Agradezco al gran cocinero entrerriano, el Bochi Sánchez, que reside en Paraná pero nació en Victoria, porque me presentó a un colega, también nacido allí. Se trata de Sergio Aníbal Torrigiani, de 51 años de edad. Le gusta que le digan Gringo, y en los últimos tiempos ha trascendido en los medios no sólo por su talento como cocinero profesional, sino porque es Suboficial Principal Submarinista, residente en la Base Naval de Mar del Plata. Es que dos días antes de que partiera por última vez el ARA San Juan, Sergio tuvo que cancelar el viaje que realizaría como invitado en submarino que luego desapareció por largo tiempo en el Mar Argentino. Una audiencia judicial, en la cual podría volver a ver a su amado hijo, le salvó la vida.
“Mi hijo me salvó la vida”, agradece Gringo.
En la primera charla con él ya me hizo intuir que seríamos amigos para siempre. Un hombre fuera de serie, generoso, comprometido, y que encarna del principio al fin la chacarera de Trullenque, que sabia y resumidamente reza:
“Es oro la
amistad
Que no se compra ni vende
Sólo se da
Cuando en el pecho se siente.
No es algo que se ha de usar
Cuando te sirva y nada más.
Así es como se dan
En la amistad mis paisanos.
Sus manos son
Pan cacho y mate cebado.
Y la flor de la humildad
Suele su rancho perfumar.”
Cuenta Sergio, el Gringo, que un día estaba pescando con su padre a orillas del Paraná y vio pasar a un barco de la Marina. Eso le despertó el sueño de ingresar a aquella institución alguna vez. Lo hizo con 17 años de edad, en 1984, y tres años después se capacitó como submarinista. Lo fue durante toda su carrera, como también fue cocinero y formador de cocineros.
Hoy es miembro activo de la Nueva Cocina Argentina (NCA). Fue ganador del Premio internacional Miradas 2019, otorgado por la Corporación Latina de Comunicaciones y la Revista Miradas, de Perú, que se entregó en Buenos Aires el 27 de marzo pasado. Hoy se la pasa viajando por el país, asando costillares en eventos masivos, o cocinando para fiestas privadas.
De adolescente ya le gustaba la cocina, los fuegos que hacía su padre y las pastas de su madre. Un día, Sergio cocinó un carpincho de unos 12 kilos, a dos fuegos, arriba y abajo, adobado desde la noche anterior con especias y luego asado con chimichurri criollo durante cuatro horas. En aquella ocasión, su padre le dijo: “Esta vez me has ganado”.
“Parecía un bizcocho”, dice Sergio.
El Gringo se casó recién a los 31 años porque en sus comienzos se dedicó a ayudar económicamente a sus padres, ya fallecidos, y a sus hermanos, para que no les faltara comida ni ropa. Fruto de aquel matrimonio es Mateo Lucio, su único hijo.
Su primer destino fue en el portaviones “ARA 25 de Mayo”. Más tarde, en el “ARA Francisco de Gurruchaga”. Luego, al hacerse submarinista pasó al “ARA San Luis”. Y pasó también por el “ARA San Juan”, por el “ARA Santa Cruz”, y por el “ARA Salta”.
El espacio para moverse en la cocina de un submarino puede ser de apenas un metro cuadrado, rodeado de mesadas, heladeras, freezers, microondas, etc. Aclara que en un submarino todos los tripulantes deben saber básicamente acerca de todos los rubros u oficios para operar el mismo.
Sergio estudió cocina internacional en la Confederación Empresarial, es Técnico Superior en Gastronomía, y estudió Gerenciamiento Gastronómico. Domina la cocina francesa y la italiana, pero ama cocinar un puchero o unos bifes de hígado con cebolla o morrón. El dorado a la parrilla y una boga rellena son sus predilectos de la cocina entrerriana.
Explica que en una tripulación hay marinos oriundos de todas las provincias y que él, como cocinero, trataba de darles gustos personales cocinando platos típicos de sus pagos, incluyendo a los costeros, con los frutos de mar. Es que los momentos para comer eran los de los pocos y mejores para encontrarse y celebrar la amistad. Sus referentes son el Gato Dumas, Ramiro Pardo, Dolli Irigoyen y la santiagueña Doña Petrona Carrizo de Gandulfo.
Su último destino fue el ANAT o Área Naval Atlántica, siendo el cocinero personal del Comandante y Jefe de la Base Naval Mar del Plata, donde fue encargado de tres cocinas, la cocina y eventos protocolares del Comedor del Comandante, la cocina del personal y la de los señores oficiales, con 45 personas a su cargo, con la funciones de supervisar movimientos, menús y compras, además de cocinar.
Hoy se encuentra en situación de retiro, vive solo y regresa cuando puede a su Victoria natal. Espera recuperar la tenencia de su hijo Mateo Lucio, al que ama y extraña mucho.
El 20 de junio viajará a cocinar en el Monumento a la Bandera, en Rosario, y seguirá recorriendo el país.
Me pidió homenajear a sus 44 compañeros del ARA San Juan con una chamarrita de su amada provincia natal: “Juan del Gualeyan”, de Juan Carlos Mondragón y Ángel Vicente Aráoz, por Los Hermanos Cuestas.
Excelente!!!. Gracias Humildemente Gracias..Sergio torrigiani ..alias el gringo!!
“Los marinos del San Juan”. Marcha en su honor. En guitarra y voz, por Julio Rolon https://youtu.be/XYN7nrrnI3M