Adama Agricultural Solutions es uno de los mayores fabricantes globales de productos para la protección de cultivos, con raíces en Israel y presencia en más de 100 países. Su historia comenzó con dos compañías químicas locales: Agan, fundada en 1945, y Makhteshim, creada en 1952. Ambas se consolidaron como referentes de la industria química y agrícola israelí hasta que, en 1997, se fusionaron para dar origen a Makhteshim Agan, con el objetivo de proyectarse al mercado global.
La internacionalización de la empresa fue creciendo y, en 2011, el grupo estatal chino ChemChina adquirió el 60% de Makhteshim Agan, sacándola de la bolsa de Tel Aviv. Poco después, en 2014, la compañía adoptó oficialmente el nombre de Adama Agricultural Solutions Ltd., un cambio que se extendió en todas sus filiales hacia fines de 2015.
El término “Adama”, en hebreo, significa “tierra” o “suelo”, una denominación que buscó reflejar la esencia agrícola de su negocio.
El salto definitivo llegó en 2016, cuando ChemChina lanzó una oferta de 43.000 millones de dólares para comprar Syngenta, la multinacional suiza líder en agroquímicos y semillas. La operación se completó en 2017 y convirtió a Syngenta en parte del conglomerado chino. Tres años más tarde, en 2020, los negocios agrícolas de ChemChina y Sinochem se unificaron bajo un mismo paraguas corporativo: el Syngenta Group, con sede en Suiza.
Ese holding reúne hoy a Syngenta Crop Protection, Syngenta Seeds y Adama, además del negocio agrícola de Sinochem. Dentro de esta estructura, Adama mantiene una gestión independiente, especializada en moléculas fuera de patente y soluciones diferenciadas, complementando la estrategia de innovación de Syngenta.
La compañía cuenta actualmente con 19 plantas de producción de síntesis y formulación distribuidas en Israel, China, Brasil y Europa, además de 7 centros globales de desarrollo de productos, lo que le permite adaptar su oferta a regulaciones y condiciones agrícolas locales. Gestiona un portafolio que históricamente se compone en un 50% por herbicidas, 24% insecticidas y 20% fungicidas, con el resto enfocado en usos no agrícolas como aditivos para alimentos, fragancias y cosmética.
En el plano financiero, el 2024 fue un año complejo para Adama. Registró ingresos por 3.736 millones de dólares, 95% de ellos provenientes de protección de cultivos. La compañía cerró con pérdidas operativas por 20 millones, golpeada por la sobreoferta de ingredientes activos en China y la caída global de precios. Sin embargo, se mantuvo con activos totales de 4.830 millones de dólares.
Para enfrentar este escenario lanzó el plan “Fight Forward”, con foco en mejorar márgenes, optimizar operaciones y potenciar su negocio de “Value Innovation”, orientado a productos de mayor valor agregado.
En tanto, el primer semestre de 2025 mostró una recuperación: los ingresos fueron de 1.845 millones de dólares, apenas 2% menos que en 2024, pero con fuerte mejora de rentabilidad. El EBITDA ajustado subió a 244 millones (+20% interanual), mientras que la pérdida neta se redujo a 34 millones, contra 154 millones de dólares de un año antes. El resultado operativo ajustado alcanzó 146 millones, confirmando la efectividad de su estrategia de transformación.
Su negocio está diversificado en todas las regiones. En los primeros seis meses de 2025, Europa, África y Medio Oriente aportaron 662 millones de dólares; América del Norte 489 millones (con una suba de 19% interanual por el repunte en Estados Unidos); Latinoamérica 363 millones (−9%, con fuerte competencia en Brasil y el Cono Sur); y Asia Pacífico 330 millones (−16%, golpeada por la sobreoferta y el clima adverso en India y el sudeste asiático).
En Latinoamérica, Brasil es el mercado más relevante, donde la compañía inauguró en 2023 una nueva planta de síntesis para protioconazol, un fungicida clave, con una inversión de más de 50 millones de dólares.
En Argentina, Adama está presente desde 1996, cuando operaba como Magan Argentina (Makhteshim Agan). Con oficinas comerciales y red de distribución, abastece principalmente al mercado de soja, maíz y trigo, y participa de programas de capacitación y buenas prácticas agrícolas bajo iniciativas como “Adama Cuida”, que también implementa en Paraguay.
En líneas generales, la compañía ha construido su liderazgo sobre un modelo flexible, con un catálogo de soluciones que evita pérdidas de entre 30% y 70% en rendimientos agrícolas. Su desafío inmediato es equilibrar la presión de costos y precios internacionales con la demanda creciente de soluciones más sustentables, mientras reduce deuda, que en junio de 2025 ascendía a 1.708 millones de dólares y fortalece su flujo de caja.