Puede que trabajar en la construcción de edificios o de puentes sea el sueño de muchos ingenieros civiles, pero no el de Carolina Pérez Taboada. De hecho, tuvo que acaparar una amplia trayectoria en el diseño de grandes estructuras para darse cuenta que, en verdad, ahí no era feliz, y que mejor debía volcarse a un sistema alternativo, menos nocivo y más sustentable.
“Me generaba angustia saber que las construcciones que hacía no eran buenas ni saludables”, señaló, al contar su historia a Bichos de Campo. Esa inconformidad la llevó a fundar su propia empresa abocada a la bioconstrucción y a demostrar que su especialidad da para mucho más que lo que comúnmente se piensa.
La Tercera Piel, su proyecto, opera hace ya 2 años en la provisión de paneles prefabricados de madera y paja para la construcción en seco. Trabajan a demanda y, a partir de cada proyecto que reciben, diseñan una propuesta técnica de modulación con todos los paneles portantes a utilizar. Una vez que su planta productiva ubicada en Moreno los fabrica, ya se pueden montar sobre cimientos de hormigón en muy pocos días.
Desde ya que Carolina no inauguró una nueva disciplina, porque la bioconstrucción ha proliferado en distintas partes del mundo. Eso no significa que no haya tenido que recorrer un tortuoso camino porque, explicó, “no está en los planes de estudio clásicos”. Es decir que aún ella, que es ingeniera, magister en tecnologías urbanas sostenibles y profesora de grado y posgrado en la Facultad de Ingeniería de la UBA tuvo que sumergirse mucho en el campo para poder dedicarse a lo que le gusta.
Y es contradictorio porque, estrictamente, la bioconstrucción es anterior a lo que consideramos convencional, es decir, el hormigón y acero. “Todas las construcciones patrimoniales están hechas de materiales naturales, como ladrillo, madera, cal y barro”, explicó la especialista, que enfatiza en que el hormigón “no tiene más de 120 años” y que, a la larga, demostró ser mucho menos duradero que los materiales que ella emplea.
En su caso, trabajan con fardos de rastrojo de trigo y dos tipos de madera, Eucalipto Grandis estructural o Pino Elliottis secado a horno. La elección de una u otra depende de una etapa clave para la bioconstrucción, que es el diseño bioclimático. Como el objetivo de fondo es el ahorro energético y la eficiencia en el uso de los materiales, no puede diseñarse la misma casa u edificio para la Pampa Húmeda que para la Patagonia.
Eso es lo que hace que su trabajo sea muy artesanal y personalizado, y lo que dificulta llevar adelante proyectos de construcciones pre-fabricadas, con modelos listos para instalarse en cualquier zona. De hecho, La Tercera Piel no completa el proceso, sino que está en el inicio, porque provee de los paneles y hace el cálculo estructural en base al reglamento CIRSOC 601, lo que garantiza la aprobación de la obra.
Que hay mercado para esta forma de construcción no quedan dudas, porque incluso hay todo un sector abocado a la sustentabilidad. El éxito que tuvo la Bioferia, celebrada entre el 4 al 6 de abril en el Hipódromo de Palermo, da cuenta de eso. Pero Carolina, que participó del evento con su empresa, señala que su propuesta es ir más allá de la alternatividad. “Yo quiero que la bioconstrucción sea una opción más, y no sólo para los convencidos e impulsores de la vida sustentable”, destacó.
Para eso, la ingeniera considera que se necesita “pulir mucho más la cadena de valor”, ya que de nada sirve entregar paneles bien hechos si después no hay quien sepa terminar el resto de la casa, o no se consigue la materia prima necesaria. Ya existen ciertos espacios que trabajan en ese sentido, como lo es la Red Protierra Argentina, de la cual Pérez Taboada es coordinadora, que nuclea a actores de todo el país abocados a la bioconstrucción y que funciona como red laboral.
Además, las edificaciones, que son de huella de carbono negativa y usan materiales renovables, pueden ser muy atractivas a la vista. La imagen de la casa estilo rancho, muy anclada a lo sustentable, no hace mella para estos proyectos. “La única prioridad es que los muros respiren”, explicó Carolina, y por eso suelen usar revoques internos de arcilla y membranas respirables para el exterior. Lo que vaya en la fachada depende del gusto de cada uno.
“Cuando habitamos espacios que no son herméticos, en los que los muros respiran, nos sentimos bien”, señaló, y en relación a eso fue que eligió el nombre para su empresa. En realidad, la tercera piel es el hogar y es una de las cinco pieles descritas por Friedensreich Hundertwasser, un artista plástico y arquitecto austríaco.
Los paneles, al estar hechos a base de paja de trigo, cuentan con una humedad menor al 15% y nulo valor nutricional, lo que es clave para que no se concentren plagas, hongos o insectos. Por dentro pueden pasar caños, si se lo desea, pero sería un grave error taparlos con mezclas de cemento porque, al impermeabilizar, concentraría más porcentaje de líquidos. Ahí aflora nuevamente la necesidad de contar con mano de obra especializada y de la materia prima adecuada, porque los tornillos estructurales, por ejemplo, son importados.
Por el momento, la empresa ha recibido clientela del conurbano bonaerense y del interior de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. La razón por la que no han podido trabajar en grandes ciudades es que los fardos que componen los paneles son de 35 centímetros de espesor y, como superan la media, encarecen mucho el costo de la obra. Además, la ingeniera explicó que “estos muros no pueden ser medianeros, porque hay que evitar a toda costa que entre líquido”, y la única forma de controlar toda la envolvente es con casas autónomas.
“Cuando habitamos espacios que no son herméticos, en los que los muros respiran, nos sentimos bien”, explicó.
Entretanto, en Europa, ya hay edificios construidos con este método, lo cual es absolutamente factible porque los paneles son portantes, y pueden diseñarse para sostener cargas. Ingeniería civil pura. “Por los beneficios que tiene este tipo de construcción, estaría buenísimo que se lo empleara para escuelas y edificios públicos”, señaló Pérez Taboada.
Que se ahorra tiempo no caben dudas. Desde la empresa estiman que pueden montarse 100 m2 en sólo una semana si los cimientos ya están listos. En cuanto a costos, la fundadora de La Tercera Piel asegura que no hay diferencias porque, “lo que no se compra en el corralón, se paga de mano de obra”.