En los próximos días, Erika Oblita se recibirá como bióloga de la UBA. Para su tesis de grado eligió estudiar un hongo en particular, el Granulobasidium vellereum, que, según se sabe, libera un compuesto que puede inhibir la aparición de otros hongos.
El objetivo de su trabajo fue probar si, mediante ese método, se puede evitar que la fruta se pudra y así bajar la cantidad de fungicida que es necesario aplicar en la plantación. Eso es precisamente lo que expuso con un póster en uno de los pabellones del Congreso Aapresid.
“Lo que queríamos probar es el poder de los volátiles, que son compuestos que libera el hongo, en patógenos poscosecha”, explicó Erika a Bichos de Campo. Uno de los más conocidos es el hongo que produce podredumbre y que tiñe de verde a los cítricos.
Los resultados no fueron los esperados, pues sólo detectaron inhibición -de un 10%- dentro del laboratorio pero no a campo. Sin embargo, la investigadora señala que eso ya es de por sí una respuesta para continuar trabajando, porque si no hay efecto fuera del trabajo in vitro es porque hay otros aspectos a tener en cuenta.
“Esto puede estar asociado al medio que usamos y la edad de cultivo, por lo que hay que evaluar otros factores para ver si se puede o no obtener mejores resultados”, explicó Erika, que no descarta que se pueda efectivamente reducir el uso de compuestos químicos en la producción frutícola a partir de estos descubrimientos.
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Cabe destacar que, como siempre sucede en investigaciones de este tipo, cada uno de los proyectos se encadena con los anteriores, y el conocimiento se va construyendo de forma dinámica.
Sin ir más lejos, al hongo Granulobasidium vellereum, que es propio de los árboles de plátano que hay en las ciudades, lo aisló por primera vez la profesora a cargo del grupo de investigación de Erika. Posteriormente, hubo estudios que comprobaron el efecto inhibidor de sus volátiles en otros hongos y, ahora, se suma su trabajo sobre las frutas.