¿A dónde quedó esa idea de que la Argentina era la gran proveedora de alimentos del mundo? Evidentemente, anclada nada más que en nuestro imaginario colectivo, porque al día de hoy eso parece ser más una consigna vacía que una descripción de la realidad.
Las cifras son elocuentes: El país ocupa el puesto número 52 en el ranking de exportadores mundiales y quedamos a años luz del séptimo lugar que supimos tener tras la Segunda Guerra Mundial. Así lo señala un informe difundido por Argendata, la consultora de la organización Fundar, que alerta por el particular estancamiento exportador que se registra desde 2007 en adelante.
De ser el país que más exportaba en la región, un título que conquistamos a mediados del siglo pasado, hoy Argentina está en el cuarto lugar y fuera del podio. Nuestra participación en el mercado mundial es del 0,3%, “siete veces menor a la de México (2,1%), casi 5 veces inferior a la de Brasil (1,3%) e incluso es inferior a la de Chile (0,4%) que tiene menos de la mitad de la población argentina”, aclara el informe.
Un dato extra preocupa aún más: El valor es menor comparado con nuestra participación en el PIB mundial, que es del 0,7%. Eso indica que exportamos poco para el tamaño de nuestra economía. ¿Teléfono para la política?
El año pasado, las exportaciones argentinas de bienes y servicios alcanzaron los 96.000 millones de dólares, 8 veces más que en 1970, 17 veces más que en 1920 y más de 6500 veces que en 1810. Es engañoso quedarse con ese dato monetario si no se lo compara con lo que pasó los últimos años: Los volúmenes exportados en 2024 son casi idénticos a los del 2007, un “pobre desempeño”, afirman desde Argendata, que denota estancamiento.
Lejos estamos del 4% de participación que tuvimos en el mercado mundial cuando nos jactábamos de nuestro modelo agroexportador. De la mano de la producción primaria, vendíamos cereales y carnes, y los primeros años del siglo XX estábamos a niveles que hoy tienen el Reino Unido o Francia.
¿Qué pasó luego? Se reconfiguró la matriz productiva y mucho de lo que antes se exportaba se destinó al mercado interno, en un primer momento por la expansión de la clase media y el desarrollo de la industria argentina; y, posteriormente, por el cambio de modelo hacia la década del setenta, con la política de Martínez de Hoz.
“El desempeño exportador argentino desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha sido de los menos dinámicos del mundo”, señala el informe, que estima que, medidas en dólares, sólo cuatriplicamos nuestras exportaciones desde entonces, mientras que en el mundo crecieron hasta 32 veces más.
El acercamiento de México con Estados Unidos, sumado a la creciente especialización brasilera y chilena, nos dejó más abajo de la tabla, y no nos hemos movido prácticamente desde el 0,3% de participación mundial en las últimas 5 décadas. Si en 2024 exportamos el mismo volumen que hace 17 años, evidentemente el problema es nuestro.
En cuanto a la composición de nuestras ventas al exterior, la misma consultora ya había advertido en un informe anterior el retroceso de nuestro sector agropecuario en el mapa mundial. Así y todo, en el portfolio todavía es clave, pues un 82% de lo que exportamos son bienes y un 50% corresponden al agro, entre manufacturas y productos primarios. Los bienes industriales representan un 22%, y la energía sólo 10%.
En cuanto a los servicios, que representan el 17,7% del total de las exportaciones, sobresalen el turismo y aquellos basados en el conocimiento, como los profesionales y los derivados de la industria del software.
En épocas en que la discusión en torno al comercio mundial está más vigente que nunca, con movimientos proteccionistas y aperturistas simultáneos, debe discutirse qué rol puede -y debe- ocupar el país. “Argentina tuvo momentos donde se pudo acoplar virtuosamente a esta tendencia y otros donde no”, detalla el estudio de Argendata.
En ese sentido, si lo que se mira es la película completa, pueden encontrarse hilos de los que tirar. Entre los únicos 2 momentos de aumento de la participación en las exportaciones mundiales que tuvimos en las últimas 3 décadas, se destaca el período 1992-1998, cuando se puso en marcha el Mercosur y se abrieron las puertas al comercio internacional. El otro momento fue entre 2003-2011, en el que la demanda asiática infló los precios de los commodities y Argentina se vio beneficiada.
Hay q dejar de ser el granero del mundo
Debemos convertirnos en exportadores de productos terminados
Seguir llenando barcos con maíz en estado primario por ejemplo, nos atrasa 100 años