Bernardo “Lalo” Martínez nació en Allen, Río Negro. Tiene 64 años de edad y 4 hijos, pero parece más joven, y tal vez su secreto sea haber sido feliz, siguiendo los pasos que su corazón le fue marcando.
De entre siete hermanos, fue él quien eligió continuar con el noble y sacrificado oficio de su padre, la apicultura. Su papá había sido, sobre todo, herrero de estancia, pero además, apicultor de alma. Y Lalo también tuvo varias pasiones desde joven, porque además del oficio de la miel tuvo una gran vocación artística, que desarrolló en las danzas nativas, como bailarín profesional y docente en la Escuela Municipal de Danzas de Allen. También en el ámbito de la poesía.
Como poeta se ha ganado el reconocimiento de su gente, al punto de que el pasado 15 de marzo de 2019 fue convocado para recitar un poema propio en la reinauguración del hospital Doctor Ernesto Accame, renovado y dotado ahora de alta complejidad. Lalo tiene ya cuatro libros editados. Entre éstos, Memorias de la vieja estancia (sobre los alemanes en Río Negro), Viento Patagón (de poemas), Mirando los Recuerdos (con fotos, notas ilustradas y versos). Está gestando el quinto y el sexto libro: uno referente a la cárcel del Neuquén y el otro sobre puesteros y crianceros del Departamento Añelo.
Además de ejercer la docencia en danzas nativas, Lalo ha integrado el grupo de malambo Los Baguales durante 20 años, luego integró el grupo Melipal, de Neuquén, durante seis años, y hoy integra el Grupo Sur. Con todos ellos nos ha representado en el mundo entero y esos viajes lo han nutrido aún más para su poesía.
La casa de Lalo tiene aire de peña y de museo, porque no le falta un horno de barro, una parrilla en un buen salón para juntarse a churrasquear y cantar y recitar con sus amigos, a la luz del fuego sagrado. Su casa está llena de símbolos en busca de identidad rural y patagónica.
Lalo explica que cuando uno no tiene su propio campo, debe ir a pedir permiso a los campos o chacras ajenos para poder entrar y dejar sus colmenas, arrimándolas hacia las bardas, donde las fumigaciones no son tan intensas, buscando las flores de trébol, de alfalfa y melilotus. Hoy las tiene ubicadas en cinco lugares, unas 40 colmenas en cada lugar. Todas las semanas sale temprano a controlarlas.
En los crudos inviernos es notable cómo las abejas acumulan su calor formando una aureola de nieve derretida sobre el cajón de la colmena. Las abejas criollas son las que más se adaptan a aquella región.
Me cuenta Bernardo que este año, a causa de la sequía, la producción en vez de ser de entre 20 y 25 kilos de miel por colmena o cajón, será esta vez de 15 kilos. Es que allá no es como en las mejores zonas de nuestro país, que la producción rinde unos 50 kilos por colmena.
Lalo lleva su miel a una planta de extracción que le cobra el 10% de su cosecha, y la acopia en tambores de 300 a 340 kilos. La lleva a su casa, en la que la fracciona en envases de cuarto, medio y un kilo, que vende a comercios medianos de su ciudad, para que esté en góndola a 150 pesos el kilo, cuando en los supermercados grandes llega a estar a 200 pesos. Recuerda que históricamente el kilo de miel equivalía a un kilo de carne.
Bernardo se crió en el campo y aprendió todos los oficios: a pialar, capar, esquilar, carnear, ordeñar, curar las ovejas y esquilarlas. Hombre de corazón grande y generoso, hoy está feliz porque hace poco trabaja con uno de sus hermanos en la producción de miel. Otro de sus hermanos no pudo seguir el mismo oficio porque era alérgico.
Tiene otro hermano al que le apasiona hacer asados, y cualquier ocasión le sirve de excusa para encender un fuego. Y cuenta que suele asar un lechón, y untarlo con miel en las partes que son menos sabrosas, mientras lo asa. Ni hablar de la ya instalada moda de untar una carne con miel y mostaza, porque queda tan exquisita, que puede extasiar al más indómito comensal.
Así pasa su vida, Lalo Martínez, endulzando a su vez nuestras vidas con la sabrosa miel y con sus poemas llenos de emoción. También con su danza.
Si quiere leer algún poema de Lalo, le sugiero buscarlo en Facebook, como Bernardo Martínez . Luego busque Podador o Sufrimiento Americano. También podrá verlo recitar su poema al hospital recién inaugurado. A quien ande por Allen, no deje de pasar por su casa, donde podrá comprar su deliciosa miel, compartir una velada y seguir viaje con el corazón lleno de poesía.
Lalo quiso dedicarle a nuestra audiencia la canción “Otoño en Huechulafquen”, con letra de Marcelo Berbel, y música de Ricardo Parada, por los Hermanos Berbel, Marité y Hugo “Chelito” Berbel.
Un ejemplo de Hombre, amistad y humildad.
Un Señor.
Un genio, un niño, un amigo, un consejero, un chúcaro.
Eso es Lalo