José Fermín Mut tiene 77 años de edad y hace veinte años logró cumplir el sueño de sus abuelos que llegaron de España con el oficio de viñateros a cuestas: el de hacer vino con sus propias uvas.
Su abuelo y el hermano, José y Fermín Mut, llegaron a la pampa húmeda en el año 1907 y tuvieron que trabajar en las cosechas. Anduvieron por tres años ejerciendo tareas rurales en diversas provincias hasta que pudieron regresar a Valencia, Alicante, España, a buscar a sus esposas. Luego migraron directamente a Mendoza a trabajar de viñateros, porque ese era el oficio que más sabían y amaban, el que habían aprendido en su tierra natal.
El abuelo José tuvo dos hijos en Rodeo del Medio, Maipú, Mendoza: una mujer y un varón: Fermín, a su vez papá del Fermín que acá citamos. Luego de unos años se mudaron a vivir a San Juan. Primero se afincaron en Médano de Oro, una colonia agrícola por excelencia, también llamada Villa Bolaños, al sureste de la provincia, en el departamento Rawson. Luego compraron siete hectáreas en la zona, sobre la calle que limita al norte con el Departamento de Santa Lucía. Allí mismo fue donde construyeron su casa y plantaron sus propias vides de uvas Cereza, Moscatel de Alejandría, y Pedro Ximénez.
El papá de Fermín se casó con Vicenta Bertomen, también hija de inmigrantes valencianos. Nuestro Fermín , que nació en 1943, hizo la primaria en el Colegio Don Bosco y la secundaria en la Escuela de Comercio. Luego fue a estudiar Ciencias Económicas en la Universidad de Cuyo, pero no llegó a recibirse. De todos modos, trabajó luego durante 47 años en la contaduría de una fábrica de ladrillos huecos, a la vez que ejercía el oficio de viñatero en la finca heredada de sus padres.
La única hija mujer de Fermín se casó hace veinte años con un enólogo, José Alejandro Sánchez, y la aparición de su yerno fue “el empujón” que le faltaba a Fermín para lanzarse a elaborar sus propios vinos, para agregar valor a su producción, ya que históricamente la paga de la uva no superaba los 20 centavos por kilo.
Trabajaron juntos hasta hoy, transformando el viñedo familiar en varietales de uva para vinificar. Injertó 4000 metros cuadrados de viejos viñedos de uva Cereza con varietales Syrah y Malbec. Además, en otra propiedad de 12.000 metros cuadrados ubicada en La Legua, Departamento de Santa Lucía, erradicó un viejo parral de uva Cereza para instalar uno con sistema de “espaldera”, de 7000 metros cuadrados, donde plantó vides injertadas de cepas de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon, llevados de un vivero de Luján, Mendoza.
Haber llegado a elaborar sus propios vinos artesanales no fue fácil para Fermín sino el final de todo un largo camino de sacrificios, jalonado sobre todo por la falta de políticas de Estado en favor de los pequeños y medianos productores. Hasta hubo algunas veces que el Estado les jugó en contra. Por ejemplo, en años con excedentes de producción de uvas y de vinos, el Estado ha lanzado millones de litros de un “vino turista” a muy bajo precio, para la venta en restoranes, con el que los productores privados no pueden competir. O en tiempos de escasez de caldos vínicos, el Estado ha importado vino de Chile, tirándoles el precio abajo a los productores privados.
La presión impositiva, por otro lado, los ha llevado a no haber podido elaborar sus vinos este año porque estos productores de vino artesanal son ubicados por el Estado al mismo nivel de quienes elaboran millones de litros de vino, cuando ellos no reciben subsidios como aquellos, y no llegan a elaborar 10.000 litros de vino.
Ni hablar del costo de la energía eléctrica y la necesidad que ellos tienen de extraer el agua de las napas subterráneas, con sistemas de bombeo. Y ni hablar de las heladas, los fuertes vientos y las excesivas lluvias en verano, que propinan a las vides diversas enfermedades como la Peronóspera y el Oidium. Y como si fuera poco, ahora se suma la inseguridad delictiva.
Pero al final de cuentas Fermín elabora hoy los “Vinos Don Fermín”, de Santa Lucía, San Juan, para toda la Argentina. Son cuatro varietales (Malbec, Syrah, Cabernet Savignon y Torrontés) que comercializa con la ayuda de Gustavo, su hijo mayor, sobre todo, en San Juan, Córdoba y San Luis.
Elaborado y envasado artesanalmente, con todas las certificaciones y de cuidada calidad, sin conservantes, afirma que es más intenso y sano que los vinos industrializados. Para entrar en la clasificación de vinos artesanales no se debe pasar de las 12.000 botellas de producción. Fermín elabora 7.000 botellas de un vino equilibrado con aromas a ciruela y a cerezas negras, propias de cada variedad.
Le pregunté a Fermín y a su esposa qué comida valenciana se ha acriollado en San Juan. Me hablaron de la tradicional paella valenciana, que Fermín hace como la hacía su abuela y su madre, con trozos de pollo freído junto a la cebolla y el ajo, en base de arroz y con frutos de mar -cuando se puede-, a veces con rodajas de chorizos, trocitos de cerdo o albóndigas. Algunos le ponen porotos pallares o garbanzos, previamente hervidos. Por encima la decoran con morrones asados, berenjenas y espinaca cruda, que se cocina al vapor una vez apagado el fuego, tapando la paellera.
Fermín tuvo cinco varones y una niña. Hoy le gusta ir a la finca con sus nietos. Todo lo negativo de la cruda realidad no le quita esa sonrisa bonachona que lo caracteriza y que refleja su paz interior, fruto de sentir que ha hecho todo lo que pudo, habiéndose jugado siempre con honestidad y sacrificio.
Nada ni nadie le quita la esperanza que lo lleva a luchar día a día para dejar a sus nietos un país mejor, pero se conforma con recuperar el país que supo vivir él mismo, con pleno empleo y con posibilidades de crecer y de llevar adelante a una familia.
Hoy, 13 de Junio de 2020, la provincia de San Juan celebra el aniversario 458 de su fundación. Yo le quiero dedicar a Fermín Mut y a su familia, un verso del monumental poeta, cantor y músico huaqueño y jachalero de San Juan, Don Buenaventura Luna:
“La amistad es como el vino, / mejor cuanto más añeja, / una conducta pareja / hace a los buenos amigos / y son más dulces los higos / de la higuera que es más vieja”. (Sentencias del Tata Viejo).
Y a todo San Juan le quiero dedicar la “Cueca del vino nuevo”, de Eduardo Troncozo, interpretada por el joven cantor, músico y compositor, Javier Acuña.
Exelente homenaje a un grande,los honores se rinden en vida y para don Pepe es un mimo al alma, este reconocimiento. Felicitaciones a toda la familia y al responsable de dicha nota .
Saludos virtuales