Nos dice el corredor José María Panero, siempre atento al mercado del trigo, que los molinos ya empezaron a preocuparse por el “empalme” de este año: es ese tramo en el que comienza a escasear la oferta del cereal en el mercado interno (en este caso, sería el de la campaña 2019/20, cosechado el último verano) y entonces suelen incrementarse los precios para cubrir esos faltantes haya el ingreso, a fines de octubre o noviembre, del trigo nuevo, el de la campaña 2020/21.
“Algunos molinos están como los pibes en los semáforos, tiran naranjas para arriba con tal que le den algo. La situación está asfixiante si no aparece el trigo que se llevó la exportación”, describió con picardía Panero, que prevé que se repetirá una escena de los últimos años: escasos de trigo para llegar a la nueva cosecha, los molinos reclamarán a los exportadores que vuelvan a volcar al mercado doméstico el trigo de más que compraron a principio de año y que se “autolimitaron” de embarcar previendo este escenario. Claro que este grano valdrá unos dólares más que antes. Paula Español, la secretaria de Comercio, ya avisó que estará muy atenta a este asunto.
A esta postal que ya se ha hecho normal se suman factores más estructurales, que condicionarán no solo este empalme sino al parecer el de la nueva campaña. Es decir que el escenario de provisión del trigo pinta tenso no solo esta año, sino también en 2021.
¿Qué sucede? Lo marcó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) firmado por los analistas Emilce Terré y Javier Treboux. Ellos analizan el comportamiento de la oferta y la demanda del cereal y concluyen que también “se ajusta el balance para el trigo nuevo en Argentina”. Esto es lo mismo que decir que para el año que viene también será de dientes apretados.
¿En qué se basan para definir con tanta anticipación este escenario para 2021? En este cuadro que resume los flujos de trigo y de su demanda:
En el promedio de las campañas que van de 2015 a 2019, según este gráfico, la Argentina pasó de una campaña a otra con un stock final promedio de 3,7 millones de toneladas de trigo. Pero en la campaña 2019/20, que es la del actual empalme, ese volumen de trigo remanente se habría reducido a 2,6 millones de toneladas (es decir en 1 millón) y el escenario será todavía más estrecho el año próximo, pues el stock se reducirá otro millón, a 1,8 millones de toneladas.
En definitiva, lo que quiere decir este cuadro es que cada vez habrá menos trigo para atender la demanda proyectada, y que por eso caerán las reservas que pasan de una campaña a la otra. Por eso el ratio entre stock y consumo, que en el último lustro fue de 26%, caería este año a 13% y en 2020/21 seguiría achicándose, hasta un magro 10%.
Para afirmar esto hay que ver primero la oferta. Según los especialistas de la BCR, por los problemas de sequía “ahora se estima que Argentina producirá unas 18 millones de toneladas, lo que marcaría el menor registro para el país desde la 2017/18”.
Con esa cosecha, más el remanente que quedaría de este año, se estimó “una previsión de oferta total de trigo que podría rondar los 20,6 millones de toneladas, casi 1,5 millones de toneladas o un 7% por detrás de la disponibilidad del año previo”, que es este 2020.
“Con ello se avizora un necesario ajuste del lado de la demanda, que afectaría tanto a la absorción doméstica como a los despachos al exterior del grano”, remarcaron los analistas de la BCR.
En que se usarían esas 20,6 millones de toneladas: el uso industrial en los molinos podría rondar los 6,1 millones y otros 0,9 millones se reservarían como semilla. Es decir que dentro de la Argentina quedarían 6,9 millones.
Las exportaciones, en tanto, tendrían en 2021 un techo de 11,8 millones de toneladas, medio millón por detrás de las ventas al exterior que se registrarían este año. Aún a pesar de este achique previsible, el saldo de la campaña caería hasta las mencionadas 1,8 millones de toneladas, “siendo éste un mínimo relativo para los últimos 20 años”.
Previendo este escenario, como ya hicieron en los últimos años, los exportadores ya salieron a comprar por anticipado el trigo que recién se va a cosechar en unos meses. De la oferta esperada de 18 millones de toneladas, ya hay 4,3 millones que cambiaron de manos, de los productores a molinos y cerealeras.
Por su parte, los exportadores ya declararon para el próximo ciclo comercial 2020/21 ventas al extranjero por 3,1 millones de toneladas, es decir que ya tienen asegurado “poco más de un 25% del saldo exportable estimado de 11,8 millones de toneladas”.
En fin, nada nuevo. Panero volverá a alarmase en el “empalme” del año que viene. Esperemos que Paula Español no lo haga.