Sergio Casas es el presidente de la Cámara Argentina de Maíz Pisingallo (CAMPI) y presidente de la firma nacional Snack Crops. El sector es relativamente nuevo, pero en un par de décadas logró destacarse por producir este tipo de maíz para exportarlo a más de 110 países. En definitiva, la Argentina es ahora el primer exportador mundial del grano que termina en “pop corn” o mejor dijo en “pochoclo”.
“Durante los últimos días pasamos momentos de zozobra”, contó Casas a Bichos de Campo. Es que el Banco Central, ávido por obtener divisas en dólares y así poder mantener el tipo de cambio sin gastar reservas, le puso plazos exiguos a los exportadores agrícolas para que liquiden los dólares de sus negocios en el exterior. Así pasaron de 180 días a solo 15 días. Quizás sea algo que las grandes cerealeras que exportan a granel se pueden bancar pero no así las empresas más chicas que exportan pisingallo y otras “especialidades”, que comercializan su producción en contenedores que tarden por lo menos el doble de tiempo en llegra a Europa u otros mercados. “Hicimos ver que los 15 días eran un error”, indicó el empresario. En rigor, estaban obligados a liquidar divisas antes de cobrarlas.
El jueves pasado, finalmente el Banco Central les dio la razón y los plazos volvieron a ser de 180 días.
El maízp pisingallo es un cultivo relativamente nuevo en el país, que se empezó a sembrar en 1996 para abastecer al mercado regional, con Brasil como mayor demandante. En 1998, debido a una gran sequía en el hemisferio norte, los productores locales pudieron aspirar a salir a competir en todo el mundo. Hoy Argentina es la primera exportadora mundial, con llegada a más de 110 país de lo más diversos, con 45 a 60 mil hectáreas sembradas, cerca de 200 mil toneladas producidas, que representan exportaciones por unos 100 millones de dólares anuales. El 95 % de lo producido se exporta.
Aquí la entrevista completa con Casas:
Desde el punto de vista agronómico, el cultivo y su manejo es muy parecido al del maíz tradicional, pero con la ventaja de que libera el lote antes porque su ciclo de crecimiento es menor. Al rendir algo menos (entre 55 a 60% que el tradicional) resulta menos extractivo y por ende requiere menos fertilización, indicó casas.
En cuanto a los temas pendientes, Casas destacó como en la mayoría de las actividades la falta de financiamiento. “Ya competimos con países como Brasil y no nos podemos quedar”.
La presión impositiva y sobe todo las demoras del Estado en devolver el IVA por las operaciones de exportación han conspirado en los últimos tiempos en la concreción de proyectos de agregado de valor, como exportar el grano ya embolsado en un paeuete listo para meter en los hornos microondas.