Paula Romina Campos y Fabián Valdés viven en Puerto Almanza, una pequeñísima comunidad rural ubicada más al sur de la ciudad de Ushuaia, a orillas del canal Beagle. Más al sur todavía, del otro lado del canal, se encuentra Puerto Williams, en territorio chileno. Por eso, sus apenas 50 pobladores suelen decir que viven “más allá del fin del mundo”, pero también sostienen que “están en el ombligo de Argentina”, ya que muchas veces olvidamos incluir a nuestra Antártida.
Paula Romina es oriunda de Capilla del Monte, Córdoba, y Fabián, de Río Turbio. En 2009, ella viajó para conocer la isla de Tierra del Fuego y al llegar a Ushuaia entró a trabajar de camarera en un bar. Él ingresó a tomar un café, se conocieron y quedaron flechados. Pero ella ya llevaba dos años allí y regresó a Córdoba. Fabián viajó a Capilla del Monte y allí se enamoraron definitivamente, por lo que ella decidió irse a vivir con él a Puerto Almanza y sumarse a su emprendimiento pesquero y marisquero.
Fabián vive en Puerto Almanza hace 18 años y desde muy chico le apasionaron los animales y los pájaros. Tanto que tuvo un local de venta de peces y tortugas en Ushuaia. Pero heredó de su padre un trabajo de agencia por el que se ocupaba de las gestiones administrativas de los barcos. De ese modo, relacionándose con el mar, le surgió la vocación de dedicarse a la de pescador artesanal, principalmente de crustáceos: “centolla y centollón, que a pesar de su nombre es más pequeño que la centolla, más amarillento y de sabor intenso y salado”.
“Siempre se consideró a la centolla como la reina del canal, pero el centollón tiene lo suyo. Hay que posicionarlo, ya que es muy rico”, afirma Romi, porque así le dicen a esta entusiasta mujer que estudió Cine, Video y Televisión, además de Danzas Clásicas en Córdoba. Ella eligió vivir de este modo, muy lejos de sus padres, en un lugar cuyo paisaje es maravilloso porque se divisan las montañas y su casa está a metros del canal de Beagle.
En invierno puede hacer hasta 12 grados bajo cero y en verano, como máximo, unos 20 sobre cero, de modo que no todo el mundo se adapta. Recuerda que cuando llegó, no había líneas de teléfono ni televisión satelital, y menos wifi. Hoy una empresa emite señal desde Ushuaia, pero les llega por una repetidora chilena desde Puerto Williams.
Fabián además es acuicultor, se dedica a la cría de mejillones, que realiza en bateas flotantes o balsas en el canal de Beagle. “Es un sistema que los españoles desarrollan en sus rías”, explica Romi, y para esto tuvieron que conseguir el permiso de ‘mitilicultura’. Ahora trabajan en un proyecto para implementar un nuevo sistema en el cultivo de mejillones llamado “longline”, por el que los mejillones flotan de cuerdas o cabos (líneas) largos, sostenidos por boyas.
Fabián también montó un criadero de truchas arcoíris al costado de su casa, a unos 8 kilómetros de Puerto Almanza, casi llegando a Punta Paraná. Además pesca brótolas, abadejos y salmones salvajes –estos últimos vienen del Pacífico-. En esta época también pulpos, porque están abundando.
En la entrada de Puerto Almanza tienen la planta procesadora habilitada por Senasa, donde cocinan parte de las centollas, las congelan y envasan al vacío, para comercializar de modo directo a restoranes y hoteles, principalmente al por mayor, con su marca Australmar, creada en 2011. También venden centollas vivas, y a las truchas enteras o en corte mariposa, sin espinas. Logran una excelente calidad en sus productos porque pudieron adquirir un ‘túnel de congelado rápido’, el cual conserva las propiedades organolépticas de sus productos de mar. A veces compran a otros pescadores almejas, erizos de mar, róbalos, etcétera, para tener más variedad. El criadero es a escala artesanal, con reproductores propios. En primavera trabajan en el desove y en la incubación de las ovas.
Durante la pandemia quedaron prácticamente paralizados. No se vendía casi nada de centollas ni de truchas porque no son alimentos de primera necesidad –explica Romina- y muchos pescadores tuvieron que reforzar sus ingresos buscando otros trabajos. Pero este año felizmente tuvieron mucha nieve –a diferencia de Bariloche- y esto los favoreció para el turismo, que sigue en franco aumento.
Lo que no ha sido fácil es la educación de los hijos. Ellos tienen a Facundo y lo llevan a la única escuelita de su comunidad, en la entrada de Puerto Almanza, la 44 “Héroes del Submarino ARA San Juan”, que fue construida hace sólo 6 años como anexo de la Escuela 6 “Provincia de Entre Ríos”, de Lago Escondido, que está a 50 kilómetros de Puerto Almanza. Tiene 2 aulas, una de jardín para los chicos de 3, 4 y 5 años de edad, y otra aula de primaria. En total, acuden 9 alumnos, hijos de pescadores y marisqueros, que viven del mar, y de padres que se dedican al turismo, con restoranes u hosterías. Son todos niños fueguinos. No tienen patio interno para jugar o hacer educación física o celebrar los actos patrios en invierno. Tampoco tienen comedor, sino que comen y todo transcurre en las aulas.
Romina explica que necesitan cercar la escuelita para que sus hijos no corran el riesgo de irse hasta la calle, donde pasan grandes camionetas, o para que no los invadan los animales. Además necesitan ampliar la escuelita. Pero para esto, precisan delimitar cuál es el terreno de la escuela, ya que desconocen sus medidas. Otra carencia es la de la falta de coordinación de las docentes, que llegan desde Ushuaia, por lo que muchos alumnos suelen perder horas de clase. Y, sumado al problema de la pandemia, señala Romina que hay alumnos de cuarto grado que aún no saben leer.
Los jóvenes de secundaria deben viajar todos los días a Lago Escondido –sigue contando Romi-, atravesando el Paso Garibaldi, bordeando precipicios y montañas, con riesgo de avalanchas de nieve, en invierno. Como Puerto Almanza tiene una gran perspectiva de crecimiento a raíz del turismo y de su riqueza marítima, ella sostiene que toda la comunidad desea que su escuela 44 tenga autonomía y que poco a poco los padres y docentes puedan trabajar con su propio presupuesto y sus propias autoridades para ampliar su escuelita. Y a futuro, construir un anexo de secundario, a fin de generar arraigo e identidad en su comunidad.
Están pensando además, en fundar una sociedad de fomento, pero necesitan al menos 200 socios y su población no alcanza. Existe una posibilidad de que el gobernador hiciera una excepción y los autorice a sumar socios de Ushuaia. Están esperando audiencia para solicitárselo.
Romina sigue enamorada del paisaje privilegiado donde vive. “Desde mi casa puedo contemplar a las ballenas, los lobos marinos, las focas ‘leopardo’, los delfines y a los pingüinos, caminando por las playas del Beagle. Por las noches, se oyen respirar las ballenas cuando expiran vapor de agua por sus espiráculos. Todo esto, no tiene precio”.
Ella y Fabián son felices en ese paraíso fueguino, trabajan con mucho sacrificio todo el año y sueñan con el crecimiento de su comunidad, en bienestar e infraestructura, para poder recibir cada vez a más turistas y de mejor modo. Eligieron obsequiarnos la canción “Al otro lado del río”, de y por el uruguayo Jorge Drexler.