La faena de hembras este año está en niveles altos. La estadística dice que llegó al 48%, el mismo nivel que el año pasado cuando la seca llevó a que los criadores a desprenderse de forma obligada de los vientres y terneros, que en muchos casos pensaban retener más en los campos.
Con forraje a mano se puede pensar en darle una nueva oportunidad a la vaca usada, o recriar un poco los terneros para vender más kilos. Pero la falta de lluvias hizo que los ganaderos se vieron forzados a vender antes de lo deseado.
Este año la situación fue distinta y la faena de hembras, si bien se mantiene en el mismo porcentaje del 48% sobre la faena total, cayó un 7% con respecto al año pasado.
Entre enero y julio se enviaron a los frigoríficos 1,7 millones de vacas contra 1,84 vendidas en igual época del 2023. En tanto, hasta ahora se llevan faenadas 2,1 millones de vaquillonas contra las 2,26 del año pasado. La caída es pareja en las dos categorías: 7%.
Si la tendencia se sostiene en los meses que vienen, en los cuales se debería achicar algo la faena de vacas de parte de los criadores y aumentar la de vaquillonas que salen de los feedlots, la faena de hembras sumaría 7 millones de cabezas.
Esto representaría el 23,55 del stock de hembras, levemente por debajo de los promedios de los últimos años, y por debajo también de los nacimientos de terneras que se dieron el año pasado, que fueron de 7,2. Si este año no fallan las pariciones y tampoco los destetes del próximo otoño, al menos se estaría reponiendo la misma cantidad de hembras o poco más de lo que se vendió para la faena este año, lo que ayudaría que no se reduzca la fábrica de terneros y el stock vacuno.
Así se evitaría un achique en el stock ganadero, siempre que los indicadores de preñez y destete no fallen. Pero no se lograría una recomposición del rodeo y, en definitiva, que se pueda pensar en una mayor producción de carne.
La oferta de carne crece más por el aumento del stock y de la faena de machos que por un incremento del peso medio, que en las condiciones en las que se desenvuelve la ganadería siempre es lento y marginal.
El peso promedio este año es de 228 kilos, y es poco probable que crezca 10% gracias al engorde de novillitos, y sobre todo de novillos pesados. El stock de este último viene en caída hace años por la falta de incentivos para su producción, ya sea debido a las intervenciones en los mercados, la falta de competitividad exportadora de la economía, o la reducción en el número de campos habilitados para producir novillos Hilton.