Todos se habían sorprendido por el fuertísimo crecimiento de la superficie dedicada a la colza en el Uruguay y algunos hasta preveían un efecto contagio hacia la Argentina. Pero el globo se comenzó a desinflar antes de cruzar el río. Y la nueva campaña 2023/24 llega con un fortísimo ajuste del área a sembrar de casi 40%. Desde una superficie récord de 350 mil hectáreas en el ciclo anterior, a entre 200 y 250 mil hectáreas este año.
Todos estaban sorprendidos con el crecimiento de la colza en el Uruguay, donde hay una ley agrícola que obliga a tener los suelos cubiertos y por eso fuerza a los agricultores a buscar alternativas invernales, que compiten con el trigo y la cebada. Hace 10 años la superficie dedicada a la colza era de unas 10.000 hectáreas; hace cinco años creció a unas 50.000 hectáreas; y en la zafra 2019/20 arrancó una fuerte expansión hasta superar las 300 mil hectáreas. El campo uruguayo se había teñido de flores amarillas.
Precisa la Reviste Verde que en la zafra 2022/23 el área de siembra de colza llegó a casi 345.000 hectáreas. La mitad se encontraba en los departamentos de Soriano (23,1%), Río Negro (14,6%) y Colonia (14,3%). El litoral-oeste abarca 66% y la zona sur el 37% del total del cultivo. Con esa superficie, el volumen de producción se ubicó por encima de las 500.000 toneladas, considerando un rinde promedio aproximado de 1.700 kilos por hectárea.
Pero ahora, con la siembra del cultivo de la nueva campaña prácticamente finalizada, en la zona de influencia de Paysandú, el área destinada a este cultivo se redujo alrededor de un 40% para esta campaña. “En otras filiales de Copagran la reducción fue aún mayor”, dijo a Informe Tardáguila Luis Simean, gerente de la cooperativa de la filial Paysandú.
Simean considera que mucha de esa superficie donde no se hará colza se pasará a trigo. En el caso de la cebada, la superficie de siembra en Paysandú será “algo superior” al año pasado con contratos de venta para la industria maltera y algo de cebada forrajera. “En el caso del trigo es más difícil estimar porque el cultivo se hace más libre y por cuenta propia, a diferencia de la colza y cebada donde hay contratos”, comentó el gerente de Copagran.
La baja de los precios ha sido determinante para el fuerte ajuste del área dedicada a la oleaginosa invernal. “En colza se podría vender, pero los precios están tan bajos que nadie ha cerrado”, indicó la fuente consultada. El año pasado, en plena cosecha, los precios de ese cultivo llegaron a los 550 dólares por toneladas y superaron incluso a los de la soja.