Todos le dicen “El inglés”. Pero Sean Cameron es un productor de origen escocés, que vive y trabaja su propio campo ubicado muy cerca del cruce de Pieres, partido de Lobería, al sur de la provincia de Buenos Aires. Es considerado un productor modelo en su zona, por aplicar todo tipo de tecnologías y sobre todo Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Cuando Bichos de Campo llegó al lugar nos mostró las instalaciones que armó para reciclar y reutilizar el agua utilizada en las aplicaciones de agroquímicos.
-¿Este campo familiar tiene una larga historia que comienza con tu bisabuelo?
-Sí, fue mi bisabuelo de sangre escocesa quien llegó a la Argentina más o menos en 1890. Su padre emigró a Nueva Zelanda y allí nació él. Pero creo que, ya grande, no se llevaba bien con su padre y por ese motivo emigró a Sudamérica y así llegó a Buenos Aires. Trabajó durante 20 años con Mauricio Brown, a quien le armó los campos ovinos en la parte chilena de Tierra del Fuego. Allí hicieron explotaciones grandes, de más de un millón de ovejas, hasta comienzos del siglo 20, cuando la lana era reina, antes de la producción de fibras químicas.
-Estamos hablando de la época en que la Argentina era básicamente exportadora de lana.
-Sí, le fue bien con eso y entre 1914 y 1916 recorrió la Pampa húmeda buscando comprar su campo, hasta que se decidió por éste, en Pieres.
-¿Y tenés idea de por qué acá, tan al sur de la provincia?
-Por su cercanía al puerto (Quequén queda a pocos kilómetros). Es decir que lo que era vigente en ese momento, sigue vigente hoy. Lo entusiasmó el ferrocarril que había llegado a Quequén y le habrá gustado la zona. Se que estuvo por comprar en la zona de 9 de Julio, pero terminó comprando acá.
-La empresa que ahora vos manejás lleva su nombre, Alejandro Cameron.
-Sí, al campo que él compró lo llamó Maorí, por ser neozelandés. Pero luego se el mismo se subdividió entre 4 propietarios en 1991. Y a la parte que le tocó a mi padre, él mismo decidió llamarla Alejandro Cameron SA.
-¿Pero por qué te dicen “el inglés” entonces?
-Es que acá a cualquiera que tiene mi tez y pronuncia un inglés británico, le dicen “inglés”, pero mi padre es de familia escocesa, por parte de mi madre somos irlandeses y hay varios antepasados ingleses metidos en el medio. Somos británicos, pero el apellido viene por los escoceses.
-Y son cuarta generación de argentinos.
-Mi primer antepasado, que llegó a Argentina, fue en 1825, de la parte materna de mi padre, y el último en llegar fue mi bisabuelo Cameron en 1890.
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-¿Cómo es producir en esta zona cercana a Necochea, tan pegada al mar y al puerto, con un clima diferente al del norte de la provincia?
-El efecto marítimo de acá es conocido. Es una zona de cosecha fina por excelencia, pero este año no fue bueno, aunque es una zona que en particular se presta para los cultivos de invierno. Pero hace más de 30 años, desde que empezaron los híbridos de girasol y maíz, se fue agregando una cosecha de verano. Después, en ciertas zonas, hubo un auge de soja a fines de los ’90, pero eso se ha ido apagando, cuando le hemos ido encontrando la vuelta a los campos profundos. Por lo menos, a hacer girasol, la siembra directa ha desplazado a la soja a otros lares. Y la ganadería, que estaba bien instalada en los años ’70, se retirado bastante, al menos, de los campos agrícolas.
-¿Entonces en los campos agrícolas se puede hacer una linda rotación?
-Sí, yo tengo en general una rotación de tres años, de fina en un 30% del campo, a la cual le sigue el maíz al año siguiente, y sobre el maíz un girasol, y vuelvo a fina. Eso es más o menos 4 cultivos en 3 años, haciendo una soja de segunda sobre la fina. Pero como siempre una rotación de Excel se va toqueteando y cambiando, pero es más o menos eso.
-Hay un cartelito en la entrada del campo, que dice: “Aquí se ejercen las Buenas Prácticas Agrícolas”. ¿Qué significa?
-Bueno, creo que lo que nos compete como productores, expuestos a la comunidad urbana, que con razón muchas veces nos critica por el impacto que producimos en el medio ambiente, el cual es de todos, es ir mostrando que estamos mejorando. Si uno mira la película de cuando empezaron los agroquímicos, en tiempos de la posguerra, pues había unos productos bastante feos. Ha habido una mejora continua de ahí en adelante. Creo que nos compete ir mejorando día a día y mostrar que estamos mejorando, porque la sociedad muchas veces no sabe lo que estamos haciendo.
-Por el contrario, la sociedad cree que el agro va empeorando…
-Sí, la famosa grieta en la Argentina va a seguir existiendo, a lo que nosotros llamamos fitosanitario, ellos lo llaman agrotóxico. El preconcepto de que todo lo que hacemos está mal, está bien instalado.
-¿Y qué se hace frente a ese preconcepto?
-Podemos ir mostrando que no todo está mal. Hay ciertas cosas que vamos tratando de hacer mejor, una certificación independiente, como yo tengo, de Buenas Prácticas Agrícolas, es porque hay ciertas cosas que vamos haciendo mejor. Lo que más yo puedo mostrar es que vivo en el campo, que éste es mi medio ambiente, nuestra casa, donde estoy muy interesado de que esté lo más vivible, en lo posible.
-Dijiste de lunes a lunes y de enero a enero, salvo cuando te fuiste a estudiar lejos.
-Sí, con mi familia nos hemos instalado acá, de modo que tuvimos que resolver la educación de los chicos. Nuestros hijos empezaron en la escuelita rural de acá, luego fueron como pupilos semanales a Buenos Aires y después, el secundario de pupilos en el exterior. En mi familia hicimos el secundario en escocia, mi abuelo, mi padre y yo. Es una decisión muy difícil como padre tener que alejarte de tus hijos para poder seguir viviendo en el campo como estilo de vida. Pero compartimos la decisión con mi mujer, que es canadiense.
-¿Vos y tu mujer entienden “la grieta” argentina, siendo que provienen de culturas diferentes?
-Seguramente a Jennifer le costará más porque ella tiene una formación no argentina. Vino a sus 23 años. Nosotros vivíamos en Londres y vinimos por elección porque vimos que había tanto por hacer. La Argentina es maravillosa pero pasaron 30 años sin resolverse muchas cosas, que deberían solucionarse en poco tiempo. El país es fantástico pero tiene sus problemitas o actitudes que podrían ser mejor.
-Acabamos de ver una “cama biológica” que adaptaste vos para reducir el impacto de los agroquímicos, y además me contaste que también hacés aplicaciones selectivas, es decir, no derramás agroquímicos por todo el campo, sino que seleccionás dónde. ¿Por qué esas actitudes son individuales y no colectivas?
-Porque seguramente falta rigor estatal, ya que las normas están, pero nos cuesta a todos cumplirlas. Yo trato de liderar que se pueden hacer cosas de otra forma, de mostrar a la sociedad que puedo reducir el uso de agroquímicos en algunas aplicaciones hasta un 70% u 80%., no en todas, pero por ejemplo, en barbechos de invierno.
¿Y el sentido de la cama biológica, cuál es, capturar cualquier posible fuga?
-Es el lavado de la pulverizadora, que en lugar de que en lugar derramar el agua en el suelo, va a un proceso de neutralización de los químicos para que el agua se purifique y no vuelque los químicos al medio ambiente. Tampoco le vamos a cambiar la vida a nadie si los lavados de pulverizadora quedaran en los potreros, pero es ejemplo de mostrar que las cosas se pueden hacer de otra forma. Cuando vengan a criticarnos de que todo lo que hacemos está mal, podremos mostrar que algunas cosas se están haciendo con una pequeña mejora continua.
-En tu caso supongo que creés que las críticas al sector son injustificadas. ¿Pero no creés que le cabe cierta culpa, que hay cosas que mejorar?
-Yo creo que en muchos casos las críticas están bien justificadas. No olvidemos que no hace tanto que los bidones de los agroquímicos se quemaban en los campos, y eran de plástico. Ahora, la mayoría se recicla donde corresponde. Y esas mejoras constantes, ocurren cuando alguien las lidera.
-¿Solés exponer el campo para que la gente vea que se pueden hacer bien las cosas?
-Sí, como han visto, la tranquera está oxidada de no haberse cerrado nunca. No hay candados. El que quiera venir solo tiene que pedir permiso, y tengo varias visitas de gente que quiere venir a ver. No tengo problema en mostrar lo que hago.
¿Tus hijos están en proceso de tomar la conducción y remplazarte algún día? ¿Les va a costar más? ¿Ya empiezan a renegar de la Argentina?
-Creo que el hogar que hemos creado como familia sea atractivo para que ellos vuelvan nos llena de orgullo.
-¿Vos tenés claro por qué volviste, cuando quizás podías haberte quedado?
-Yo tuve una crianza de chico muy alegre, en un casco activo donde vivían 20 familias, un lugar muy ameno. Y a pesar de que estudié siempre lejos, volver por momentos era una experiencia muy linda.
-Este es un campo que nos recomendó visitar la gente del INTA. ¿Vos creés que esta agricultura que llamaremos conciente dará resultados (regenerando los suelos) o es un proceso de degradación?
-Estamos en un campo que naturalmente es muy productivo. Estamos en una zona en que hace 150 años, cuando estos campos eran vírgenes de la intervención humana, había una materia orgánica tal vez del 7%, que una vez que comenzamos a intervenir no le quedó otra alternativa que bajar, de tan alta que era. Ha caído un poco, pero nuestro desafío es que al menos baje lo más lento posible o incluso tratar de recuperarla.
-¿Y es posible?
-Se pueden hacer cosas para que bajen más despacio, se pueden incorporar cultivos de servicio, se pueden mirar un poco las cosas que se hacen. Todo lo que no se mide, no se puede gerenciar. Entonces, medir para poder tomar decisiones sobre lo que esté pasando.
-¿Cuándo se toma la decisión de ser sustentable, cuando hacés la planificación anual, trianual, cuando resignás renta potencial en función de cuidar?
-Ayuda muchísimo cuando la renta ya es relativamente alta. Como tenemos equipo de riego, y tenemos producciones intensivas de semilleros o de maíz dulce, con esa renta que es más alta que el promedio de hacer cosas en secano, te permite meter un cultivo de servicio de más o hacer algo para decir que algo de eso estamos devolviendo. Lo que el suelo te dio, devolver una parte de esa renta, me parece que es muy sensato, sobre todo en campo propio, porque es nuestra casa.
-¿Qué consejo le das a los productores que en esta Argentina del cortoplacismo, a veces ni piensan en esto?
-Se dificulta cuando ves que el proyecto “macro” del país no está bien encaminado. Tenés que tomar las decisiones a pesar de que lo “macro” esté mal. Yo tengo la suerte de que por escala, por calidad de campo, por cercanía al puerto, la renta de mi empresa funciona. Y casi que por eso me siento obligado a reinvertir y hacer algunas cosas para dar el ejemplo, que otros no podrían.
-¿Es sólo posibilidad? Debe haber algo de inquietud y de talento, para en plena pandemia ponerte a diseñar una cama biológica.
-Tengo la suerte de viajar por el mundo y uno ve que hay otros países que están mucho más restringidos en las libertades de hacer o no hacer. Entonces suelo traer inquietudes de cosas que si acá se pueden hacer, no tengo que esperar a que me digan u obliguen a hacerlo.
-¿Y sentís que este camino de la exigencia hacia el agro, a sacar chapa social, es inevitable?
-No solo inevitable sino que va a ser cada vez más exigente. Y con razón. Está en nosotros y en las compañías que nos proveen las cosas, de toda la cadena productiva, mejorar. Y está bien que se nos exija.
argentina necesita ponerse metas con respecto a la producción agrícola . lo mismo digo de la ganadera. si el problema son los herbisidas o los glisofatos no es algo que no pueda resolver . debemos pedir al inta o a quien sea que urgentemente se ponga en la mira resolver el problema . lo mismo que en la cría a corral de la hacienda para faena o la de campo abierto. todos los problemas tienen solución . solo debemos abordarlos . no es el fin del mundo o tragarme tierra todo lo contrario manos a la obra. pero si una cosa el campo lo debe resolver no esperar que el estado lo resuelva. quedó claro.