La sequía del 2008/09 y las restricciones que desde 2006 impuso el kirchnerismo a las exportaciones de carne vacuna dejaron como resultado una reducción del stock bovino de 11 millones de cabezas. Desde las casi 60 millones que había a principios del milenio, al término de la seca el rodeo sumaba 49 millones. Eso disparó una fuerte suba de precios ganaderos en 2010/2011.
Sin oferta suficiente, al gobierno en aquel momento no le quedó otra que aceptar el salto en los valores. La realidad se impuso, más allá de que permanecieron los controles exportadores.
En esta seca también habrá impactos en la ganadería de cría, y también se espera una reducción de las existencias ganaderas aunque no de la magnitud de entonces. Los expertos vaticinan una mayor faena de vacas improductivas, menos preñeces y por lo tanto menos oferta de terneros. En consecuencia la oferta, en pocos meses más, se verá más reducida aún y eso garantiza tensiones de precios.
Por una lado hay que tener en cuenta que la falta de lluvias y la ola de calor generaron un adelantamiento de la salida del ternero, que se cortó con las lluvias en la zona central, pero que persiste en el norte y especialmente en Corrientes, que es la provincia más ganadera de la región con 4,6 millones de cabezas. Allí también hay desesperación por encontrar campos para los vientres más nuevos, mientras que los más viejos van a la faena. También se están reponiendo menos vientres de lo normal.
Más allá de lo que ocurre en esa provincia, a nivel país se esperan menores preñeces, que se podrá constatar en poco tiempo más cuando llegue la época de los tactos. Además, se supone que la vaca al no tener el estado suficiente tendrá una mayor cantidad de abortos espontáneos.
“Estamos esperando una reducción en torno al 10% en la zafra de terneros del 2023”, dijo el consultor Andrés Costamagna. Esto implica nada menos que 1,4 millones de cabezas menos y en definitiva poco más de un mes de faena.
Con respecto a la oferta de vacas, Costamagna dijo que todo dependerá de cómo evolucione la oferta forrajera y que la situación es bien despareja en función de las lluvias que se fueron recibiendo en cada zona. El analista cree que el productor va a recurrir a todos los medios que pueda para no desprenderse de su capital, aunque es probable que en los meses del otoño haya una mayor oferta a la habitual procedente de los campos con poca oferta forrajera.
Por su parte, la analista del Rosgan, María Julia Aiassa, indicó que: “por el momento están saliendo anticipadamente las recrías que no se están pudiendo terminar. En efecto las categorías que prácticamente se mantuvieron sin cambios durante enero, en un contexto de menor faena general fueron precisamente novillitos y vaquillonas, donde las salidas en muchos casos fueron producto de procesos de recría acortados. Probablemente a partir de los números de febrero y marzo comience a verse mayor proporción de vacas saliendo de los campos con destino a faena e de incluso vaquillonas que no ingresarían como reposición”.
Según la analista el stock y la futura oferta de terneros se verán condicionada por el nivel de preñez y también por la cantidad de vientres que los productores decidan sacar de los campos. La selección será mayor en función de la oferta forrajera y las señales de productividad de los animales lo que impactará de lleno en la disponibilidad futura de terneros.
Aiassa consideró que la seca dejará “una enorme pérdida económica en muchas zonas productoras, ya sea por mortandad de hacienda, como pérdida de forrajes y rendimiento de los granos, sin considerar siquiera las situaciones más extremas de daños en instalaciones provocadas por incendios, harán que la liquidez de los productores se vea más limitada respecto de años anteriores, llevando a muchos de ellos a desprenderse de parte de la hacienda como herramienta para generar los recursos financieros que no estarían ingresando por producción”.