Constanza y Federico se fueron de vacaciones a Uruguay en enero de 2020 y regresaron al país con un emprendimiento entre sus manos. No fue hasta que encontraron unos sorbetes muy rudimentarios, fabricados una década atrás de forma artesanal por la familia de Federico, que esta joven pareja se preguntó: ¿Qué onda con el bambú? Allí comenzó a germinar la semilla de un proyecto ecológico y sostenible: Sorbentables.
Se trata de una iniciativa que busca disminuir el uso de sorbetes plásticos descartables para emplear, en cambio, a la caña de bambú como materia prima alternativa. Y la idea no pudo tener mejor “timing” porque mientras la pareja investigaba las formas de trabajar con esa planta en su taller localizado en Tortuguitas, en la ciudad de Buenos Aires y parte de la Costa argentina se implementaba la prohibición para el expendio de sorbetes plásticos de un solo uso.
“En la Argentina se sabe muy poco del bambú. Se piensa que hay pocas especies, pero hay más de mil. Empezamos a investigar y a ver cómo perfeccionar el producto”, contó Constanza Ávila Testa a Bichos de Campo.
Internet les permitió conocer emprendimientos similares en otros países y los cultivos de bambú de la familia de Federico –en la provincia de Buenos Aires- les garantizaron suficientes recursos para hacer las pruebas necesarias.
Los primeros modelos se hicieron a partir de una caña plana. Si bien tuvieron un buen recibimiento en el mercado, a Constanza no le convencía la forma. La idea era que fueran lo más parecido posible a los descartables, para que las personas se acostumbraran rápidamente. Por eso cuando identificaron ciertas cañas con forma redonda, dirigieron todos sus esfuerzos a trabajar únicamente con ellas.
“Haber encontrado la caña redonda fue espectacular. Estamos analizando en un futuro hacer mayores cultivos solamente de esa caña”, aseguró Constanza. Pero lo cierto es que el cultivo de bambú puede demorar hasta siete años en crecer. Eso sí, cuando lo hace tiene una tasa de crecimiento diario muy importante, llegando a estirarse casi un metro por día.
Por este motivo, no se corta al bambú de raíz, sino que podan algunas de sus ramas (sólo aquellas con el grosor justo para que no se quiebren durante su manipulación). Por caña se pueden obtener entre cinco y ocho sorbetes, de acuerdo al largo en que se corten. Sorbentables ofrece sorbetes de 15 y 20 centímetros, siendo más popular el de 20.
Una vez que la caña ingresa en el taller, se remueve la cáscara externa y se procede con el fraccionamiento. Luego del proceso de esterilización, que no emplea ningún producto químico, se las deja secar al sol. Al no hacer uso de ninguna máquina (para reducir la huella de carbono) y preservar el material, este proceso puede demorar entre dos y tres días, dependiendo del clima.
Pasado ese tiempo se pulen los sorbetes por dentro y por fuera, usando cepillos de cerdas naturales. Eso no sólo les otorga brillo y suavidad, sino que impide que queden astillas.
El último paso consiste en el grabado de las piezas con el logo del proyecto. Esto se hace a partir de un láser que quema la caña, evitando así el uso de tintas. En cuanto a los deshechos de todo el proceso, Constanza y Federico se encargan de compostarlos y usarlos en su huerta.
Los sorbetes se pueden comprar por unidad o en kits junto a un cepillo y bolsa de tela para transportarlos. Aunque la experiencia les ha demostrado que con buenos cuidados pueden llegar a durar una década, desde Sorbentables sugieren usarlos en un lapso de hasta 18 meses y hacer una limpieza regular con agua y vinagre.
El precio sugerido al público es de $98 y ya está a la venta en Buenos Aires, Santa Fe, Chubut, Mendoza y Tierra del Fuego. Son distribuidos también por la cadena The Food Market y pronto estarán disponibles en una de las cadenas de cafeterías más importantes del país.