La economía argentina depende mucho de los dólares que aporte el sector agroindustrial, ya que 70% de las divisas vienen de ese palo. Pero entre los múltiples complejos que aportan, se destaca sin dudar el complejo sojero.
Sin embargo, la siembra de la oleaginosa va despertando cada vez menos interés entre los productores por diferentes motivos. En un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario ya se anticipa que se espera una menor intención de siembra este año, lo que debería llamar la atención de las autoridades teniendo en cuenta lo dicho en el párrafo anterior.
“Año tras año el maíz crece, el trigo crece y la reina de los campos argentinos, la soja, pierde presencia en el total de las hectáreas sembradas”, señaló la BCR, cuyos técnicos esperan una nueva reducción en las hectáreas sembradas con la oleaginosa de unas 250 mil hectáreas, por lo que el área total quedaría en 16,65 millones de hectáreas.
Por ahora, “se proyecta como el valor más bajo de los últimos 15 años, aunque puede seguir ajustándose a la baja en los próximos meses”.
Como tendencia de fondo, de las 20 millones de hectáreas que se sembraban con soja hace siete años, el cultivo ha perdido superficie año tras año hasta perforar en el actual ciclo 2020/21 la barrera de 17 millones de hectáreas. En la nueva siembra seguiría cayendo.
¿Cuál es la razón?
De acuerdo con la estimación de la Red GEA, en la llamada zona núcleo agrícola (donde están las mejores tierras), “revisando los datos de los últimos 18 años, el hectareaje de la soja 2021/22 sería el más bajo de la serie y por lejos. El ciclo pasado perforó la barrera de las 5 millones de hectáreas con 4,82 millones”.
Cristian Russo, coordinador de esa red, dijo que este año la caída en la zona núcleo podría ser peor y llegar a las 4,57 millones de toneladas. “La baja sería de 5 a 10%. Todos los ingenieros nos hablan de que el cultivo está estancado y se sembrarían 250 mil hectáreas menos que en el ciclo pasado por lo que quizás quede el área incluso por debajo de las 4,5 millones de hectáreas. Sería la siembra más baja en 20 años”, indicó.
La siembra de la oleaginosa cae por diferentes cuestiones. Russo explicó que hay un primer inconveniente en los resultados productivos. “La soja está estancada en rindes en los últimos 7 u 8 años. Un productor de General Pinto afectado por la seca nos decía que en esta campaña obtuvo soja de 600 kilos y en el maíz cosechó 6 mil kilos por hectárea. En las situaciones ambientalmente adversas está funcionando mucho peor que el maíz”, indicó.
Según Russo, el otro tema es la falta de nuevos materiales genéticos que limitan el potencial de crecimiento del rinde del cultivo, los problemas de control de las malezas y la presión impositiva desmedida, ya que el cultivo paga un 33% de retenciones, contra 12% del trigo y el maíz.
“Cuando consultamos a nuestras fuentes nos hablan de los márgenes vinculados a la presión impositiva y a derechos de exportación muy altos y también los problemas de malezas. El maíz sigue siendo caro y tiene una carga financiera alta, pero igual los rindes llevan a los productores a tomar decisiones en contra de la soja”, añadió Russo.
El ingeniero dijo que todavía hay que esperar a las lluvias de agosto para tener más claro el panorama, aunque la “campaña ya está muy lanzada por lo que los cambios serían reducidos si no llegan esas precipitaciones”.
El coordinador de la Red GEA dijo que la tendencia de la zona núcleo “refleja lo que pasa a nivel nacional y que tal vez el área esté más cerca de las 16 millones de hectáreas que de las 17 millones”.
La superficie cubierta con soja tuvo su pico en la campaña 2015/16, con más de 20 millones de hectáreas, según datos del ministerio de Agricultura. Pero desde entonces viene en caída, en el ciclo pasado sumó 16,7 millones de hectáreas.