Familia Zuccardi es una de las bodegas más emblemáticas de Argentina, reconocida internacionalmente por la calidad de sus vinos y aceites de oliva.
Fue fundada en 1963 por Alberto Zuccardi, un ingeniero civil oriundo de Tucumán que primero instaló en Mendoza una empresa que se dedica a producir prefabricados de hormigón y entre otros productos tenía unos caños que se usaban en Estados Unidos como sistema de riego subterráneo. Este emprendedor se dio cuenta de que eran una herramienta que, bien usada, podía funcionar en la provincia. Es por ello que plantó unas vides con el objetivo era hacer un showroom para mostrar su funcionamiento, pero empezó a trabajar en el viñedo y se apasionó.
Al comienzo la empresa producía vino a granel como tantas otras bodegas de la provincia, pero sus dueños siempre tuvieron en mente la idea de expandirse. Para 1981 contaban con vino en damajuana que comercializaban en el mercado interno con la etiqueta Uvas del Sol.
La historia dio un vuelco a partir de la incorporación a la compañía de José Alberto Zuccardi, hijo del fundador, quien propuso la reconversión de viñedos apuntando hacia la producción de variedades vitivinícolas de alta calidad. Ese fue la fórmula ganadora que la llevó a crecer en el mercado local e internacional con exportaciones a más de 50 países.
Con el tiempo, la empresa evolucionó bajo la dirección de José Alberto, que luego sumó a la tercera generación, sus hijos Sebastián, Julia y Miguel. Actualmente Familia Zuccardi cultiva más de 1.000 hectáreas de viñedos y 250 olivos en las regiones de Valle de Uco (allí cuenta con 6 fincas en distintas zonas), Maipú y Santa Rosa.
Desde esas zonas provienen las uvas que dan origen a los vinos de sus dos bodegas: Santa Julia (ubicada en Maipú) y Zuccardi Valle de Uco, en Paraje Altamira, Departamento de San Carlos. Además la compañía produce aceite de oliva extra virgen que comercializa con marca propia.
Aunque sus cifras exactas de facturación no suelen ser divulgadas, se estima que la empresa genera ingresos anuales superiores a los 60 millones de dólares, provenientes tanto de la venta de vinos como de actividades relacionadas al turismo. Sus productos están presentes en más de 50 países, con mercados clave en Estados Unidos, Europa y Asia.
En la última década, Familia Zuccardi realizó importantes inversiones en tecnología y sostenibilidad. En 2016 inauguraron una moderna bodega diseñada específicamente para la vinificación por parcelas, permitiendo elaborar vinos que reflejan fielmente el carácter de cada terroir. La construcción de esta bodega representó una inversión de aproximadamente 15 millones de dólares.
La compañía cuenta con una capacidad productiva de alrededor de 26,4 millones de botellas de vino y 500 toneladas de aceite de oliva anuales. El grueso de su negocio está en la exportación, en líneas generales comercializa en el exterior alrededor del 60% de su producción y el resto lo vuelca al mercado interno.
Recientemente los Zuccardi fueron noticia a partir de una disputa judicial que reveló tensiones familiares y desigualdades en la sucesión de su patrimonio. El conflicto surgió hace más de 30 años, cuando Alberto Zuccardi, patriarca de la familia, distribuyó de manera desigual los activos de las empresas familiares. En ese acto distribuyó a sus tres hijos -Cristina, Ema Inés y José Alberto-, en partes iguales, las acciones que tenían en Cimalco SA y Cimalco Neuquén SA, dos empresas constructoras, y le donaron a José Alberto el 100% de La Agrícola, Viñedos y Bodega Familia Zuccardi.
En este marco, Cristina, quien tuvo una larga trayectoria en la política, fue diputada nacional y funcionaria pública en Mendoza, inició una demanda en 2018, alegando que el reparto violó su derecho a una herencia legítima y destacando el sesgo de género en las decisiones familiares.
La Suprema Corte de Mendoza falló recientemente a favor de Cristina, ordenando una compensación de más de 12 millones de dólares, más intereses lo que elevaría la cifra a más de 20 millones. El fallo destacó la inequidad en la distribución inicial, donde José recibió activos valorados en casi 95 millones de dólares, mientras Cristina obtuvo poco más de 7 millones. Según la Corte, esto fue una violación de los derechos hereditarios y perpetuó dinámicas de género que relegaron a las mujeres a un papel secundario en la gestión de los bienes familiares.