El presidente Alberto Fernández se reunió este mediodía con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Se llegó a especular antes de ese encuentro con la renuncia de ese alto funcionario, quien se enteró a último momento de la decisión de su par de Economía, Martín Guzmán, de elevar las retenciones a los derivados de la industrialización de la soja, el harina y el aceite. Pero tras esa conversación, fuentes del propio gobierno negaron esa posibilidad.
“No se toca al productor”, fue el argumento utilizado por el presidente para convencer a Domínguez de que no tomara decisiones precipitadas que mostraran divisiones dentro del gabinete. El titular de Agricultura había declarado hace dos semanas que no se iba a modificar el esquema de retenciones vigente a pesar de la suba de los precios internacionales de los granos. Lo repitió además varias veces la semana pasada, durante su presencia en la Expoagro.
La argumentación del Ejecutivo, que el domingo cerró la posibilidad de declarar nuevas ventas de aceite de soja y harina de soja, es parcialmente cierta y falsa a la vez. Lo que planea hacer Economía es eliminar el diferencial de retenciones que existe entre el poroto de soja (que tributa el 33%) y sus subproductos industriales (que pagan el 31%) De ese modo al productor no se le sube el descuento por retenciones, que permanece en el tope de 33%. Pero la industria aceitera sí deberá pagar más cuando exporte y por lo tanto disminuirá su capacidad de pago, por lo que seguramente se las ingeniará para descontar algunos dólares adicionales al chacarero.
El ministro Domínguez tuvo el viernes la primera noticia de que Guzmán planeaba este nuevo zarpazo al dinero del agro (unos 400 millones de dólares adicionales que surgen del fondo de una olla que ya implica una recaudación por retenciones al complejo sojero de unos 8.000 millones). Obediente, el domingo ordenó a sus funcionarios que cerraran el registro de DJVE, para evitar que las aceiteras anotaran nuevos negocios y pudieran esquivar la nueva suba de 2 puntos en las retenciones que prepara Economía.
De todos modos, ya son varias los desplantes que sufre el ministro de Agricultura, que asumió su cargo en septiembre pasado con la instrucción presidencial de recomponer las relaciones con las entidades del campo, según él mismo cuenta. La semana pasada, tuvo que estampar su firma para la creación de un fideicomiso triguero impulsado por Comercio Interior, con el que en la cartera agropecuaria nadie estaba de acuerdo.
Pese a ello, todas las semanas Domínguez debe lidiar con sus pares del gobierno, en especial con el secretario Roberto Feletti, que permanentemente exige un “desacople” mayor entre los precios locales de los granos y los del mercado internacional. Eso se logra subiendo más las retenciones (que en el caso de la soja ya están en el tope del 33%) o con una ampliación de este tipo de fideicomisos, donde los productores terminan pagando los subsidios a una serie de industrias alimenticias que proveen el mercado local.
De hecho, para mañana martes sectores de panaderos amenazan con realziar una marcha a Comercio Interior para que se les garantice el acceso a un harina más barata. Es más que obvio que la mano de Feletti está detrás de esa convocatoria.