Un cuestionario de 20 preguntas enviaron todas las sociedades rurales de Río Negro, Chubut y Santa Cruz en una carta dirigida al ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y sus funcionarios a cargo de la Secretaría de Agricultura y el Senasa. El interrogatorio apunta a saber cuáles fueron los fundamentos técnicos que avalaron días atrás la decisión de este organismo sanitario de flexibilizar la barrera sanitaria patagónica que protege a esa región del ingreso del virus de la fiebre aftosa desde el norte del país, y que fue postergada a las pocas horas debido al enojo de los gobernadores.
La carta que llegó desde el sur al Palacio de Hacienda y sus organismo dependientes está cargada de chicanas, ante la evidente escasez de argumentos de parte de las autoridades nacionales para tomar una medida que vulnera un programa sanitario con más de 30 años de historia, ya que la barrera fue impuesto en los años 90, cuando el país se dividió en zonas libres de vacunación contra la aftosa (al sur del río Colorado) y zonas libres pero con vacunación (al norte de esa barrera). Entre unas y otras se prohíbe el paso de carne con hueso, por el riesgo sanitario que eso implica. Es lo que sucede en Patagonia, donde el asado suele ser un poco más caro porque la disponibilidad de vacunos es menor y está prohibido el ingreso de costillares desde el norte.
“Los abajo firmantes, en representación de las entidades de productores con asiento y representación en la Patagonia productiva, nos dirigimos a ustedes y por su intermedio a las oficinas bajo su dependencia, a efectos de solicitarle formalmente, precisiones sobre el análisis, antecedentes, situación actual y efectos,
vinculados a las resoluciones 180/25 y 186/25”, dice la misiva dirigida a Caputo, al secretario Sergio Iraeta y al presidente de Senasa, Pablo Cortese.
Más allá de que la flexibilización de la barrera es una larga discusión técnica en ámbitos veterinarios, es muy improbable que Caputo sepa del asunto y que el Senasa disponga de todas las respuestas que reclaman los patagónicos. De hecho, los ruralistas patagónicos cuentas que cuando hace algunas semanas le plantearon su preocupación al secretario de Agricultura, Iraeta juró y recontrajuró que no habría cambios en los estatus sanitarios que protegen a la región, y que afectan fundamentalmente al mercasdo de Neuquén, donde el asado suele ser más caro que en el resto del país teniendo a pocos kilómetros de distancia una abundante oferta de ese corte desde La Pampa. En el medio está la barrera que ahora se han planteado flexibilizar las autoridades libertarias.
La irónica carta de los productores patagónicos -que no incluye a representantes neuquinos- plantea un cuestionario que expone con crudeza que no existe ningún estudio serio -al menos público- que justifique la reforma del esquema sanitario actual, salvo cuestiones políticas y económicas. De hecho, plantea un dilema que nunca se ha discutido con seriedad en la Argentina, que es por qué en vez de vulnerar el estatus de la Patagonia como zona libre sin vacunación (dejando ingresar carne de la zona donde todavía se vacuna), no se abandona paulatinamente la vacunación contra la aftosa en todo el norte del país, para que toda la Argentina tenga el mismo trato sanitario y comercial.
Algo así como seguir los pasos que dio Brasil, que dejó de aplicar la vacuna a todo su ganado hace dos años y el mes próximo sería reconocida como país libre sin vacunación. Este estatus le permitiría ingresar con su carne vacuna (con o sin hueso) en mercados exigentes como Japón. Es la misma situación la que le permitiría vender asados también en la Patagonia.
Esta es la carta de las rurales patagónicas al equipo económico:
Nota con cuestionario a SAGyP y SENASA.ok
El cuestionario dirigido a Caputo, Iraeta y Cortese tiene como objetivo “contar con toda la documentación que nos permita asistir a la convocatoria dispuesta dentro de los noventa días que dispuso la última de las resoluciones citadas”. Es que ante la reacción de los patagónicos, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, prometió que se tomaría el gobierno un plazo de tres meses para revisar la normativa dictada por Senasa en el marco de una mesa técnica junto a los gobiernos provinciales.
“Nos permitimos advertirles de la urgencia en resolver este asunto, ya que la inminencia del invierno en nuestra región pone a todos los productores patagónicos en una situación de extrema vulnerabilidad por la incertidumbre generada en el mercado de hacienda regional”, ironiza nuevamente la carta de los hombres de campo de la Patagonia, que deben suponer que ninguno de los tres funcionarios libertarios tomó en cuenta este tipo de circunstancias.
Por cierto, algunas de las preguntas técnicas formuladas cargan con el mismo nivel de sorna, que solo apunta a dejar expuesto el nivel de improvisación de las autoridades nacionales.
Por ejemplo: ¿Cuál es el argumento o idea movilizadora, así como sus bases técnicas, sin tiempo ni espacio para su consulta y opinión de los sectores involucrados/afectados de la región patagónica, en plena época de zafra del ternero?
O, “si la lógica indica que una política sanitaria seria a nivel país sería mejorar el status sanitario nacional general ¿no consideran más conveniente trabajar en extender progresivamente la zona libre sin vacunación desde el sur hacia el norte en lugar de permitir el ingreso de carne de zonas con vacunación hacia zonas libres de ella?
O, ¿existen probables ‘riesgos’ en caso de no continuar vacunando? en el norte del país. Y “en caso de que así sea, ¿cuál es el motivo de arriesgar el status de la Patagonia con esta medida de flexibilización de la barrera sanitaria?
O, ¿se ha evaluado la significación económica que un cambio en el sistema de barrera generará en la producción y comercialización de ovinos, especialmente la exportación de corderos? ¿Se considera el perjuicio a los ganaderos fueguinos en caso de que Chile impida el paso por su territorio para salir al continente (barcaza) al cambiar la situación de barrera?
Pero la mejor de las preguntas es la última, porque deja expuesto que no hay un acabado estudio de la situación epidemiológica nacional que avale la flexibilización de esta barrera. Dice este pregunta: “Considerando que la resolución 180 se sustenta por un lado en la ausencia de circulación viral en el resto del país y por el otro en la insignificancia del riesgo de transmisión del virus en el asado con hueso, ¿qué razón justifica la exclusión del valle de Calingasta en la misma?”
En rigor de verdad, ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) la Argentina gestionó en mayo de 2013 el reconocimiento como zona libre de fiebre aftosa sin vacunación a los altos valles cordilleranos del departamento de Calingasta, en San Juan. Y de ellos, y de sus pobladores que tampoco pueden recibir cortes con hueso de otras zonas, nadie habla.
“Es una pequeña zona de altos valles andinos de pastoreo que se encuentra en la provincia de San Juan. Estos valles solo son accesibles para el pastoreo desde Chile, dado que el limite político entre este país y Argentina no está dado por las altas cumbres, sino por la divisoria de aguas, lo que hace que desde el lado argentino entre los valles y el resto de la provincia de San Juan se interponga una barrera montañosa de más de 4.000 ms de altura, lo que la hace inaccesible para el ganado de Argentina”, es la justificación del Senasa para haber declarado esa zona libre sin vacunación en la zonificación sobre la fiebre aftosa.