Hace 35 años en la ciudad de San Justo, una ciudad bien agropecuaria ubicada al centro-este de la provincia de Santa Fe, donde comienza a terminar la agricultura y empieza a aparecer la ganadería, una familia decidió fundar una empresa llamada Rafi. Es un caso testigo para demostrar que el mundo de la ropa de campo es mucho más amplio de lo que muchos suponemos y excede por lejos a las marcas reconocidas que pueden llegar a la ciudad de Buenos Aires.
Rafi es un negocio familiar que hoy administran Guillermo Guardia y sus tres hermanos, que se especializa en la confección de ropas de campo. El proyecto comenzó con sus abuelos, que lo bautizaron con una singular abreviatura del nombre Rafael, el nombre de su primogénito. Emplea hoy a 20 personas que permiten mantener viva una tradición familiar y la presencia de una marca indumentaria de preferencia entre los pobladores de la zona.
Porque en esta zona de Santa Fe, y de aquí hacia el norte ganadero, Rafi le compite a cualquiera.
Cuenta el joven Guillermo, tercera generación al frente de la téxtil, que en los inicios la producción era solo de sweters y ropa de trabajo, de forma muy artesanal, ya que su abuela era en realidad amante de la alta costura. Sin embargo, fue hace exactamente 7 años que comenzaron a fabricar de forma industrial y a elaborar en serie esta ropa de trabajo.
“Tenemos una moldería muy buena que la creó mi abuela y esa moldería a la gente le gusta mucho. Es una ropa cómoda que no queda con puntillos largos, que a las chicas les calza muy bien, con una forma en la cadera. Entonces es cómoda, era buena y necesitábamos empezar a expandirnos”, contó Guardia a Bichos de Campo.
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Aunque proviene entonces de la alta costura, la marca santafesina sigue el patrón de la llamada ropa de campo, la cual además de atractiva debe ser funcional. “Comúnmente se le llama ropa de campo o ropa de trabajo, a un pantalón cargo, una bombacha. En este caso es una gabardina de puro algodón. Nosotros utilizamos materia prima nacional, justamente para producir nuestra propia marca: Rafi indumentaria”, dijo el joven administrador.
–Si los moldes son de la época de tu abuela, ¿quiere decir que se repiten, que no ha cambiado mucho la estructura de la ropa?
-Exactamente. El rubro nuestro es un rubro clásico y se va manteniendo por lo general durante todo el tiempo. Se hacen pequeñas modificaciones, un bordado, un botón, un color. Pero lo que es la moldería, el calce, cómo se confecciona, todo es muy clásico. Se utiliza para trabajo y para vestir. Lo que se hace es camisa de gabardina para trabajo y el mismo corte lo puedes hacer en una camisa de vestir clásica.
En Rafi cuentan con un stock de aproximadamente 70 productos recreados en tan solo 5 modelos, que generalmente se diferencian por el color y la textura de la tela. La ropa se reconoce entre sus consumidores por el sello distintivo de un caballito bordado, que a priori puede ser confundido con otras expandidas marcas. En realidad no tiene nada que ver, sino que representa una de las actividades ganaderas más genuinas de los campos de antaño.
“El caballo justamente va jineteando en el medio del campo, tratando de enlazar un ternero. Lo que se ve que va hacia atrás, es un lazo abierto que el jinete está revoleándole a un ternero”, aclaró Guardia.
-¿La familia entonces sigue al frente de la tradición familiar?
-Sí, somos cuatro hermanos, yo soy el más chico y soy el administrador de la empresa. Después está Francisco, hacia arriba con cuatro años más. Yanina y Fernando, que tienen siete y ocho años más que yo. Pero yo a los nueve años ya estaba manejando una máquina de coser.
El joven, actualmente con 30 años, recuerda que se acercó a la máquina de coser como una forma de juego, que rápidamente aprovechó su abuela para enseñarle un oficio que, considera, “se está perdiendo un montón”.
-¿La fábrica solo se circunscribe a los límites y demandas de San Justo?- le preguntamos a Guillermo.
-Somos una empresa familiar y vendemos en todo el país y países limítrofes. Es una marca que está muy popularizada de lo que es el centro norte santafesino, hasta el norte formoseño. Tenemos algo de nuestras producciones en Paraguay. Hay algo en Chile y algo en Uruguay. Nosotros no queremos que nos atienda Dios en Buenos, Aires, como dice el dicho. Queremos que nos atienda acá, porque somos muy tradicionalistas, somos muy localistas. Justamente, queremos producir en San Justo y que la mano de obra sea local.
-¿Sigue existiendo demanda de este tipo de ropa o ves que va menguando?
-La verdad es que cada vez nos llama mucho más la atención en las navidades comúnmente que vienen a buscar un regalito. Últimamente los chicos están pidiendo o algo para su caballo, o una bombacha o un par de alpargatas. Así que va incrementándose año a año, antes no pasaba igual.
-¿Hay que reinventarse constantemente con los productos para mantener la demanda?
–Bueno, hay que saber también buscarle un poco la vuelta e ir de la mano con la moda y mezclar un poco la moda urbana, llevarlo un poco a la ropa clásica o urbanizar un poco la moda clásica para poder tener ventas y también llegar a la gente.