La tecnología Bt de protección contra plagas permite producir de manera sostenible, pero requiere ser cuidada por medio del establecimiento de “refugios” que ocupen al menos un 20% y un 10% del área sembrada con soja y maíz respectivamente.
En la campaña 2022/23 DAT CREA registró que más del 90% del área sembrada con soja en la región Chaco Santiagueño correspondió a cultivares con tecnología Bt, mientras que esa proporción en el NOA fue del 84%, en Norte de Santa Fe del 76% y en Córdoba Norte del 64%.
“En la última campaña los ataques de orugas medidoras (Rachiplusia nu) afectaron en diferentes regiones del norte argentino al cultivo de soja con el evento Bt que contiene la proteína Cry 1Ac (Intacta), mientras que aquellas que tienen además la proteína Cry1F (Conkesta) mantuvieron niveles adecuados de control de esa plaga”, explicó Lucas Cazado, coordinador del Proyecto Plagas, en un artículo publicado por Contenidos CREA.
De hecho, los problemas en soja con orugas medidora fueron los más informados por asesores CREA en el ciclo 2022/23, seguidos por arañuela roja, trips y oruga bolillera, entre otras.
En el caso del maíz los relevamientos detectaron que en la mayor parte de las zonas agrícolas los eventos biotecnológicos en el cultivo de siembras tardías funcionaron de manera adecuada para el manejo de Spodoptera frugiperda en etapas vegetativas del cultivo.
“Es importante no perder de vista que la situación de cogollero en la campaña 2022/23 fue importante porque se evidenciaron altas presiones de la plaga, especialmente en el NOA, NEA y centro-norte de Santa Fe”, remarcó Lucas.
La extensión del control evidenciada en el último lustro obedece a la generalización del uso de híbridos que contienen el evento MIR 162 –presente en Viptera 3, Leptra, Power Core Ultra, VT4 PRO y Trecepta–, el cual ofrece una alternativa muy efectiva de supresión de Spodoptera frugiperda.
En lo que respecta a Diatrea saccharalis, en la campaña 2022/23 se detectaron daños en etapas reproductivas del cultivo de maíz tardío en refugios localizados en la zona núcleo pampeana y parte de la región oeste bonaerense, pero la efectividad de control de los materiales Bt resultó siempre exitosa.
“Resulta fundamental continuar insistiendo en la realización adecuada de refugios para preservar la posibilidad de seguir empleando una tecnología que es muy efectiva para controlar plagas”, explicó Lucas.
El propósito del “refugio”, integrado por plantas no-Bt, es precisamente generar adultos susceptibles que se puedan cruzar con los resistentes eventualmente presentes en el lote de maíz Bt, de manera tal que no se produzca el “quiebre” de la tecnología. Si bien se trata de una práctica agronómica que puede llegar a generar algunas dificultades operativas, la alternativa de no hacerlo y que las plagas se hagan resistentes a las proteínas Bt, representaría regresar a los problemáticos manejos realizados veinticinco años atrás.
Por otra parte, Helicoverpa zea evidenció en la última campaña cambios en la susceptibilidad de control, observándose daños en espiga en cuatro regiones CREA del centro-norte del país.
“Se monitorea más la soja que el maíz, en parte porque la soja tiene una mayor diversidad de plagas; sin embargo unos de los mayores problemas que detectamos en la encuesta SEA realizada en la red CREA es que un gran porcentaje del maíz no se monitorea porque se considera que la tecnología Bt tiene toda la responsabilidad en el control de la plaga”, apuntó Lucas, quien insistió en la importancia del monitoreo de ambos cultivos por igual.
Desde el año 2018 CREA y la Asociación Semilleros Argentinos (ASA) llevan adelante el Proyecto Plagas con el propósito de analizar el uso de buenas prácticas orientadas a la preservación de las tecnologías Bt en maíz, soja y algodón. En las últimas seis campañas el Proyecto Plagas capacitó a más de 80 técnicos de la red CREA para realizar un reconocimiento de plagas exhaustivo, además de elaborar protocolos de monitoreo para maíz, soja y algodón.
“Un gran logro del Proyecto Plagas es haber podido consensuar un protocolo unificado de monitoreo de plagas con una metodología que, además de ser sencilla, permite gestionar grandes volúmenes de datos con bastante rapidez en diferentes regiones productivas”, resaltó Lucas.
“La red de monitoreadores del proyecto, además de realizar un seguimiento sistematizado de las principales plagas que afectan al maíz, es útil para detectar también, de manera temprana, la presencia incipiente de nuevas plagas que puedan llegar a transformarse en un problema”, concluyó.