Por Matías Longoni (@matiaslongoni).-
¿Qué tienen en común la cooperativa láctea SanCor y la avícola Cresta Roja?
Son dos empresas alimenticias líderes de la Argentina, si. Ambas han caído en desgracia en los últimos tiempos, también. Así podríamos seguir largo rato, estableciendo paralelos entre una y otra.
Pero el parecido que debe destacar por estas horas es que ambas empresas están pasando a manos de grupos empresarios que hace bastante tiempo habían manifestado su interés por ellas. Es decir, terminan siendo absorbidas ahora, en 2018, por otras firmas que en su momento -varios años atrás- ya habían querido comprarlas y no pudieron hacerlo.
Este martes se confirmó, por un lado, que la cooperativa láctea SanCor (o mejor dicho, lo que queda de ella) convocó a sus asociados a una asamblea extraordinaria el 12 de abril para analizar y aprobar la venta de 90% de las acciones a la empresa agroindustrial Adecoagro. En esa asamblea se aprobaría la constitución de una nueva sociedad anónima a la cual se transferirán las plantas productivas, personal, centros logísticos y las marcas de SanCor y demás activos y pasivos vinculados a la oferta”. Luego Adecoagro desembolsaría, según fuentes extraoficiales, unos 120 millones de dólares para quedarse con el 90% de las acciones de la nueva firma.
Adecoagro, que fue fundada en 2002 con fondeo del magnate internacional George Soros, ya había hecho el intento de comprar la mayoría de SanCor a fines de 2006, cuando hizo una oferta para quedarse con el 67% del paquete accionario de la cooperativa láctea que, por aquel momento, vivía una grave crisis de endeudamiento que amenazaba llevarla a la quiebra.
Recordar: Página/12 : El rescate a SanCor llegó desde el Caribe
La política, en aquel momento, metió la cola. El ex presidente Néstor Kirchner consideró inadmisible que una entidad cooperativa del fuste de SanCor pudiera pasar a manos de un símbolo del capitalismo salvaje como Soros y recurrió a la ayuda que -en forma de petrodólares- le ofrecía su nuevo amigo, el presidente de Venezuela Hugo Chávez. La historia es conocida. Venezuela otorgó un generoso financiamiento por 80 millones de dólares a la láctea argentina, que se fue cancelando a lo largo de los años con envíos de leche en polvo hacia el país caribeño.
¿Qué sucedió desde entonces con SanCor? Jamás pudo remontar aquella crisis. Apenas la surfeó cuando comenzó de a poco a desprenderse de varias de sus joyas y negocios más apreciados, como la fabricación de yogures y postres, que hace un par de años cedió a la aceitera Vicentin por 100 millones de dólares, o de sus famosas leches maternizadas. En el contexto del favorable acuerdo con Venezuela, además, muchos de sus gerentes acomodados hicieron la plancha y algunos hasta se enriquecieron, mientras el conjunto de productores lecheros se empobrecía. A la vez, nunca se pusieron en marcha políticas de reducción de costos. Y se acumularon nuevos pasivos, no solo con el sistema financiero y comercial sino especialmente con el Estado y sus propios trabajadores, a los que se les deben varios años de aportes.
La política local, finalmente, no logró salvar aquella cooperativa. Solo demoró la historia y agrandó el quebranto inicial. Doce años después de su primera oferta, Adecoagro (ya sin Soros) se quedará finalmente con la empresa láctea (que ya no es ni la sombra de la que era entonces).
En el caso de Cresta Roja la historia es bastante parecida. En las últimas horas, la jueza comercial Valeria Pérez Casado otorgó la “tenencia precaria ” de los bienes de la empresa avícola (la incubadora, las granjas y dos plantas de faena) a una firma llamada Wade SA, que pertenece al empresario Joaquín De Grazia, titular a la vez de la mayor avícola del mercado local, Granja Tres Arroyos.
Cuando estaba en manos de sus fundadores, los hermanos croatas Ivo y Milenko Rasic, la política vernácula cebó a Cresta Roja, por entonces la segunda mayor avícola del país, con 13% del total de la faena, a hacer lucrativos negocios con Venezuela, que luego terminaron complicándola cuando bajaron los precios del petróleo y el gobierno de Chávez y luego de Maduro comenzó a escamotear los pagos.
Rememoran los entendidos del negocio que en aquel momento De Grazia ofreció ayuda a los Rasic haciendo una oferta por una parte de la empresa, pero que éstos se negaron. Así llegó la convocatoria de acreedores en julio de 2014 y un primer salvajate a Rasic de parte del gobierno de Cristina Kirchner y Daniel Scioli, que inyectaron millonarios fondos a la avícola para que no se cayera y dejara en la calle a más de 3.500 trabajadores justo antes de las elecciones de octubre de 2015.
Con el macrismo en el poder, la política siguió metiendo mano en los asuntos de Cresta Roja, ya que el Gobierno empujó a un empresario “amigo” a hacerse cargo de las operaciones en febrero de 2016. Se trataba de Santiago Perea, que fundó un grupo llamado Proteinsa.
En octubre de ese mismo año, un envalentonado Perea ofertaba 121 millones de dólares para quedarse con la avícola en una subasta judicial. Con semejante oferta se impuso a un segundo grupo liderado por, sí, Granja Tres Arroyos, la empresa de De Grazia, que solo ofertó por 80 millones de dólares.
Se especuló entonces que, bendecido por la política, Perea compraba Cresta Roja solamente para ordenarla y revenderla al poderoso grupo Brasil Foods (BRF). Pero algo falló y a mediados de 2017 la compañía avícola rescatada por los sucesivos gobiernos volvía a ser un colador por donde se fugaban cientos de millones de pesos. Los más perjudicados, una vez más, fueron la AFIP y los trabajadores: muchos se quedaron sin trabajo y con indemnizaciones impagas, y a los que conservan el puesto ya les deben un salario completo y los aportes patronales de muchos meses.
Fue recién en febrero pasado que el gobierno parece haberse resignado y aceptó una nueva propuesta de Granja Tres Arroyos para hacerse cargo de la malograda Cresta Roja, no sin antes haber gastado sumas millonarias de recursos públicos en tratar de enderezar la empresa. De Grazia desembolsaría los mismos 80 millones que ofreció hace dos años.
Gracias a la política que supimos conseguir, en este caso el pase de manos se demoró unos 4 años, desde 2014 a la fecha. En el medio, lejos estuvo Cresta Roja de mejorar su situación. Todo lo contrario, se acumularon nuevas deudas, hay un nuevo concurso de acreedores, y quedó un enorme pasivo laboral. Granja Tres Arroyos absorbe ahora una empresa que es la sombre de lo que supo ser aquella gran avícola.
¿Qué tienen en común entonces la cooperativa láctea SanCor y la avícola Cresta Roja?
Que ambas son empresas de un país, la Argentina, donde la política berreta siempre prefiere estirar las agonías y congelar la historia en vez de enfrentarse con los verdaderos problemas.