero no logra hacerlo. No se trata de un problema semejante al de la industria aceitera, que se excedió en capacidad instalada previendo una mayor oferta de soja que finalmente nunca se produjo. En el caso de los molinos, el trigo está disponible. Pero por ciertos factores, se prefiere exportarlo sin procesar.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) analizó este escenario con una mirada histórica. “En los últimos 10 años, el procesamiento anual de trigo no presenta grandes variaciones, promediando alrededor de 6 millones de toneladas, ya que la demanda interna de trigo para molienda es relativamente inelástica. La producción de la industria molinera tiene como destino principal el mercado interno, mayormente destinado a alimentación, en tanto que la inserción externa exhibe un relativo estancamiento”.
En 2019 las cosas no cambiaron. Se molieron 6,2 millones de toneladas de trigo para producir cerca de 4,7 millones de toneladas de harina, de las cuales se exportaron solamente 676.381 toneladas, el 14,5%.
En lo que va de 2020, según datos de la Federación de la Industria Molinera (FAIM), la molienda ascendió a 5,4 millones de toneladas hasta octubre. Julio fue el mes de mayor molienda con casi 604.000 toneladas. “Esto muestra que, a diferencia de la actividad exportadora, la molienda no muestra una estacionalidad tan marcada al inicio de la campaña comercial de trigo”, en diciembre de cada año, evaluó el informe de la BCR.
En materia exportadora, como muchas otras actividades, la industria molinera vive entre la ilusión y la desilusión. Las exportaciones de harina y preparados para panadería alcanzaron 232 millones de dólares en 2019, con una variación positiva del 10%. Pero en lo que va del 2020, ya bajaron a 181 millones.
Una opción para aprovechar la alta capacidad ociosa sería incrementar esas exportaciones de harina. Pero el escenario ideal sería utilizar esa harina aquí para producir alimentos más elaborados. Tampoco en ese escenario hay mucha tela para cortar: en total, sumando las exportaciones de pastas, fideos, harina, panificados, y demás derivados del complejo, el año 2019 cerró con exportaciones totales en torno a los 330 millones de dólares. También se mantiene estable.
“Los despachos externos de productos molineros argentinos se concentran en Bolivia y Brasil, hacia donde se destina el 96% de los despachos. Las exportaciones a estos destinos se realizan casi en su totalidad por camión; en tanto que la falta de destinos transoceánicos de significancia muestra a las claras la falta de competitividad en donde no prima la cercanía geográfica”, explicó el documento de la BCR.
La gran ilusión, según este análisis, es que China pueda torcer esta historia como sucedió en otras actividades. “En relación a la apertura de mercados, la próxima visita de emisarios de China a molinos del país, que debió ser postergada para la próxima campaña triguera producto de la pandemia de Covid-19, es una buena noticia, de cara a la posibilidad de abrir un mercado de 1,4 mil millones de personas”, se explicó desde Rosario.
Con escasas exportaciones que no logran despegar y consolidarse, el principal destino de la harina de trigo es el mercado local. Allí, el consumo interno aparente de harina de trigo alcanzó en en 2019 unas 4 millones de toneladas. Esto significa un consumo por habitante cercano a 90 kilogramos de harina por año, uno de los más altos del mundo.
Del informe oficial se destaca también que la provincia con mayor número de establecimientos de molienda es Buenos Aires, con 77 plantas, seguida por Córdoba con 36 plantas y Santa Fe con 25. Las tres provincias citadas concentran la mayor producción triguera del país.
En comparación con el año 2017, el número de plantas registradas activas en el sistema RUCA cayó en 16 establecimientos.