José Miguel Minetti tiene 52 años y nació en Suardi, departamento San Cristóbal, en la provincia de Santa Fe, a orillas de la región pampeana y cuya actividad principal es la producción lechera. En su pueblito lo apodaron “Cuchefa” y luego le quedó “Cuche”. Desde muy chico le afloró la pasión por la música: a los 4 años ya cantaba tangos, estudió guitarra a los 7 y a los 12 se recibió de profesor. Con 17 años integró un “Cuarteto Parrandero”, familiar y orquestal.
Pero de muy joven, además, le atraía lo ecológico y soñaba con ser guardaparques. A esa misma edad se fue a estudiar Ingeniería Forestal a Santiago del Estero, y allí se recibió.
Cuenta que en su pueblito del interior de Santa Fe se solía mirar más hacia el sur que hacia el norte del país. Pero cuando fue a estudiar a Santiago, la magia de su monte, de sus peñas y la enormidad de amigos que hizo lo enamoró del Noroeste. Para colmo de bienes, fue la época de Jacinto Piedra (QPED) -que en su provincia lo llamaban “El garganta de oro”- junto a Peteco Carabajal. También del gran bailarín Juan Saavedra y fue cuando surgió el Dúo Coplanacu.
Uno se pregunta cómo, siendo guitarrero y cantor, con tanta farra, pudo llegar a recibirse de ingeniero…. Fue tal la inspiración que tuvo en esa época, que escribió y compuso algunas zambas y chacareras, como su sentida “Zamba a Suardi”, que junto a la chacarera ”Tiempo del monte” grabó en 2017, a modo de aficionado. Hoy interpreta con gran sentimiento a Javier Ruibal y dice que le gusta escuchar al talentoso tucumano Juan Quintero, quien supo asombrar a Raúl Carnota.
Cuche luego consiguió trabajo como extensionista de comunidades campesinas en un pueblo de Salta, Los Toldos, al cual se accede sólo por territorio boliviano. Más tarde fue a Aguaray a trabajar en un proyecto de desarrollo forestal. En 1999 ingresó al INTA con la misión de conformar lo que hoy es la Agencia de Extensión Rural Tartagal. Ya en sus tiempos de estudiante había hecho una pasantía en la AER INTA en el Delta del Paraná. En 2008 fue nombrado director de la AER de INTA Yuto, en Jujuy, y hoy es director del Centro Regional Salta-Jujuy del INTA.
Cuando le preguntan cómo hace para trabajar en dos provincias simultáneamente, responde: “Existe una heterogeneidad agroecológica en las dos provincias y comparten situaciones. Por ejemplo, la puna Salteña-Jujeña, la zona del Ramal en Jujuy y la Subtropical en Salta, o los Valles templados de Jujuy y los de Salta. El INTA –dice- hoy tiene la posibilidad de abordar esos territorios con sus herramientas, como son las Plataformas de Innovación Territorial (PIT) y la idea es que las visiones de las dos provincias se conjuguen o se plasmen y permitan abordar actividades comunes y que eso aporte al Plan Estratégico del Centro Regional Salta-Jujuy.”
Además, afirma: “Con el INTA tenemos oportunidad de ser plataforma de políticas públicas. El INTA cada vez más trabaja en forma articulada. Tengo la vocación de servidor público y esta institución me brindó todo”.
Pero además de su afición por tocar la guitarra y cantar folklore, a Minetti le encanta cocinar. Y no sólo comidas criollas, ya que conoció a un tailandés y le apasionaron muchos platos de ese país, que aprendió a preparar. Además cocina niños envueltos en hojas de parra, y le gusta preparar currys. Con mucha paciencia elabora embutidos en su casa al estilo piamontés: salames, bondiolas y chorizos parrilleros. Ama hacer asados de cortes anchos y a fuego lento.
Prepara el locro según la tradición salteña y el reciente 25 de Mayo lo cocinó a fuego de leña y con mucha paciencia. Dice que no lleva panza o mondongo, ni cebolla blanca, ni repollo, ni papa, ni batata, pero sí una base de maíz blanco, porotos alubia y porotos pallares, porque este último, que es más grande, le da cremosidad. De la carne vacuna, usa queperí o keperí, que es el nombre boliviano de lo que llamamos más al sur “blando de pecho”. Pero se le suele agregar chiquizuela, para aportarle gelatina y sumar cremosidad. Carne de cerdo, patitas y cuero. No falta el imprescindible zapallo, pero cuida que sean trozos de varios zapallos plomo, no todo de uno mismo, para no errarle en la cremosidad insoslayable que éste aporta al locro. Algunos le ponen rabo, pero él no. Eso sí, condimenta con buen pimentón salteño, verdeo picado y ají picante.
José Minetti se casó con una mujer jujeña y sus hijas son salteñas. Se lo puede hallar participando de las ofrendas a la Pachamama, un 1° de agosto. Pero si bien vive en Salta capital, no es un habitual “casonero”, como se denominan a los consuetudinarios que van a guitarrear a la tradicional peña “La Casona del Molino”, en la que vive el famoso inglés apodado “Sammy”. Con ironía dice que su amada esposa no lo deja salir mucho, porque a él bien le cae el pintoresco dicho de que “no es que sea muy salidor, sino poco volvedor”.
Yo me animaría a escribir que en todo el Noroeste argentino -con su arcaica cultura aborigen, fusionada con la cultura europea- José Minetti halló “su lugar en el mundo”.
De despedida, nos regaló la chacarera de su autoría, “Tiempo del monte”, en letra y música, arreglada por el santiagueño Enrique Marquetti, quien además toca magistralmente la guitarra.