El abuelo de Ramona “Pepa” Contreras había nacido un 19 de marzo de 1860 en Junín de los Andes, a orillas del frondoso río Limay. Pero ya grande, llegando a sus setenta años de edad, realizó varios viajes exploratorios a la actual Perito Moreno, que acababa de ser fundada en 1927, hasta que decidió migrar en caravana, junto a la familia de los Oporto, a vivir a ese poblado. Fue en 1930, siendo uno de los pioneros.
El abuelo, Don José Jaramillo, era de sangre tehuelche, pero se había criado y educado con los padres salesianos, allá en Junín de los Andes. Hablaba y escribía en la lengua española, y por eso tenía nombre católico. En la caravana llevaba árboles frutales, manzanos, perales, ciruelos, groselleros, guindos, además de álamos para cortar los vientos. Pero al pasar por El Senguer, donde había un asentamiento tehuelche, realizó un trueque, dejando dos caballos a cambio de una buena moza aborigen de apenas diecisiete años de edad, llamada Emma Patella Chapalala. El hombre tuvo tres hijos con esa mocita, y entre ellos la madre de Ramona.
Cuenta Pepa que su abuelo Jaramillo fue quien diseñó todo el sistema de riego de la zona de Perito Moreno, en 1936, y que luego de unas décadas se pretendió modernizar este antiguo sistema, pero los cambios fueron ineficientes y tuvieron que volver a su sabia y antigua traza. Su abuelo, en un lote de 20 hectáreas, diseñó una bellísima chacra con la impronta neuquina. Dice Pepita que lo descubrió cuando viajó por primera vez a esa provincia, ya que por ejemplo, se accede hasta la casa por un camino arbolado, cruzando un canal que ya le da un carácter de ensueño. Luego la descendencia del abuelo José María sembró alfalfa, arvejas y siguió criando animales.
Al fin llegó Ramona, alias Pepita, hija y nieta de tehuelches. Se crió presenciando las carneadas, preparando morcillas y cuidando la chacra. Hoy vive con su actual marido, Walter Millán, y un solo hijito, ya que los cinco restantes buscaron otros destinos. Ahora sólo siembra forrajes: avena, alfalfa, vizia, triticale, y cría algunas gallinas ponedoras. Recuerda que su papá era buen soguero y se quedaba de noche arreglando los cueros y contando cuentos al lado del fogón de la pequeña cocina. Ella aún duerme en la cama de su abuelo, ya restaurada, la que llevó aquel desde Junín. Pepa conserva todas las herramientas de tracción a sangre que usó Don Jaramillo en la chacra, y sueña con exhibirlas algún día.
Además de atender su chacra junto a su marido, es Coordinadora de Chacareros en la Municipalidad de Perito Moreno y Presidente del Consejo Local Asesor –CLA- que nuclea la AER (Agencia de Extensión Rural) Los Antiguos, del INTA, que incluye a Perito Moreno y a Lago Posadas. En ese trabajo mancomunado ha logrado muchos cambios favorables en cuanto a la legislación que regula la actividad de las tres mineras de la zona, y que se concretaran obras en el río Tarde, en Lago Posadas. Y han conseguido financiar, a través del Programa ProHuerta, también del INTA, dos pozos para compartir el agua entre los chacareros de Perito Moreno.
A pesar de que tiene que ocuparse de su chacra y de tener un gran compromiso social a través de sus cargos, Ramona acaba de recibirse de cocinera profesional en la escuela de talleres y oficios con el diploma de la empresa Cookins. Pepita además es famosa en su región porque prepara una crema casera de Paramela, el yuyo de un arbusto de la Cordillera que crece por encima de los 2000 metros de altitud.
Lo aprendió de su madre nativa, que ya la hacían sus abuelos. Calma los dolores, y se aplica para las picaduras, el reuma, la artritis o los golpes. Lo hace para uso familiar o cuando le piden sus vecinos o amigos. Hierve las hojas y ramas durante tres o cuatro días en agua. Luego cuela el yuyo y al agua le agrega aceite de oliva y cera de abejas, que compra. Lo revuelve y se forma una crema espesa de paramela. Al líquido que sobra, ya su madre lo usaba para lavar los pisos o se lo colocaba en las piernas porque decía que era un buen desinfectante.
Nota sobre la Paramela: “Su nombre científico es Adesmia boronioides. Conocida también como Yakén y Yagneu, en lengua nativa, es usada desde tiempos remotos por los pueblos originarios de la región para aliviar dolores articulares y calentar el cuerpo, haciendo vahos y baños con la planta sumergida en agua caliente. Se utilizan principalmente las hojas y en menor medida los tallos. Se puede beber su cocimiento en situaciones de fatiga, desgano, resfríos, enfriamientos, trastornos digestivos. Enjuagando el cabello con paramela, lo fortalece. En los últimos años, en Chile, se la promociona y vende como el “Viagra mapuche”. Fuente: Plantas para la salud. Doctora Sara Itkin. (Recomendamos ver todo el artículo).
Pepa recuerda que de chica bebía cascarilla, y su padre cocinaba el tradicional “ñaco de pavo”, plato al que se llamaba “Pan de los pobres”: picaba ajo, cebolla blanca y de verdeo, panceta, lo freía en aceite o grasa y calentaba chicharrones, le echaba agua hirviendo y la condimentaba con pimienta, pimentón y sal hasta formar un caldo, y le echaba el tradicional ñaco, harina de trigo tostada hasta formarse como una especie de tortilla espesa. Era un manjar.
Ver Sabores y Saberes: El Ñaco, de pan de los pobres a tener un gran futuro
En febrero de 2019, fue a hacerse atender al hospital y le llamó la atención el mal humor de la gente en general. Y se le ocurrió que la razón debe ser a que cada día estamos más desunidos, aislados y con más problemas. Así es Pepa decidió armar encuentros comunitarios alrededor de una fogata en su chacra, sin fines de lucro, adonde cada invitado lleve lo que quiera compartir para comer y beber y donde se charle, cante, baile hasta el amanecer, a la luz de la luna. Ya realizó dos con mucho éxito y parece que se hará costumbre. El pasado sábado 21 de diciembre realizaron uno para celebrar el equinoccio de verano. En esos encuentros hasta ha recordado entre mates, las que pasó cuando erupcionó el volcán Hudson.
Hoy Pepa sueña con crear cooperativas de trabajo para sus hermanos mapuches. Y a ella le han dedicado estos versos cuando recibió una mención:
“Ella es Pepa Contreras.
Y la placa, bien merecida.
Por diez años de su vida
Trabajando en forma mera.
Qué orgullo para mi bandera.
Adhonores trabajando,
Con altura organizando,
Año a año, jineteada.
Pepa es una abanderada.
De las que estamos
Añorando.”
Me cuenta Pepita que en los bailes de la Patagonia no comienzan hasta que se pasa un pasodoble. Le queremos dedicar a nuestro común amigo, Fabio Riquelme, profesor de esquila, que nos presentó a Ramona, el “Pasodoble Santana”, de Héctor Gato Ossés, cantautor nativo de Perito Moreno.