El nombre BASF es un acrónimo de Badische Anilin- und Soda-Fabrik, algo así como “Fábrica de Anilina y Soda de Baden”.
La compañía fue fundada en 1865 por Friedrich Engelhorn en el suroeste de Alemania, a orillas del Rin, en una época en que las ciudades empezaban a usar gas de hulla para la iluminación pública. Ese proceso dejaba como residuo un subproducto espeso llamado alquitrán, que hasta entonces se desechaba. Engelhorn tuvo la visión de aprovecharlo: a partir del alquitrán se podía obtener anilina, una base para fabricar tintes sintéticos, y eso marcó el origen de la química moderna.
BASF arrancó produciendo colorantes para la industria textil, pero muy pronto expandió su negocio a otros compuestos industriales y convirtió su planta de la localidad de Ludwigshafen en una ciudad-fábrica. Más de 150 años después, sigue operando allí su complejo químico más grande del mundo.
Con los años, la empresa se transformó en un gigante global. Hoy BASF está presente en 92 países, emplea a más de 112.000 personas y tiene más de 235 plantas. Su modelo de producción integrado, al que llama “Verbund”, consiste en aprovechar cada subproducto como insumo para otro proceso, lo que le permite reducir costos, energía y emisiones.
Pero no todo es eficiencia: en 2024 relanzó su estrategia bajo el nombre de “Winning Ways”, una hoja de ruta para crecer de forma rentable mientras acompaña la transición ambiental. El plan apunta a un cambio cultural: incorporar la sostenibilidad como criterio de decisión en todos los niveles.
En 2024, BASF facturó 65.300 millones de euros. Sus negocios se organizan en seis segmentos: Químicos, Materiales, Soluciones Industriales, Nutrición y Cuidado, Tecnologías de Superficie y Soluciones Agrícolas. Esta última representa el 15% del total, pero concentra casi la mitad de toda la inversión en investigación y desarrollo del grupo. Solo en 2024 destinó 919 millones de euros al desarrollo de nuevas moléculas, tecnologías de semillas, plataformas digitales y productos biológicos.
Por su parte, en el primer semestre de 2025, mientras la mayoría de las divisiones reportaron caídas por el enfriamiento económico global, el agro fue la excepción: el margen operativo superó el 30% y el EBITDA ajustado alcanzó 2.515 millones de euros.
Más concretamente, la unidad agrícola incluye fungicidas, herbicidas, insecticidas, tratamientos de semillas, semillas híbridas, eventos biotecnológicos, herramientas digitales y bioinsumos. BASF ofrece un portafolio amplio que integra marcas como Revysol, Luximo, Tirexor, Surtain, Axalion Active, InVigor, Credenz y LibertyLink.
Bajo la plataforma Xarvio, promueve la agricultura de precisión con recomendaciones específicas por lote, que obviamente priorizan sus propios remediadores. Y a través de Nunhems, comercializa más de 1.200 variedades de semillas hortícolas. Su presencia es fuerte en todos los cultivos clave: soja, maíz y algodón en América; trigo, colza y girasol en Europa; arroz en Asia; y frutas y hortalizas en todo el mundo.
Argentina es uno de los países donde BASF tiene una operación consolidada. La empresa opera plantas productivas en Tortuguitas, Burzaco, General Lagos y Santo Tomé. En esa última, ubicada en Santa Fe, funciona desde hace más de diez años la única planta de bioinsumos agrícolas de BASF en América Latina. Allí se formulan inoculantes y productos biológicos que se exportan a Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil.
En otras áreas industriales, BASF también está presente en la industria local: desde aditivos para plásticos y productos para cosmética hasta espumas aislantes para construcción. En 2021 trasladó a Brasil la fabricación de pinturas automotrices, pero mantuvo en Tortuguitas la operación técnica, comercial y logística del negocio de repintura.
En el segmento agro, en 2022 inauguraron un Centro de Desarrollo Tecnológico en Rojas, provincia de Buenos Aires. Sobre un campo de 65 hectáreas montaron laboratorios, un centro de bioseguridad y más de 12.000 parcelas experimentales donde integran ensayos con semillas, fitosanitarios y tecnologías digitales. Ese centro se sumó al que ya tenía en San Jerónimo, provincia de Santa Fe.
Un dato clave es que el futuro de la unidad agrícola parece ir por un camino propio: la empresa ya anunció que planea escindir ese negocio como una unidad legal independiente hacia 2027. Sin embargo, seguirá operando dentro del ecosistema BASF, aunque con una estructura más ágil.
Mientras tanto, el foco está puesto en crecer en Asia, donde el agro representa apenas el 11% de su negocio, y consolidar su liderazgo en América, donde compite de igual a igual con otras gigantes como Bayer, Corteva, FMC, Syngenta y UPL.