Por Esteban “El Colorado” López.-
El poeta, cantor y guitarrero Luis Domingo Berho nació en un humilde hogar rural, entre arados y maquinaria agrícola, a una legua de la ciudad de Lobería, provincia de Buenos Aires.
El escritor y poeta tradicionalista Agustín López, amigo de Berho, cuenta que no sabe si fue trabajador rural en su juventud campera, pero que conocía muy bien ese tipo de vida. Se supone que al quedar huérfano de chico, habrá ayudado a su madre en las tareas rurales.
Berho apenas cursó 4° grado, pues en aquel entonces en las zonas rurales no se enseñaba más que hasta ese nivel. Aun así, desde niño, sintió atracción por la lectura y los versos. Entre los linyeras que llegaban en tren solía haberlos anarquistas, que llevaban algún libro. Parece que éstos le transmitieron el gusto por la lectura.
Cuenta López que Berho anduvo unos cuatro años viajando como linyera, con pocos pesos, y con un bolsito en el que llevaba apenas un anotador y un lápiz adonde anotar sus canciones cuando le llegaba su inspiración. Fue muy leal a sus amigos, y dice: “El servicio militar lo llevó a Mar del Plata, y por un tiempo breve a Bariloche. Pero anduvo por Bahía Blanca, Monte, San Justo, Navarro”.
Berho le aclaró una vez al escritor Carlos Raúl Risso: “Mire que yo no soy un poeta gauchesco…”. El maestro Risso desmenuza esta sentencia de Berho de modo inigualable: “…dejando (Berho) así en claro que su poesía tenía una sutil diferencia con todo lo producido hasta el momento relacionado con el ámbito rural: una de sus particularidades fue que le añadió la forma de hablar del hombre de campo, y que su obra versaba sobre la chacra y su entorno, que no formaba parte de la vida del gaucho, ‘pastor ecuestre’ sino del campo ya alambrado, el trabajo detrás de los caballos, con temas como el carro, el tren, el molino, el viejo arado, o la humilde cocina. No hay en sus composiciones tropas, reseros, jinetes, tropillas, ranchos de puestos de estancia, piales o palenques, aunque es cierto también que nada de eso desconocía, pero entendió que eso ya tenía quiénes le cantaran”.
Logró un lugar destacado dentro de “la poesía gauchesca”, pero con una visión de un campo diferente al tratado por los poetas clásicos del género. Su estilo consistía en escribir con palabras comunes, pero que rara vez se escriben juntas, como él lo hizo de modo magistral.
“Te veo como hace mucho / molinorodiao de quinua / y a tu música continua / me parece que la escucho”
ó
“Estación vieja y deshecha / que fuiste todo alegría, / cuando era una romería / el tiempo de la cosecha. / Hoy parece que te pecha / el mancarrón del olvido. / Quién sabe pa’ ande se han ido / bolseros y capataces; / hombres fuertes y capaces / quepa’ siempre se han perdido”.
(Fuente: “Simplemente Don Luis Domingo Berho”, por Carlos Raúl Risso, en Revista De Mis Pagos Año 14 – N° 45 tercera época, edición digital agosto – setiembre 2012. Revista de mis Pagos N° 45 en Inernet).
Por esta razón se lo conocía en zonas rurales como el poeta chacarero.
Su lenguaje popular, con la fonética del hombre rural pero con nuevos temas, lo convirtieron en uno de los poetas más acreditados en la segunda mitad del siglo XX, en cuanto al regionalismo bonaerense.
Si queire profundizar, el escritor costumbrista Carlos Raúl Risso y su amigo Agustín López, nos cuentan de Berho en un documental de Patricio Kostoff:
Sus principales obras fueron: Cortando Campo, Puerta a Juera, El Maceta, De Lobería, Estación de Vía Muerta, Tranquera de Alambre, Molina Campos, Alpillera, Galleta ‘e Campo, Receta del Guiso Carrero, Sulki Viejo, muchas de ellas musicalizadas y grabadas por Roberto Cambaré, Víctor Velázquez, Argentino Luna, Francisco Chamorro, Alberto Merlo y tantos otros.
En 1986 Berhor ecibió el Premio Payador. El escenario de la “Fiesta de las Tropillas y la Tradición”, que organizaba la agrupación “Gauchos de Lobería”, fue bautizado con su nombre.
Falleció en San Justo, Provincia de Buenos Aires, en 1992, pero sus restos descansan al pie de la sierra La Barrosa, en el cementerio de Balcarce, provincia de Buenos Aires.
Todos los años, en la fecha de su deceso, se realiza un homenaje junto a la tumba, en la que una décima del gran payador, José Curbelo, lo evoca diciendo:
“Fue Don Luis Domingo Berho / el descriptivo poeta / de la chata, del maceta / y del arado primero. / Del rastrojo, del potrero, / la cocina y los galpones / En las sureñas regiones, / escribió su canto eterno, / con la chacra por cuaderno / y los surcos por renglones.”
Esta vez dejo que el mismísimo Berho que nos de una feceta de guiso carrero.
“La güelta es una esijencia
que a veces mata el esmero,
pero el guiso de carrero
no se ha de hacer con urgencia.
Si usté no tiene pacencia
más vale que ni se ponga.
Es preciso que disponga
de su tiempo necesario,
aunque debe ser contrario
de andar con mucha milonga.
Echelé grasa a la olla
y pongalá sobre el fuego,
medio lento, desde luego
y haga dorar la cebolla.
Pique la carne a la criolla,
media grande piquelá;
ahí no más echeselá;
que se fraigadespación,
y agreguelé el pimentón
de la mejor calidá’.
Muevaló y el fuego aquí
puede ser más vivaracho
y si quiere un guiso macho
le puede agregar ají.
Con laurel yo lo comí,
con orégano también,
más ni con un almacén
le dará mejoramiento,
porque el mejor condimento
es saber hacerlo bien.
Puede agregarle algún diente
de ajo y pimienta si quiere
y pa’que no se apuchere
echelé el agua caliente.
No le eche mucho ingrediente
que lo puede malograr.
De la sal no ha de abusar,
más vale después le agrega;
cuidao, que si se le pega
ya no lo podrá salvar.
Después de echarle la papa
nunca lo cubra del todo
y así debe hacer de modo
que queda a un costao la tapa.
Si este detalle se escapa
podría ser que se le ahumara.
Con ninguna cosa rara
quiera mejorarlo al ñudo.
Saqueló medio caldudo,
pa’comerlo con cuchara.
Que lo haga hervir despacito
es condición que le pongo,
pa’que se haga suavizongo
arrimelé de a un cardito.
De una chata al trotecito
es el ruido que ha de hacer.
No lo vaya a revolver
después de echarle el fideo,
porque en cualquier toqueteo
lo puede echar a perder.
Le saldrá de rechupete
con fideo caracol,
con cinta o con mostachol
o el que llamanespaguete.
Si se le acabó el paquete
y no tiene más que fino…
espere, a más que imagino
que aumentarlo es oportuno
si por ahí se arrima alguno
que viene por el camino.
Si está, peleló en seguida;
medio pa’uncostao lo pone
y deje que se sasone
después de una revolvida.
Tendrá una güena comida,
apetitosa y barata.
Sirvaló en forma inmediata
después de darle reposo
y, pa’que sea más sabroso
comaló bajo la chata.”
Mi agradecimiento a mi gauchazo amigo Luis Hardoy, quien me presentó a Carlos Raúl Risso y a Agustín López, y sin vueltas nos cede la receta y las fotos alusivas, de su monumental Blog Gauchoguacho.
Y como no logramos hallar una grabación de estos versos de o por Berho, nos despedimos con otra receta dada por los Ivotí, en su tema “Pa’ un buen guiso carrero”.