Me pasaron el teléfono de Carlos Lewis porque consideraban que sería interesante hacerle una nota. Lo llamé y me fui enterando de su vida de ingeniero agrónomo, de 59 años de edad, nacido en Salta capital, que reside en Coronel Moldes, donde cultiva tabaco y ajíes y elabora quesos de cabra. Esta ciudad se ubica en el Departamento La Viña, en la misma provincia de Salta. Su Finca ‘Santa Anita’ queda sobre la calle ‘Piedra morada’, en la antigua ruta a Guachipas, a dos kilómetros del pueblo y muy cerca también del dique Cabra Corral.
Este hombre canoso, alto, de voz gruesa y sentenciosa, vive un ritual cada noche cuando se sienta a escribir su legado mientras fuma su pipa. El mismo que la tierra y sus habitantes le han ido brindando a él, a golpes y a versos.
La charla comenzó con una de sus incalculables andanzas, contándome que hace unos veinte años escaló el Himalaya con su hermano Alejandro, alias “Dalai”, quien fue guía de la renombrada expedición a Llullaillaco, durante la cual se hallaron las asombrosas momias, y que luego falleció en el pico más alto de Bolivia, en el Sajama, su montaña sagrada por excelencia.
De todas esas vivencias tiene miles de anécdotas llenas de mística, de él mismo y de su hermano. Para escucharlas hay que ir a visitarlo con tiempo. Porque este hombre es una caja de sorpresas al contar, cual retumbos, sus cientos de vidas tan diversas, en una sola vida.
Se dice que los acuarianos son soñadores y quieren cambiar el mundo. Pues a Lewis le cae a plomo éste, su signo. Se confiesa felizmente casado y con seis hijos. Y confiesa su pasado en la gestión pública y en la Política, con mayúsculas, de lo cual no se arrepiente. Fue secretario de la Producción de su provincia entre el año 2001 y el 2003. También fue intendente de Moldes desde 2003 hasta 2007. En esa ocasión creó la “Fiesta Nacional del Perro Pila”. Es la única raza de perro americana. La fiesta se realizó hasta 2012, cuando lamentablemente se dejó de hacer. Pero felizmente queda un grupo de personas que se dedica a su rescate.
En su finca Lewis cultiva tabaco, pero además ha creado una hostería en 1998, en la que a veces en vez de cobrarle al hospedado le canjea alojamiento por algunas enseñanzas. Porque tiene claro que en la vida, el dinero es sólo un medio para ganar cosas más importantes, como amistades, sabiduría y tantos otros valores.
Colecciona cuchillos y está orgulloso de que uno de sus hijos sea hoy artesano de la plata y del cuero. Él mismo se ha hecho varios cuchillos a partir de machetes viejos, y tiene uno de Nepal, otro de Katmandú y hasta uno de Noruega. Escribió un libro titulado “El puñal del chamán” y realiza una reunión anual de coleccionistas de cuchillos de toda América. Este año incluirán un taller de tan noble oficio.
Carlos, también ha incursionado en la televisión, y lleva cinco años realizando un programa de radio de 7 a 9 de la mañana, que se llama “Entre mate y mate, informate”.
Me contó Lewis que en la década de 1990, el Valle de Lerma era potencialmente la cuenca caprina más importante de la Argentina, y que él y su familia comenzaron a elaborar quesos en esa época. Importaron semen y animales en pie, de Australia y de Nueva Zelanda, para mejorar la raza local con destino lechero y para la elaboración de los quesos y demás derivados. Me destacó que, como grupo, fueron los primeros en inseminar por laparoscopía. Y resulta que llevó un hombre del Chaco a Moldes que sabía curtir cueros. El mismo, decidió quedarse y abrió un restorán, y comenzó a enseñar a curtir los cueros a varias personas, al punto que hoy, aprovechan totalmente muchos cueros que antes se desechaban.
Pero las actividades de Carlos son muchas más. Posee una colección de ajíes picantes asombrosa. Me explicó que el ají del monte, ese diminuto, de medio centímetro de diámetro hasta de un centímetro y medio, al que los salteños llaman “Quitucho”, es salvaje y no se deja domesticar. Los pájaros lo distribuyen al comerlos, y hasta las mismas vacas.
Sucede con ese ají lo mismo que sucedía con la planta de yerba mate, ya que los curas jesuitas habían hallado el modo de domesticarla, pero cuando fueron expulsados se llevaron aquel secreto, y quienes pretendieron continuar la explotación de la yerba, tardaron unos cien años en redescubrir el modo. En el INTA Cerrillos investigan al Quitucho hace mucho tiempo como para poder sembrarlo, a fin de que se pueda comercializar.
Lewis lleva años trasplantándolo en su finca, y posee ajíes de hasta 15 años de antigüedad. Una planta le ha llegado a dar 3500 frutos.
Posee quituchos de varias medidas, una variedad de ají, en extinción, llamado Urupica, y también Habaneros, Jalapeños, Locoto, Cayena, uno que se llama Corazón de Buey, y hasta uno tailandés.
Me aclara que el ají, si se aprovecha con moderación, como alimento, no irrita los intestinos ni produce gastritis, ni tapa los sabores de las comidas, sino que los realza. Posee muchas propiedades: fortalece el sistema inmunológico, es vasodilatador y hace que el cuerpo transpire, y tal vez por esas virtudes se lo consuma curiosamente más en las regiones cálidas de América, que en las frías.
Con amigos, Carlos ha creado en Facebook, “Locos por el ají”, para quienes quieran sumarse a esta picante cultura.
Un día se cansó de los agroquímicos y hoy sólo cultiva tabaco orgánico. Al principío no se quería dedicar a ese cultivo, y sin embargo me cuenta que esa planta sagrada para los antiguos, con el tiempo, le ganó el corazón y hasta hoy no ha cesado de transmitirle enseñanzas profundas y llenas de misterios.
Hace unos años, en su casa de Moldes, Carlos les transmitió a dos jóvenes cordobeses sus enojos y sus sueños respecto del tabaco, y de repente allí nació un proyecto que se hizo realidad, y que asesora hasta hoy: la marca “Sayri” de tabaco orgánico para armar. Sayri es una palabra aborigen que refiere al espíritu del tabaco.
Me habló del “Rapé”, que es un polvo del tabaco que se inhala con pipas especiales. En Brasil lo llaman “Acre”, y allí producen varios blends. Se lo inhala desde tiempos remotos porque dicen que “el tabaco te limpia” y te transmite conocimientos, te abre el alma, a un conocimiento que está en el orden de los chamanes. En contacto con las mucosas, su asimilación es lenta, en cambio el Rapé es más directo al inhalarlo. Carlos me transmite la curiosidad de que tenemos una parte “tabaquera” anatómica entre nuestro índice y el pulgar. Por todo esto y mucho más es que él sólo fuma puros y en pipa, sin vicio, sino como un ritual.
Fue así como en 2003 decidió crear el Museo del Tabaco “Puerta de Díaz”, en su viejo secadero de tabaco. Lo hizo porque el tabaco es una planta sagrada, “maestra” para los antiguos, y está en la base de las culturas americanas. Por ejemplo, allí expone cientos de pipas que le han donado, con las que se fuma el Rapé.
Escribió además otro libro sobre “Relatos místicos”, y ahora está escribiendo uno sobre el museo del tabaco.
Pero también, antes, en el año 2000, había creado en su casa un Museo Arqueológico.
Este hombre con alma de chamán y de mahatma (en sánscrito significa Alma Grande) tiene las puertas abiertas de su casa y de su corazón como aquel panadero Don Juan Riera, inmortalizado en una zamba por el Cuchi Leguizamón. Nos invita a compartir todo lo que la vida, en las manos de su Madre Tierra, a él le ha dado. Los lunes se junta religiosamente con amigos en Salta Capital a reflexionar y filosofar sobre la vida y a tratar de interpretar el tiempo histórico que le toca vivir.
Como si fuera poco todo lo que les he contado sobre Lewis, debo decirles que además, como buen salteño, toca la guitarra y canta el buen folklore, al punto que cualquier noche o asado diurno le son excusas para armar una peña con sus amigos, mientras que una buena moza de negras cimbas, se pone a cimbar, es decir, trenzar o repulgar unas empanadas con un buen “recado” (relleno) jugoso, de esos que obligan a comerlas de patas abiertas, y un tinto cafayateño. Suele cantar en esas veladas una canción de Los Huayra titulada “Vengo de arriba”, de su disco “Pueblo”. Carlos se la quiere dedicar a nuestra audiencia.
Excelente nota!!!!!
El amor hacia nuestra tierra y sus creencias, enmarcada con la actitud de respeto como Carlos realiza a diario, es un ejemplo a seguir.
Felicitaciones.
Felicitaciones querido Carlos!!!!
Me vienen a la memoria duros y hermosos momentos vividos con vos, el querido Ale (siempre presente) y otros amigos, cuando hicimos el cerro San Miguel.
Dan ganas de visitarte en ese lindo lugar, que parece “tu lugar en el mundo…”
Sentido abrazo!
Sergio Cabrera