Por Matías Longoni.-
Una semana atrás, en la reunión de la Mesa de las Carnes, el presidente Mauricio Macri instó a sus funcionarios a aplicar las leyes vigentes en el caso de algunas cooperativas de trabajo que actúan en el mercado de la carne vacuna, en especial en el conurbano bonaerense.
A las pocas horas, la AFIP anunciaba un operativo a la cooperativa La Foresta, de Virrey del Pino. Y anoche el diario La Nación anticipó que Marcelo Collomb, titular del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes), tenía todo listo para inhabilitar a otras tres cooperativas de faena.
¿Por qué molestan tanto las cooperativas? ¿No se supone que son figuras de la economía social que un gobierno debería apoyar y privilegiar frente a otro tipo de actores económicos? ¿Por qué Macri da la orden de cerrarlas? La respuesta se sencilla: se sabe que muchas cooperativas de trabajo en realizad son utilizadas como pantalla que permiten a un grupo de matarifes del conurbano seguir faenando sin hacer frente a obligaciones elementales de cualquier empresario, como tener a la gente en blanco y pagarles los aportes; tributar los impuestos nacionales y provinciales; o simplemente cumplir con ciertas normas sanitarias básicas.
Las cooperativas de faena, al parecer, pueden hacer todo eso: actúan al margen de las normas y por eso compiten de modo desleal con el resto de los operadores. Por eso hay un importante grupo de frigoríficos del consumo que reclaman con insistencia que se haga cumplir la ley.
Según datos oficiales, las cooperativas en conjunto sumaron apenas 2,6% de la faena total de bovinos entre enero y agosto. En ocho meses realizaron la faena de 214.500 bovinos, sobre un total nacional que supera los 8 millones.
Pero los frigoríficos afectados dicen que ese es un indicador mentiroso, pues lo que hay que mensurar es la participación de las cooperativas respecto de la faena realizada en frigoríficos orientados al consumo interno situados en la Provincia de Buenos Aires. En ese caso, la participación de estas “empresas sociales” trepa al 9%.
Un empresario del sector explicó a Bichos de Campo por qué están tan molestos por esta competencia desleal de las coopetarivas. O “pseudo-cooperativas”, como prefieren llamarlas.
- El hombre nos dice que el mercado de la carne bovina carga con un mal estructural: existe una capacidad instalada para faenar más de 20 millones de cabezas al año pero la faena anual en los últimos años, y para 2017, ronda las 12 millones de cabezas.
- Por lo tanto, existe una enorme capacidad ociosa que naturalmente provoca que la competencia sea “acérrima”.
- Los frigoríficos Ciclo I (con faena) se caracterizan por ser mano de obra intensiva. Los costos laborales representan cerca de un 60% de los costos de conversión del ganado en pie en medias reses. Y es en materia de costos laborales que las cooperativas sacan mucha ventaja al resto.
- En este escenario, los costos laborales de las empresas normales son más del doble de los que tienen estas cooperativas.
- Las cooperativas no pagan cargas sociales (aportes del trabajador ni contribuciones patronales), ART (entre el 12 y el 18% sobre la masa salarial), aguinaldo, asignaciones familiares, vacaciones, obra social, etcétera.
- ¿Cómo quedan los costos laborales entonces? Para una empresa normal son no menos de 35.000 pesos por persona y por mes, mientras que el costo por persona ocupada en una cooperativa nunca excede los 12.000 a 15.000 pesos/mes.
La fuente me pone de ejemplo de comparación dos plantas con igual cantidad de personal ocupado, unas 200 personas. La #falsa cooperativa” en ese caso corre con una ventaja de unos 4 millones de pesos mensuales. Son casi 50 millones de pesos por año de diferencia.
Hay otras ventajas de encubrirse detrás de estas figuras Nac&Pop. Por ejemplo, la exención del impuesto sobre los Ingresos Brutos.
“Las cooperativas son un permanente tensor hacia abajo y hacia lo peor en todo sentido”, me dice el empresario. ¿Qué quiere decir? Como no pueden competir con ellas en condiciones normales, muchos frigoríficos ceden a la tentación y también violan decenas de normas en función de su necesidad de supervivir.
Le repregunto: ¿Pero si existiera una cooperativa bien constituida, con todas las de la ley, no sería una figura legítima?
Me contesta que hay unos pocos matarifes que se ocultan tras las cooperativas que se llenaron los bolsillos a partir de las necesidades de trabajo de la gente. “La realidad es que los obreros son utilizados como un deplorable escudo humano, ya que más allá de las formas están en negro total, cobran a destajo puro (un tanto por animal faenado o por día o por semana) y nada más”, apunta la fuente.
Y a veces, solo a veces, complementan ese salario con una bolsa semanal de carne todavía caliente.