El negocio de la industria frigorífica pasa por faenar en cantidad y vender muchos kilos de carne. La rentabilidad se obtiene en el volumen y no tanto en la diferencia que se le pueda hacer al precio por kilo.
Esa estrategia fue determinante para que, durante los últimos dos años, las fábricas pudieran mantenerse a flote. Tanto en 2023 como en 2024 se vendieron a los frigoríficos cantidades altas, cercanas a las 14 millones de cabezas, y este año se alcanzaría un nivel similar. La previsión es que, de ese modo, se pueden licuar los costos crecientes y además pelearla cuando el mercado interno o el externo no traccionan.
Sin embargo, en los industriales hay preocupación porque la alta faena es un indicador de que no hay retención de vientres y que, por lo tanto, no crecerá en el futuro la producción de novillos y novillos. Para que ello suceda, no alcanza solo con rentabilidad y buenos precios.
“Este escenario de precios y rentabilidad positiva alienta a la producción ganadera, pero la posibilidad de inversiones se ve limitada por la falta de créditos a tasas razonables. El stock ganadero cayó en los últimos dos años, el sector necesita de políticas de promoción que faciliten la reposición de ganado y la productividad de la cría, recría y engorde”, expresó Daniel Urcía, presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales (Fifra).
Este año, la faena de vacas cayó 10% pero la de vaquillonas subió en un porcentaje similar. Eso indica que los ganaderos no se están quedando con hembras para producir más madres, motivados por los buenos precios como hacienda para el engorde pero también por la falta de financiación bancaria viable, lo que hace que deban recurrir al capital propio.
Ante este escenario contradictorio Urcía evaluó que “no es para nada sencillo revertir la tendencia”, ya que “para crecer en 1 millón de terneros, se necesitaría promover la misma cantidad de aumento de existencias de vaquillonas preñadas, con una inversión de 1.000 millones de dólares”.
Es una cifra muy abultada para un contexto económico adverso, sobre todo para las empresas más chicas. El agravante es que no hay, al menos por ahora, créditos para que los productores hagan inversiones y recuperen su rodeo, por lo que la caída de los stocks podría seguir profundizándose este año.
Eso explica por qué desde Fifra también insisten en que el congreso trate de una vez por toda la Ley de promoción a las pymes, donde se incluyó un capítulo específico para la ganadería.
De todos modos, el dirigente empresarial destacó el buen escenario de precios y rentabilidad de la ganadería y destacó que la contracara de esto es la situación industrial que “está condicionada por las falencias estructurales del sector que se arrastran desde décadas”.
Entre las medidas pendientes para la actividad, apuntó a “unificar los estatus sanitarios, corregir las distorsiones fiscales y reducir el costo laboral”,, que se agrava, por el alto nivel de judicialización y las alícuotas de ART. El corolario de todo esto es que el principal subproducto de la fanea, el cuero, ha perdido notablemente su valor durante el último tiempo.
“Estos problemas, los altos costos de la hacienda y de la producción de carne indican que claramente hoy la industria es el eslabón más débil de la cadena a pesar de que se cuentan con buenos precios internacionales y locales por el producto. A las empresas les cuesta cerrar los ejercicios con resultados positivos, manteniendo el nivel de inversión que requiere este tipo de establecimiento”, concluyó Urcía.