Mientras el pasado martes varios trabajadores del INTA, congregados en una de las oficinas del microcentro, hacían su “ruidazo” en señal de apoyo al organismo, Leonardo Pérez Esquivel miraba y aplaudía desde un costado.
Lo hacía en compañía de Carlos Carballo, un académico de trayectoria que enarbola su misma bandera, la de la soberanía alimentaria. Y ahí está justamente la respuesta a la pregunta de qué es lo que había llevado al sociólogo y activista, hijo del Premio Nobel de la Paz, a acompañar a los miembros de este organismo en su lucha contra el plan de ajuste.
“Este es un proceso para desmantelar la soberanía alimentaria y para concentrar los recursos en los grandes grupos económicos”, expresó el referente al ser consultado por Bichos de Campo.
Su padre, Adolfo, es un histórico referente en la lucha por los Derechos Humanos. Una mirada amplia sobre esa consigna incluye la alimentación y erradicación del hambre, un aspecto sobre el que Leonardo insiste desde su militancia desde hace mucho tiempo.
En ese sentido, lamenta que en el marco de este proyecto que el ministro de desregulación, Federico Sturzenegger, orquestó por varios meses, corran peligro iniciativas que son propias del INTA y que estuvieron pensadas para potenciar a pequeños productores y comunidades locales.
Una de ellas es el programa Pro Huerta, que, a 30 años de su creación, está virtualmente frenado. En su opinión, también podría desmantelarse el Instituto de Promoción de la Agricultura Familiar (IPAF), enfocado en la transferencia de tecnología, recursos y expertise.
Al igual que Carballo -tal como señaló en una entrevista con este medio-, Pérez Esquivel considera que el plan de ajuste sobre el INTA es parte de un proceso más amplio que afecta a todas las economías regionales y que “incluye también la eliminación de entes reguladores o planes de subsidios, como en el caso del fondo algodonero o lo que sucede con los yerbateros”.
El fin último, denuncia, es la transferencia de recursos al sector privado. Uno de los botines más preciados del INTA, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, son miles de hectáreas de tierras destinadas a ensayos y proyectos productivos del organismo, que ha trascendido en varias ocasiones que podrían ser vendidas.
“Todo eso para que Elsztain se llene los bolsillos a costa de las estaciones experimentales del INTA, que son los lugares donde no solo se hace ciencia base y aplicada, sino también la transferencia y el asesoramiento a los pequeños, medianos y grandes”, afirmó Leonardo.
Por eso es que también se ha acercado en su rol de militante y referente social, pues sostiene que, además de evaluar acciones legales puntuales contra el decreto desregulación, también debe fortalecerse el sentimiento de pertenencia y solidaridad entre los trabajadores. Muchos de los cuales, sin ir más lejos, podrían ser desvinculados los próximos meses.
“Hay que concientizar para que el pueblo vea esto, y hay que tratar de unificar todas las luchas, porque es el INTA, es el INTI, es el INASE y son muchos organismos más”, expresó Pérez Esquivel.
Algo de eso se vio el pasado martes en el microcentro porteño, porque tras la cita en Chile 460, varios trabajadores del INTA y miembros de su gremio, Apinta, caminaron unas cuadras para asistir al “ruidazo” organizado en el INASE.
Mamita ¡!!!!!!!!!!!!!