La sequía genera diferentes efectos, todos negativos, sobre la ganadería. Por un lado, incrementa la oferta de ganado para la faena, ya que no hay lugares donde recriar a campo. Entonces creció el encierre en los feedlots a pesar de que estos están perdiendo mucha plata, ya que el consumo no tiene margen para pagar más mientras tiene a su disposición mucha carne vacuna.
Por otra parte, la falta de lluvias adecuadas obliga a los criadores a hacer lugar en los campos para que las vacas tengan a su disposición el poco forraje disponible y más posibilidades de quedar preñadas, pensando en seguir con la rueda.
Por eso la oferta de terneros es mayor en el cierre del año y también en varios remates importantes agendados desde el arranque de 2023.
En este contexto se da una curiosidad, los precios nominales de los terneros de invernada se venden a término (o a futuro) con valores superiores a los de la venta disponible.
En los remates de estas últimas semanas el ternero macho de 180/200 kilos se negoció entre 380 y 390 pesos. Hay demanda, hay interés, pero no hay campos donde recriarlos y el engorde a corral no es alternativa debido que sus enormes pérdidas.
Los pocos beneficiados por las lluvias entonces hacen sentir su poder de negociación y compran en los valores antes indicados.
Luego están los que esperan que a partir de febrero y marzo se reactiven los niveles de precipitaciones y la oferta forrajera comience a normalizarse. Si bien no llueve pasto, al comenzar a recibir agua en una época del año no tan fría se apuesta a un rápido rebrote de pasturas y verdeos, y a transformar los pesos disponibles en hacienda.
Inflación de por medio nadie quiere pesos en la mano y como no están dadas las condiciones para recibir hacienda, los negocios a término se hacen en torno a los 420/430 pesos. El pago se anticipa en un 80%, el resto se cancela contra la entrega estipulada, por lo general en marzo. Respecto de los precios actuales el precio es 12% superior, aunque hay que cargar la tasa de inflación de los próximos dos meses.
Consignatarios de ganado indicaron por otra parte que el tercer efecto comercial de la seca es el freno en la venta de vientres. Si bien también hay interés del ganadero por la inversión, el clima frena todo y eso plancha los precios.
Por los vientres preñados se pagan entre 130 y 150 mil pesos, son valores apenas entre 10% y 20% superiores a los que había una atrás cuando la inflación terminará rozando el 10%.