La decisión del Tribunal de Comercio Internacional de bloquear gran parte de los aranceles impuestos los últimos meses por Trump, reabre los interrogatorios sobre qué posición le queda a Argentina en esta guerra comercial que parece enfriarse.
Aunque la medida fue recién oficializada este miércoles, y falta aún que la Casa Blanca apele y avance a otros tribunales, ya se puede adelantar en qué aspectos podría beneficiarnos, pero también qué oportunidades perdemos.
Por unanimidad, los tres jueces del tribunal federal declararon que el presidente estadounidense no tiene competencia para aumentar tributos a otras naciones, sino que eso es materia del Congreso. Amparados en la Constitución, los magistrados dispusieron la suspensión de la extensa lista de aranceles recíprocos que había anunciado Trump el pasado 2 de abril, como así también los que había impuesto a Canadá, México y China.
Este virtual “cese al fuego” de la guerra comercial, hasta que instancias judiciales superiores confirmen o den marcha atrás la decisión, le da a Argentina algunas pautas.
Lo principal es que la eliminación del 10% de aranceles a Argentina beneficia a las exportaciones de carnes, vinos, pesca y agroalimentos, que son los que más vendemos al país del norte. Cuando fue anunciada la decisión de Trump, el mayor interrogante lo representaban esos complejos, que son los que más peso tienen en nuestra cartera agroexportadora.
Pero, más allá de esa lectura lineal e inmediata, también se abren interrogantes respecto a qué puede pasar con nuestra competitividad y los mercados que parecían haberse cerrado. Es que, tras sus anuncios arancelarios, Trump había dispuesto un plazo de 90 días de pausa para negociar mejores condiciones y trabar acuerdos rápidos, una especie de mecanismo extorsivo que había llevado a varios países a sentarse a debatir.
En ese sentido, al menos hasta que avance la decisión judicial, el plazo de negociaciones queda sin sustento, ya que los aranceles fueron suspendidos. Y para el sector cerealero argentino es una gran noticia: Puede que la exportación de maíz a Asia no peligre tanto como se prevé.
Las alarmas se habían encendido cuando Trump decidió sentarse a discutir condiciones comerciales con el sudeste asiático, que hasta el momento ha sido el destino de un tercio de nuestras exportaciones de maíz. Si Estados Unidos, que desde ya tiene el mismo interés que Argentina, no tiene elementos con los que presionar a Vietnam, Malasia e Indonesia, por el momento esos socios comerciales no peligran.
Como los gravámenes extraordinarios impuestos a China, que habían llegado al 140% y se retrajeron al 30% también fueron suspendidos, queda por ver qué impacto tendrá esto sobre nuestras exportaciones de cereales. Algunas semanas atrás, el gigante asiático había cerrado sus puertas al maíz y sorgo estadounidenses, para abrírsela a sus socios sudamericanos.
Por su parte, la medida judicial también da marcha atrás con algunas ventajas comparativas que se habían generado para algunos productos nacionales. Es el caso, por ejemplo, del aceite de oliva que, como tributaba el 10%, podía competir por su ingreso a Estados Unidos con el de origen europeo, sobre el que recaía un arancel del 20%.
Lo mismo sucedía con los vinos, que le daba mejores condiciones a los argentinos, chilenos y australianos por sobre los del Viejo Continente. En el caso de la miel, un producto que Estados Unidos importa en gran cantidad, nuestros aranceles del 10% nos volvían más atractivos ante los europeos, que eran del 26%.
Y también había esperanzas de que, en el río revuelto, nuestras exportaciones de legumbres encontraran nuevos mercados. Y eso es porque existía la chance de que, en ese enfrentamiento comercial, Europa dejara de comprarle porotos a la potencia del norte y eligiera a otros proveedores, como es el caso de Argentina. Lo mismo se esperaba que sucediera con el maní.
Ahora, todas esas pequeñas ventanas, que ni siquiera habían llegado todavía a abrirse del todo, vuelven a fojas cero.
Sin embargo, el tribunal no se expidió sobre los aranceles al aluminio, acero y automóviles, que todavía van a tributar al 25%. Eso es porque están amparados por la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, una norma distinta a la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), que fue la que utilizó Trump para justificar su decisión de iniciar la guerra comercial y que los jueces señalaron que no aplica.
“Cualquier interpretación de la IEEPA que delegue una autoridad ilimitada sobre los aranceles (al presidente de Estados Unidos) es inconstitucional”, señalaron por unanimidad en el texto publicado. Además, los miembros del tribunal con sede en Manhattan afirman que “las órdenes arancelarias impugnadas serán anuladas y se prohibirá permanentemente su aplicación”.
Tras el fallo, ha habido números en verde en varias de las bolsas mundiales, que ven esto como una señal de mayor certidumbre sobre el futuro del comercio.