La familia Luna había comprado, hacía unos 20 años, una finca de 60 hectáreas en la localidad de Higuera Chacra, en el Departamento Robles, a 22 kilómetros de la ciudad de Santiago del Estero capital y a unos 8 kilómetros de Beltrán, sobre la Ruta 34. Era un campo bien abonado, porque había sido un criadero de cabras.
Ellos, sin embargo, no continuaron con esa crianza, sino que desarrollaron actividades agrícolas, sembrando alfalfa, maíz, cebolla, melón, olivos, y hasta duraznos para consumo familiar. También criaron vacas, ovejas, cerdos, pollos y caballos. De todo menos cabras.
Hace más de seis años algunos integrantes de la familia Luna viajaron a Mendoza y allí se enteraron de que en su propia ciudad natal, en Santiago del Estero, se habían sembrado las primeras vides dentro de lo que es el actual territorio argentino. Hallaron un texto con el título de “Legado de monjes e incas”, que decía que en el año 1556 llegaba desde la ciudad chilena de La Serena el clérigo Juan Cedrón, para celebrar misa. Y como para la celebrarla debía haber vino, llegó con las primeras estacas de vid para producir vino de misa.
Así, sin proponérselo, aquel cura dio origen a la industria vitivinícola en nuestro país, que luego se extendería a otras regiones, especialmente Cuyo y luego Salta.
Aclaremos por qué se llama a Santiago del Estero como la “Madre de Ciudades”. Los primeros asentamientos de lo que hoy es el territorio argentino fueron fundados por los españoles en las siguientes fechas:
- En 1527 Sebastián Gaboto fundó el Fuerte de Sancti Spiritu a orillas del río Carcarañá, en la provincia de Santa Fe, donde hoy es Puerto Gaboto. Pero fue destruida por los aborígenes en 1529.
- Pedro de Mendoza fundó Buenos Aires en 1536, pero como también fue destruida por los aborígenes en 1541. Juan de Garay tuvo que refundarla en 1580.
- Sucedió después de Santiago del Estero, que fue fundada definitivamente en 1553, luego de los asentamientos previos de Del Barco 1, Del Barco 2 y Del Barco 3, en 1550, 1551 y 1552, respectivamente.
La familia Luna comenzó la actividad vitivinícola como hobby y copiando a quienes en el país comenzaron a producir en los últimos años vinos en los llanos. Cada año visitaban una bodega de las que no son de altura, como una en la ciudad de Colón, Entre Ríos, y otra en Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba. Hasta que en el año 2013 compraron 1000 plantas de vid para probar la adaptación al suelo. Al año siguiente compraron 1500 plantas más. Luego aplicaron riego por goteo. La zona es una zona donde no hay tantas piedras como en Mendoza, pero les falta la altura privilegiada de la región cuyana.
El tercer año, en 2015, comenzaron a construir la bodega. La terminaron en septiembre de 2019 y la inauguraron el 4 de octubre pasado. Se destaca por ser una edificación muy moderna y diseñada para que el turista puede conocer en detalle los pasos de la producción viñatera hasta llegar al vino envasado.
Así, el vino Finca María del Pilar se convirtió en el primero de la provincia de Santiago del Estero certificado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). El 7 de octubre comenzaron a comercializar el vino en forma oficial en la Feria Internacional de Turismo (FIT) de Buenos Aires y recibieron pedidos para diversas provincias.
El enólogo Juan Manuel Mallea va desde Mendoza cada diez días a trabajar en la bodega, y lo mismo hace el técnico agrónomo Javier del Favero, que se ocupa del cuidado de las vides. La poda se realiza en julio. En la primera semana de 2019 realizaron la primera vendimia y comenzaron la primera producción.
Lograron un varietal, el Malbec, con una producción de 3000 botellas. También elaboraron un ‘blend’ joven (es la fusión de dos o más varietales) de tres cepas: Malbec, Petit Verdot y Syrah, con unas 1400 botellas. Buscaron un vino de aroma frutal, de color intenso, ataque dulce y boca redonda, sin presencia de madera.
De este blend fraccionaron una parte para guardarla en barricas de roble francés, que resultará en un Reserva Blend que será envasado en 1500 botellas en febrero de 2020.
También tienen un Cabernet Sauvignon. Y están apostando a la uva Ancellotta, de origen italiano, y la Marselán, de origen francés.
Esta bodega santiagueña es una de las pioneras en el trabajo con estas cepas en la Argentina. Hay una bodega mendocina de propiedad de tucumanos, que está trabajando la uva Ancellotta, que es una variedad de uva que crece sobre todo en la región italiana Emilia-Romaña. La Marselán es una variedad de vino tinto francés que es un cruce entre Cabernet Sauvignon y Garnacha. Fue criado por primera vez en 1961 por Paul Truel cerca de la ciudad francesa de Marseillan.
Así como Mendoza tiene el Malbec, Tucumán el Bonarda y los Valles Calchaquíes el Torróntés, ellos están buscando una cepa identitaria de su provincia.
La familia Luna ya no siembra más maíz, ni melón, ni cebolla, pero mantienen el olivar como atracción turística y proyecta elaborar mermelada de duraznos para agregar valor a su finca. Piensa ofrecerlo a la venta para los turistas que los visiten.
El gobierno provincial los ayuda muchísimo en la difusión desde el área de turismo. Además, se ha confeccionado una ruta del vino del noroeste.
Mi querida amiga, la ingeniera Eve Luz Yñiguez, promueve desde el INTA el Turismo Rural para la promoción de todos los productos regionales de su amada tierra de Santiago del Estero. Ella fue quien me presentó a la familia Luna y me contó que están planificando para marzo o abril de 2020 realizar salidas turísticas de campo que confluyan en un visita a la Bodega Finca María del Pilar, con actividades para pasar el día.
Una opción será visitar la bodega a la mañana temprano con desayuno regional. Tras recorrer los viñedos, habrá almuerzo criollo con cata de vinos, degustaciones de quesos de cabra, alcaparras y demás productos locales. La otra opción será de tarde. Luego de la recorrida la idea es quedarse a cenar y pasar una parte de la noche compartiendo la experiencia de un patio santiagueño, escuchando vidalas o los sonidos del monte, respirando aire puro y bailando chacareras al retumbo de bombos legüeros. A la luz de la luna, observando estrellas.
Parece que a esto le llaman turismo holístico, abarcador e integrador de diferentes experiencias sensoriales.
En octubre de este año, un productor de la zona ha plantado 10.000 vides en su finca y les proveerá para ir aumentando su producción. La Bodega Finca María del Pilar es el reflejo del esfuerzo de una familia por llevar a cabo un proyecto para convertir tierras áridas e inhóspitas en un polo vitivinícola de vanguardia, que genere trabajo, atracción turística, y donde se elaboren vinos de alta calidad que sean orgullo provincial y nacional. Y que hasta se exporten. Es gente que apuesta al trabajo y sueña con ver cada día mejor a su provincia.
Qué mejor que celebrar este gran acontecimiento del primer vino santiagueño con una chacarera, junto a la familia Luna y a mi amiga Eve Luz Iñiguez. “El embrujo de mi tierra”, interpretada por Peteco Carabajal, que compuso además la música. La letra es de Carlos Carabajal, su tata, el padre de la chacarera.