La Provincia de Santa Fe es una de las mayores productoras de granos y carne del país, y por lo tanto también está cruzada por el intenso debate social por las aplicaciones con agroquímicos en torno a escuelas rurales y zonas pobladas. Pero a diferencia de otras provincias que buscan zanjar las diferencias imponiendo un criterio general, el gobierno local -de signo socialista- promueve un plan en el que cada unas de las 365 localidades defina sus reglas propias para establecer una buena convivencia entre vecinos y productores. Por supuesto, reglas basadas en la ciencia y el conocimiento. Por supuesto, reglas que pongan en el centro del debate el cuidado de la salud humana y del medio ambiente.
Resultó muy interesante conversar con Juan Manuel Medina, que es es el secretario de Agricultura de Santa Fe y el máximo responsable de bajar al inmenso territorio santafesino un programa destinado a intentar poner fin a esta polémica social, que amenaza la convivencia social entre zonas urbanas y zonas rurales. “Empezamos a trabajar con las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en octubre de 2018 junto al Colegio de Ingenieros Agrónomos de la Provincia. No es un programa del Ministerio de la Producción sino de todas las instituciones del agro”, remarcó el funcionario.
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La principal definición de este programa es que no existe una receta única válida para todos los santafesinos, y por lo tanto lejos puede existir una normativa que sea útil para toda la provincia. Medina lo dice con todas las letras: en materia de aplicaciones no existe una “ordenanza modelo” que pueda ser replicada en todos los municipios y regiones.
“Entendemos que no existe una ordenanza modelo. En Santa Fe hay una heterogeneidad climática muy grande. La ordenanza modelo atenta con las características de cada localidad en cuanto a lo agroclimático y en cuento a los acuerdos propios” afirma Medida, para quien son más útiles los acuerdos locales logrados gracias a la interacción de los vecinos con las instituciones locales, como el INTA. “Nosotros interactuamos con los vecinos y se generan acuerdos locales que no siempre son idénticos. Por ejemplo, en algunas localidades se ha decidido por ejemplo que se pulveriza solo de noche”.
Mirá la entrevista completa con el secretario de Agricultura de Santa Fe:
El esquema de trabajo para favorecer estos acuerdos locales consiste en designar un “implementador” que es un ingeniero agrónomo matriculado. Este profesional tiene a su cargo una serie de comunidades que debe recorrer semanalmente, para hacer primero un diagnóstico de la situación particular de cada una de ellas e intentar promover un acuerdo entre las partes. La barrida ya lleva recorridas 275 comunas y municipios de Santa Fe, de las 365 que existen en total.
“Ya tenemos el diagnóstico realizado en todas esas localidades y estamos revisando las diferentes ordenanzas, teniendo en cuenta el enfoque en la salud humana como factor principal, y el cuidado del ambiente. También el garantizar la producción en las zonas aledañas al casco urbano”, explicó Medina. La intención oficial es terminar este proceso con una regulación específica discutida y consensuada en cada una de las localidades.
El secretario santafesino agrega que con toda la información recopilada en el territorio se podría además pensar en la actualización de la Ley Provincial de Fitosanitarios”, pero que lo más importante sigue siendo “lo que se encuentra cuando va el representante del programa a cada comuna”. El implementador desembarca allí con un cuestionario de 40 puntos.
-¿Y qué se encuentran en cada uno de los pueblos?- preguntó Bichos de Campo.
.El primer problema tiene que ver con los metros. Los municipios nos preguntan siempre cual es la distancia óptima y nosotros les respondemos que justamente este programa apunta a salir de la lógica de la discusión de los metros.
Otros temas de debate frecuente en las distintas comunas tiene que ver con las aplicaciones aéreas y los principios activos autorizados, con eje en el polémico glifosato. “Hay mucho desconocimiento. Nosotros notamos también que la ausencia de profesionales vinculados a lo productivo en los municipios agrava el miedo frente a determinados productos y modos de aplicaciones. Es lógico que donde no haya profesionales haya mas temor”, reflexiona Medina.
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Pero muchas veces, según el funcionario, los temores de la comunidad urbana son justificados debido a que los productores tampoco hacen bien las cosas. Mencionó como ejemplos la falta de registración de muchas máquinas pulverizadoras. Pero más grave todavía, Medina dijo que el 80% de las aplicaciones con agroquímicos todavía se hacen sin la debida receta agronómica, que es obligatoria.
Medina dice que los incumplidores “en general son aquellos productores que no están cerca del casco urbano. Es un dato preocupante y por eso en este proceso vamos a avanzar hacia la receta on line, para legar al 100%, que los productores y para que entiendan que esta es una situación que los protege a ellos mismos”.