El Ministerio de Agricultura, la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar) y el Fondo Vitivinícola Mendoza abrieron La Semana del Vino como Bebida Nacional de un modo original y curioso: con un evento artístico de altísima calidad realizado el jueves 21 en el CCK titulado “Las Voces del Vino”. Apuntó a promocionar y exaltar la gran cultura vitivinícola argentina, que este domingo 24 celebra además el día nacional del vino.
Estas instituciones convocaron al prestigioso Popi Spatocco, quien fuera el director musical y arreglador de Mercedes Sosa durante 22 años, para que creara una obra musical en honor al vino. Fue así que Popi seleccionó a 25 talentosos artistas de la música popular argentina como Pedro Aznar, Kevin Johansen, Hilda Lizarazu, Franco Luciani, Martina Flores, Javier Montalto, Manu Sija, Ariel Ardit, Ligia Piro, Melania Pérez, Nadia Larcher y Verónica Condomí, para interpretar canciones exquisitas del repertorio nacional. Además conformó una orquesta sinfónica para la ocasión. Le cantaron al Cuyo, a Cafayate, pero también hubo canciones de Cerati y de Divididos.
Lalo Mir fue el presentador. Siempre ocurrente y simpático, dijo que el vino, como la música, se comparte.
Este espectáculo serpa televisado este mismo domingo 24, Día Nacional del Vino, a las 23 por la televisión pública. Durante el espectáculo se proyectaron imágenes del documental “Las Voces del Vino”, que se podrán ver también por televisión. Este material puede verse completo aquí:
En la actualidad se consumen anualmente en la Argentina, 18,3 litros de vino por habitante. Del total de producción nacional se exporta un 25%, y el 75% queda para el consumo interno, posicionando a la vitivinicultura como el décimo complejo exportador más importante de nuestro país. El producto insignia en la mesa de los argentinos y en las góndolas de supermercados del exterior es el varietal Malbec, que tiene singularidad y prestigio mundial. Un dato es que el vino argentino se paga más que el chileno en el exterior.
El Presidente de la Coviar, Ángel Liotta, resaltó que “Argentina es el único país en el mundo, que declaró al vino como Bebida Nacional, a través de una ley aprobada por unanimidad en el Congreso”. Y comentó que “El vino comenzó con la llegada de la uva francesa a nuestro territorio, y los varietales y viñedos tomaron características especiales gracias a las condiciones climatológicas y de suelo”.
Los árabes llegaron a las tierras mendocinas a dedicarse a los almacenes y curtiembres, pero los inmigrantes españoles, italianos y franceses venían buscando tierras para dedicarse a la vitivinicultura, que en el Viejo Continente estaba avanzada.
El vino tiene mucho arraigo con la tierra y la industria tiene la virtud de una gran diversidad, lo que abre un abanico productivo a más de mil bodegas, que les permite a las más pequeñas proveer a las grandes. Parece que esto ha salvado a varias PyMEs de la vitivinicultura de perecer ante la gran crisis que llevó a cerrar a tantas, de otros rubros.
Pero hablando de la cultura del vino, es bueno detenernos en aquello del consumo responsable. El vino debe ser tomado con mesura, y debemos saber hasta cuándo tomar y en qué ocasiones no hacerlo.
En una zamba el Cuchi Leguizamón relata que a un mozo le hace falta “un empujón del diablo para enamorar” a una moza. Y en esas situaciones es cuando el vino puede ayudarlo al paisano, a desinhibirse.
Es el vino que nos ayuda a ponernos alegres, pero sin llegar a volvernos cargosos y repetitivos. El más grande referente de la canción cuyana, compuso una cueca, “Póngale por las hileras”, en el año 1949, que resultó ser el himno de las vendimias hasta hoy. En ella hace referencia a que “en el tiempo de cosecha, qué lindo se pone el pago, (porque) hay un brillo de ‘chapecas’ en los ojos del paisano”. Las chapecas son las trenzas, el pelo renegrido de las mujeres criollas. Con lo cual más de un vendimiador habrá recurrido a darse un empujoncito del diablo pa’ enamorar a una buena moza. Al final dice “…y entre coplas un vinito que se llama ‘expurga sueños’”.
Segismundo Freud entendía que los sueños eran la tentativa de resolver o expurgar situaciones reprimidas y mal resueltas, deseos insatisfechos.
Para los operarios, expurgar significa limpiar y sacar todo lo malo, de modo que el vino como “expurga sueños” viene a oficiar de quita penas o limpia sueños, que nos ayuda a sacar afuera lo que nos aqueja o molesta. ¿Y quién no tiene un entripao?
Pero volvemos al principio: si lo tomamos con discreción, el vino nos alegra la vida, nos acompaña en la soledad, y es un delicioso mediador en los encuentros, que puede ayudarnos a desnudar nuestra alma y mostrarnos tal cual somos. Por eso, el gran poeta jujeño, Alejandro Carrizo metaforiza en una zamba: “descorchame el alma”.
El poeta Julián Zini nos confirma que el vino está en el ADN de los argentinos, cuando dice: “Tenía razón el borracho, pensando bien es verdad, el vino es sangre de Cristo, porque es sangre popular”.
En 2020 se elaborará el Plan Estratégico de los próximos diez años, y por suerte el vino tiene mucho mercado aún, tiene mucho futuro. No se lo pierda al concierto en la TV Pública.
Nos despedimos con la versión de “Póngale por las Hileras”, cueca cuyana, deFélix Robustiano “Dardo” Palorma, interpretada por el dúo Orozco-Barrientos, que fue convocado para el evento, pero tenían un compromiso en Brasil: