La certeza de quienes rodean a Fernando Vilella es que en menos de dos semanas se conocerán los decretos reglamentarios con la nueva estructura del Ministerio de Economía y todas sus secretarias. Allí, el titular de Agricultura cumplirá uno de sus mayores sueños: que ese sector del gobierno pase a llamarse Secretaría de Bioeconomía. En paralelo, sus colaboradores quedarán consolidados en sus puestos dentro del nuevo gobierno de Javier Milei.
En esa reconfección del Estado, las cosas no han salido tan mal para el equipo del ex decano. Tal como ha venido contando Bichos de Campo en las últimas semanas, la flamante Secretaría de Bioeconomía tendrá cuatro subsecretarías, una más de las que exigió Milei en su segundo gran recorte de las estructuras estatales (el primero fue reducir el número de ministerios). La de Agricultura, Ganadería y Forestación quedarán en manos de Pedro Vigneau, pero allí cumplirá un rol central el cordobés Germán Di Bella, para que el ex titular de Maizar pueda desplegar una tarea transversal a toda la cartera. Luego, Agustín Tejera seguirá en la de Economía y Mercados Agropecuarios; Pablo Nardone estará a cargo de Innovación y Bioeconomía; y Juan Antonio López Cazorla tendrá a su cargo Pesca.
La confirmación de este equipo de trabajo, que bastante lejos está de ser el que inicialmente Vilella presentó en aquella casona de San Telmo unos días antes del cambio de gobierno, pero que conserva esa mística, coincidirá con la Expoagro 2024, que se realiza desde el 5 de marzo en San Nicolás. Habrá que comenzar a estar atento a esa actividad y su contenido político.
Es que para esos días polvorientos se prepara el relanzamiento de la gestión de este equipo de fuerte perfil técnico. Y no solo eso: es muy probable que tanto el mismísimo presidente Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, sean de la partida, para de algún modo relanzar también la relación entre el gobierno de La Libertad Avanza y el agro pampeano, que es algo que vienen reclamando también -en gestiones secretas- las entidades del sector.
En el balotaje de noviembre, frente a la opción entre seguir con Sergio Massa o cambiar por Milei, hay que decirlo, los productores se volcaron masivamente a favor de esa segunda opción. Pero hasta ahora, lejos de ratificar esa alianza natural, el gobierno libertario no ha hecho más que desgastarla, especialmente cuando lo primero que propuso -en un claro error de análisis- fue elevar todas las retenciones al 15%, y llevar las de la soja a su máxima expresión, de 33% generalizado tanto al poroto como a sus subproductos.
Esto sin ni siquiera pedir disculpas, y mucho menos proponer un cronograma tentativo de ese impuesto distorsivo, que Milei había prometido eliminar en la campaña electoral.
¿Por qué error de análisis? Cuentan los que conocen la historia que cuando Milei convocó a Caputo para dirigir la economía, primero se especulaba con que la corrección cambiaria sería llevar el dólar oficial de 350 a unos 650 pesos, pero que después alguien propuso los 800 pesos que quedaron para este nuevo arranque. A cambio de ceder ese margen mayor a las economías exportadoras, nació la idea de generalizar derechos de exportación a todos los productos, que fue muy mal recibida. Empezando por las economías regionales, que comenzaron a desfilar por el despacho de Vilella. El secretario de Agricultura logró hacer una lista de excepciones, pero a todo el resto de actividades los mandaba a negociar en el Congreso, donde finalmente esta ofensiva fiscal se abortó.
Más allá de esta actividad de Vilella como “socorrista” de economías regionales, este primer paso del gobierno de Milei claramente lesionó los márgenes de confianza que tenían muchos productores. Y también esmeriló la figura del secretario, que hasta ahora tiene -como todo el gobierno- vedada la posibilidad de hablar libremente con los medios y mucho menos exponer sus ideas.
El equipo de Agricultura, en este contexto, tomó varias de las decisiones más trascendentales de política agropecuaria sin poder hacer alarde de ellas. Por ejemplo, suspendió los fideicomisos empezando por el escandaloso FETA; cesó la política de cepo exportador para los diferentes cultivos (“volúmenes de equilibrio”, los bautizó el hipócrita Julián Domínguez); y sobre todo erradicó el curro de los DJEC o permisos de exportación de carne vacuna.
Sucedió todo eso, pero el equipo de Vilella apenas pudo decirlo. Y el gobierno de Milei, enfrascado en su necedad de solo subir retenciones, perdió varios puntos del generoso crédito que tenía entre la comunidad agropecuaria, y que se expresó en grados de tolerancia extraordinariamente generosos por parte de las entidades de la Mesa de Enlace, que por mucho menos de lo que hizo Milei le habrían lanzado un paro a un eventual gobierno kirchnerista.
Ahora, mientras Milei emprende una nueva batalla política contra los gobernadores que se atrevieron a desafiarlo, la gestión de Economía decidió marcha atrás con la Ley ómnibus y busca nuevos vericuetos para ajustar los torniquetes del gasto público. También en ese aspecto la gestión Vilella se muestra conforme con lo que le tocó hacer estos primeros dos meses de gobierno. Cuando llegaron había 600 líneas de celulares disponible y que eran pagadas por Agricultura, y quedaron solo 85. Y se encontraron con cerca de mil vehículos que por h o por be están juntando polvo en el Lazaretto del Senasa, inutilizables, pero que seguían pagando costosos seguros. “En materia de austeridad, acá hay mucho por arreglar todavía”, definen.
El equipo, por otro lado, no prevé tiempos tempestuosos en la relación con el personal y sus sindicatos, porque cerca de un centenar de contratos firmados en 2023 por el gobierno saliente no fueron renovados y, más allá de eso, no existiría un crecimiento en las plantillas respecto de las heredadas cuando finalizó el gobierno de Macri y arrancó el de los Fernández, en 2019. Esta situación de estabilidad en el número de empleados se da tanto en la Secretaría como en el Senasa y el INTA (donde la mayoría de los cargos son por concurso).La excepción era el Instituto de Agricultura Familiar y Campesina, que hasta hace poco estaba copado por el Movimiento Evita y otros grupos politizados. Pero como ese área migró desde Agricultura primero a la Jefatura de Gabinete y luego al ex Ministerio de Desarrollo Social, Vilella y los suyos creen que el posible conflicto no les corresponderá.
Tal como informó Bichos de Campo, el equipo de Agricultura (o Bioeconomía, como quizás debamos empezar a llamarlo dentro de unos días) perdió buena parte del manejo de estos temas administrativos y de personal porque la decisión del gobierno sería la de concentrar la DGA (Dirección General de Administración) en todas las carteras. En el caso de Economía, por ahora la potestad de decidir en qué se gasta y a quién se contrata recayó en el hombre de confianza del ministro Caputo, el secretario de Industria y Desarrollo Productivo Juan Pazos. Vilella cruza los dedos para que esta definición de concentrar la burocracia no entorpezca las tareas en las oficinas que dependen de él, sobre todo ahora que sueña con comenzar a desplegar políticas más proactivas.
-¿Y es buena la relación con los otros secretarios? ¿Habla seguido Vilella con Caputo?- le preguntamos a sus colaboradores más cercanos, entendiendo que la llegada al gobierno de ambos se produjo desde diferentes vertientes, ya que el titular de Agricultura había sido designado en el puesto por Nicolás Posee, el jefe de Gabinete de Milei, incluso antes de que se confirmara el desembarco en el gobierno del actual titular del Palacio de Hacienda.
Ellos contestaron que el diálogo es bueno y contaron que en las últimas horas se produjo la primera reunión del ministro con sus diferentes secretarios “productivos”, los que deben lidiar con la economía real más allá de las finanzas. Y que allí se comenzó a hablar de algunas medidas concretas que está reclamando el contexto. Por ejemplo, en el caso de Agricultura, la preocupación (que regresa cada tanto) es bajar el precio local de los fertilizantes, que sin motivo aparente están aquí hasta 50% más caros que en Uruguay. Es que se viene la siembra del trigo y, como siempre, se empezó hablando de la posibilidad de bajar el componente impositivo en el precio de este insumo.
Es parte de lo que Vilella y su equipo esperan poder tener listo en la próxima Expoagro, donde se daría formal inicio a la etapa de “sintonía fina”. Y si fuera posible, con la presencia de Caputo y del propio Milei visitando la muestra de San Nicolás, a la que ambos ya han sido formalmente invitados por los organizadores, los diarios Clarín y La Nación. El presidente ya estuvo allí en la edición 2022, cuando los tiempos políticos eran otros, el enemigo era el kirchnerismo, y ni soñaba con sentarse en el sillón de Rivadavia.
Si se concretara ese escenario, además, los medios agropecuarios tendríamos la fotografía necesaria para despejar rumores y versiones inquietantes que ya surcan por todo el sector y que han crecido en el marco de la inestabilidad política que atravesó la discusión por la Ley Ómnibus, entre otras peripecias políticas del primer tramos del gobierno de Milei.
Vilella, ya reconfirmado como secretario de Bioeconomía, dando cuenta de sus planes de política agropecuaria. Que los tiene, que son muchos, y que finalmente para eso lo convocaron.