Fundada en 1851 por Léopold Louis-Dreyfus en la región de Alsacia (Francia), Louis Dreyfus Company (LDC) nació como un pequeño intermediario en el comercio de trigo. Con el correr de las décadas y la expansión del comercio global, se transformó en una de las empresas agroindustriales más grandes del mundo.
Integra el selecto grupo conocido como ABCD (Archer Daniels Midland Company, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus) las cuatro empresas que durante décadas dominaron el comercio mundial de granos y controlaban al menos el 70% del mercado. Hoy a esas compañías se le sumó la gigante china Cofco.
En la actualidad, LDC está presente en más de 100 países, opera una red de activos logísticos e industriales en seis continentes y emplea a casi 19.000 personas. Desde Róterdam, su casa matriz, tiene bajo su órbita un portfolio diverso que abarca desde cereales y oleaginosas, hasta café, jugos, arroz, azúcar, algodón y alimentos funcionales.
En septiembre de 2021, LDC marcó un hito en su historia al completar la venta de una participación indirecta del 45% a ADQ, un fondo emiratí con sede en Abu Dhabi. Esta transacción representó la primera vez que la compañía, controlada por la familia Louis-Dreyfus durante 170 años, abrió su capital a inversores externos. Como parte del acuerdo, se estableció la exportación a largo plazo de commodities agrícolas hacia los Emiratos Árabes Unidos.
En lo que respecta a su situación financiera, durante 2024 LDC volvió a mostrar su peso global. Según su balance, a pesar de un contexto de menor volatilidad y precios más bajos, la compañía mantuvo sus ventas netas en 50.600 millones de dólares. La clave estuvo en el volumen físico operado: movilizó 95 millones de toneladas de commodities agrícolas a lo largo del año, lo que representó un salto del 17,4% interanual.
El EBITDA (el resultado antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) se ubicó en 1.883 millones de dólares, mientras que la utilidad neta atribuible al grupo fue de 726 millones de dólares, impactada por una aceleración en las inversiones: solo ese año destinó 1.005 millones de dólares a capex (inversiones en activos a largo plazo, como edificios, terrenos, maquinaria o equipos).
El 2024 fue, como describió el propio management, un “año de transición”, en el que el negocio tradicional continuó generando caja para absorber los costos de un ambicioso plan de crecimiento a mediano plazo.
La estrategia se apoyó en dos ejes: avanzar en las cadenas de valor y consolidar una posición de liderazgo en proteínas vegetales, ingredientes funcionales y productos con bajo impacto ambiental. En ese camino, la compañía adquirió la brasileña Cacique, uno de los principales jugadores del mundo en café soluble, firmó un acuerdo para quedarse con la unidad de ingredientes alimentarios de BASF y avanzó con la construcción de una planta de proteína de arveja en Canadá. También se reforzaron las plataformas logísticas con inversiones clave en Brasil, y se concretaron mejoras en las operaciones de Argentina, Paraguay y Uruguay.
En este contexto, Argentina ocupa un lugar estratégico dentro de esa arquitectura global. Con una trayectoria de más de 120 años en el país, LDC emplea a más de 1.300 personas y opera una red de plantas, puertos y centros de acopio que abarca buena parte del corazón productivo. Desde 2004, el grupo invirtió fuerte en infraestructura logística e industrial, y hoy cuenta con activos de almacenamiento en 19 ubicaciones.
En General Lagos, provincia de Santa Fe, maneja el segundo puerto privado más importante del país, con embarques que superan los 5 millones de toneladas al año. Allí también cuenta con uno de los complejos industriales más potentes del agro argentino: una planta de crushing de soja con capacidad para 2,5 millones de toneladas anuales, dos líneas de producción de biodiésel de soja que elaboran hasta 600.000 toneladas al año y unidades para producir 30.000 toneladas de lecitina y 60.000 de glicerina, posicionando a LDC como el principal exportador nacional de biodiésel.
En Timbúes, la compañía opera una planta de procesamiento de oleaginosas que procesa más de 4 millones de toneladas por año. A su vez, en Bahía Blanca, gestiona un puerto de aguas profundas con capacidad para acopiar y elevar unas 120.000 toneladas de cereales.
Según la estadística oficial, en base a las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), el año pasado LDC se posicionó quinta en el ranking nacional de exportadores de granos y subproductos de Argentina con 6,73 millones de toneladas, lo que representa el 10% de las exportaciones nacionales que ascendieron a 68,87 millones de toneladas. El podio se completa con Cargill, Viterra, Cofoco y Bunge.
Respecto a sus inversiones más recientes, en 2024 y lo que va de 2025, LDC reforzó su presencia en Entre Ríos con la compra de dos plantas de acopio: una en Gobernador Mansilla, con capacidad de 7.500 toneladas y servicios de fertilizantes, y otra en Santa Elena, que se destaca por tener un puerto sobre el río Paraná con embarque directo en barcazas a razón de 450 toneladas por hora. Esa base logística, que permite el despacho hacia los puertos de Santa Fe, tiene además 22.000 toneladas de capacidad en silos y otras 55.000 en silobolsas.
Mientras tanto, en mayo de este año, LDC inauguró un nuevo centro logístico de algodón en Zárate, provincia de Buenos Aires. Ubicado estratégicamente cerca del puerto de Buenos Aires, el complejo ocupa un predio de 20.000 metros cuadrados, con 5.300 metros cubiertos, una sala de clasificación y cuatro autoelevadores eléctricos. Desde allí, se recibe fibra de algodón proveniente de su planta desmotadora en Quimilí, Santiago del Estero, y de otras provincias productoras. El centro está diseñado para gestionar la descarga y despacho de hasta 800 toneladas diarias de fibra de algodón, tanto para el mercado interno como para exportación.
El vínculo con los productores también jugó un rol clave durante el año pasado. LDC lanzó un programa colaborativo de agricultura regenerativa en Argentina, con el objetivo de alcanzar 205.000 hectáreas y 400 productores para 2030. El enfoque apunta a cultivos como soja, maíz y camelina, con prácticas que mejoren la salud del suelo, reduzcan emisiones y aumenten la resiliencia climática. La compañía se alió con The Nature Conservancy, Syngenta, Banco Galicia, Peterson y Nestlé Argentina para implementar el programa, ofrecer financiamiento, asistencia técnica y cerrar acuerdos de compra preferencial.
A su vez, la sostenibilidad sigue ganando terreno en las iniciativas de la compañía. Según consta en su último balance anual, LDC reportó una reducción del 8,3% en sus emisiones de gases de efecto invernadero de alcance 1 y 2 en comparación con el año base 2022. Además, se propuso reducir un 20% la intensidad de emisiones de carbono de su portafolio de productos para 2030, tomando como referencia el año 2020. Finalmente, en Argentina, el 98% de la soja comercializada fue verificada como libre de deforestación.
Además, LDC firmó un acuerdo con Koppert Argentina para comercializar insumos biológicos, que complementan su oferta de insumos sustentables y refuerzan el modelo de producción regenerativa que impulsa en toda la región.