Miguel Taboada es una eminencia en lo suyo, aunque le incomode el título. Es experto en suelos, fertilidad de cultivos, y docente de la UBA. Lo cruzamos en el Simposio de Fertilidad 2025, en Rosario, donde se juntan los que saben de verdad sobre suelos, fertilizantes, nutrientes y rendimientos. Hablamos del tema que todos conocen, pero pocos quieren mirar de frente: la agricultura argentina saca mucho más de lo que pone.
Y esa factura, que el sector agrícola “le debe a los suelos”, además de abultada, comenzó a llegar, según dice Taboada. Los organizadores de este congreso, la Asociación Civil Fertilizar, estimó que son unos 30 mil millones de dólares los que habría que invertir para recuperar los suelos tal como estaban hace 30 años.
Esta, según entiende el experto, es una pérdida de rendimiento real, concreta, medible. “Andar mezquinando nutrientes paga. O sea, paga porque estamos mezquinando en obtener hasta un 20% más de rinde, por no hacer un esquema de fertilización completa”, asegura el docente.
“En lugar de sacar 12 toneladas de maíz, puede sacar 14 o más toneladas de maíz (por hectarea). Te paga eso. Eso es un número importante. O sea que la multa que está ocurriendo, el productor no se da cuenta, pero existe. Se está perdiendo de sacar algo mejor”, puntualizó el académico.
Yendo directo a los números, Taboada saca cuentas: “Un productor que saca 4.000 kilos por hectárea se está llevando en el carro 28 kilos de fósforo por hectárea. Llevados a niveles de amónico, son aproximadamente 120 kilos de amónico. ¿Cuántos productores agregan 120 kilos de amónico en los suelos? Nadie, ¿no?”.
¿Por qué? ¿Falta de cultura? ¿Negligencia? ¿Plata? “Hay varias causas”, responde el experto. “Una de ellas es porque la soja es un cultivo muy plástico y de cualquier manera podemos seguir produciendo. Puede seguir dando rendimiento, por más que esa falta de fósforo esté dentro de las brechas de rendimiento”.
El otro motivo —más estructural y espinoso— tiene que ver con cómo se produce en la Argentina. “El 60% de la superficie pampeana se maneja bajo arriendo. No digo que esté mal. Pero muchas veces los campos los manejan contratistas, o productores que no están al tanto de lo que pasa en el suelo. Hasta en mi familia lo conozco el tema”, dice Taboada.
Y después están los números, los fríos, los que hacen que la bolsa de fertilizante se vea como un gasto más que como una inversión. “No quiero politizar la charla, pero los esquemas de retenciones hacen que, a diferencia de los países vecinos, el productor argentino no reciba la totalidad de lo que vale su cultivo. Eso lleva a que el costo del fertilizante ocupe un pedazo más grande en la torta”, explicó. Y eso pesa.
Sin embargo, Taboada considera que hay una luz de esperanza a futuro, y que hay gente que hace las cosas bien, y otros no, porque no pueden: “Yo creo que hay un grupo creciente de productores de la Argentina que hace bien los deberes y es muy consciente de todo esto. Tiene esquemas de la agricultura regenerativa, maneja bien las cosas, está muy pendiente de su campo. Pero hay otros que la realidad no…”
Mirá la entrevista completa con Miguel Taboada:
¿Quién paga la cuenta? ¿El productor? ¿El dueño del campo? ¿El gobierno? Taboada entiende: “En última instancia, el país”.
Sí, el país. Porque si producimos menos, se exporta menos, se recauda menos, se generan menos divisas. Porque si el suelo se agota, no se arregla de un día para el otro. Y porque esa multa silenciosa que hoy se paga en menos rinde, se transforma mañana en un problema económico y político.
“Lo que producimos, particularmente por falta de oligoelementos, ya empieza a mostrar señales. El productor gana menos. Y el gobierno, cuando llega el mes de mayo o diciembre, y precisa guita, tiene menos”, remata.