Cuando las cosas no resultan como Atilra espera, aparecen los comunicados amenazantes. En un nuevo capítulo de la novela de SanCor y el intento fallido de algunos empresarios amigos del Gobierno de intervenir la cooperativa, este martes el sindicato lechero dejó traslucir su decepción por la caída de esta opción que sólo se sustentaba en fondos públicos.
Vamos a retroceder un año y medio atrás. Cuando la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) terminaba de cerrar el primer tramo de la paritaria 2021, aparecía un paro en todas las plantas del país, con un mensaje confuso sobre la situación de SanCor, e incluso una acusación velada al Gobierno santafesino por su falta de acción sobre el tema.
La Cooperativa con base principal en Sunchales empezaba a estar involucrada en un tironeo político, institucional, gremial y económico que directamente terminó siendo revelado por un empresario ajeno a este tipo de producción.
José Urtubey (Celulosa Argentina) salía en un diario de circulación nacional a manifestar su interés en mejorar la situación de la láctea y lentamente se fue conociendo que quienes lo acompañaban en esta cruzada solidaria. Marcelo Figueiras del Laboratorio Richmond (el de las vacunas Sputnik argentinas) y Gustavo Scaglione de La Capital de Rosario (perteneciente al grupo Vila-Manzano); y el abogado Leandro Salvatierra, completaban el plantel, mientas que sólo Jorge Estévez estaba relacionado al sector.
Lo más llamativo es que ninguno iba a poner un centavo en esta aventura por la lechería. El dinero debía salir de las arcas del Banco de la Nación Argentina. Así todos los habitantes del país debíamos aportar en ese momento unos 6.500 millones de pesos para que estos empresarios exitosos en sus rubros prueben suerte en un segmento muy complicado por la realidad, tanto en la producción primaria, como en la fase industrial.
Paros, reclamos, muchos comunicados, hicieron que de las reuniones mantenidas incluso con el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, terminen involucrando a Atilra en el empuje por esta opción empresarial solidaria con fondos públicos.
Sin embargo, no duró mucho la ilusión sindical de también manejar esta suerte de fideicomiso desfinanciado, porque de inmediato el grupo cercano al Gobierno volvió a dejar en claro en medios periodísticos que el gremio estaría en la conformación, pero no en la administración.
Así, el proyecto lentamente se enturbiaba más, porque jamás fue clara la idea de manejo, ni los objetivos, más allá de frases hechas que sonaban bien, pero que no blanqueaban lo que estaba claro, a SanCor no se la iba a salvar. El camino de esta formación de un fideicomiso era utilizar fondos públicos, despedir a unos 1.000 de los 1.700 empleados de la Cooperativa, plancharla un poco y en unos años, quién sabe.
Curiosamente el gremio aceptaba estas condiciones, que van en contra de su propia función de cuidar las fuentes de trabajo, sobre las que se hablaba a puertas cerradas, incluso con figuras políticas de mucha importancia no sólo en Santa Fe.
La primera advertencia de que este proyecto fracasaría se la tuvo con la resistencia en parte del Gobierno nacional sobre el aporte del Banco Nación. No era suficiente la visita de entonces figuras legislativas o funcionarios que aún siguen en el cargo, hasta que de boca de quién era titular del BNA, Eduardo Hecker, se confirmó una negativa a generar un nuevo “Vicentín en la gestión de Alberto”, con un préstamo sideral y sin sentido.
El golpe fue difícil de asimilar, hizo crecer el descontento, pero quedaban esperanzas de una manotazo a los dineros del Estado. Sin embargo las crisis políticas son inesperadas y fue con una más de ellas que se desvanecieron las oportunidades para este operativo rescate.
La renuncia abrupta del entonces ministro de la Producción, Matías Kulfas, se llevó el último aliento de este negocio y a pesar de intentar instalar alguna forma de consecución de fondos en los mercados, al no haber compromiso económico de los interesados, el precipicio fue inevitable.
El gremio Atilra comprometió mucho en este proyecto, sobre todo su palabra ante los trabajadores, e incluso agrandando las diferencias internas que por estos días también se ven con el conflicto de Lácteos Vidal. Pero que esto no podía avanzar, por múltiples complicaciones, a través de estas letras siempre se dijo.
Frente a esta realidad, el paro siempre parece ser la salida. El nuevo comunicado de Atilra sostiene que “el proyecto y compromiso del Gobierno Nacional para reorganizar y recuperar la capacidad productiva de SanCor, -que incluyó el armado de un Fideicomiso aprobado por la Asamblea de socios más la promesa de aporte estatal-, se encuentra estancado por falta de respuesta de las autoridades gubernamentales, situación que, ante esta problemática de tan vasta magnitud cuya crisis terminal viene siendo soportada por las y los trabajadores, nos obliga a retomar medidas de acción sindical”.
“Permaneciendo en estado de alerta y movilización, en los próximos días estaremos comunicando la batería de medidas que iremos realizando en conjunto, hasta la paralización total de la actividad en toda la industria lechera o, Dios mediante, hasta la solución del tema”, advirtió el escrito sindical.
Atilra ahora quiere lanzar un paro nacional, quiere descargar la ira de la forma que mejor maneja, pero en un Estado fundido no se puede rascar caja fuerte, por lo tanto sin voluntad de los empresarios solidarios sin fondos, ya no hay idea de fideicomiso que sostener.
En el momento de operaciones más álgidas en contra de la Cooperativa, con un planteo de crisis que no es tal, el impacto adentro de la empresa se sintió, sobre todo por la inseguridad que generaba en dadores de servicios, e incluso en los socios-productores, que habían aprobado en asamblea la posibilidad de avanzar en la opción, por creer que era el único horizonte posible para reposicionarse.
Una vez que se disiparon los rumores, el trabajo silencioso que el conjunto sancorista sigue haciendo empezó a mostrar resultados y hoy se han achicado plazos de pago, se mejoraron condiciones ante deudas, e incluso ya se rondan los 700 mil litros procesados por día, muy lejos del piso de hace más de cinco años.
Sólo los que detestan a SanCor no quieren que se recomponga. Estuvo cerca de andar por caminos muy sinuosos, aunque esté en medio de la geografía de la pampa húmeda.
Más allá del paro que puede desatar Atilra, en tiempos donde la conflictividad sindical está dejando de ser apoyada por el propio Gobierno, es probable que sin tantos nubarrones y amenazas la realidad de la Cooperativa tenga nuevas luces y reacomode su espacio en el mapa lechero argentino.
Hace seis años que los trabajadores de Sancor le ponen el hombro a la empresa perdiendo más del 40% de su salario, de eso no dicen nada. Satrapas. De qué mejoras hablan.
Basta de sindicatos ricos y trabajadores pobres. Hay empresarios que son una basura pero los que dicen defender al trabajador y lo traicionan por plata son peores.
Ojalá se termine de fundir asi deja dejan de joder gente
Ahora…que los sindicalistas, mantengan a los trabajadores. Ya que ellos, fueron cómplices del saqueo!!!!!!!