En las últimas horas hubo reunión del Consejo Directivo del INTA, la máxima autoridad política allí. Pero no se discutió nada demasiado profundo porque el cuerpo está paralizado y a la espera -como adelantó el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta- de un decreto que reformará su conducción y lo convertirá en una instancia decorativa, para permitir que el Poder Ejecutivo tome el control de un organismo tecnológico autárquico y valioso, que está a punto de cumplir 70 años.
Luego de esa “intervención”, finalmente la gestión de Javier Milei tendrá las manos libres para hacer el ajuste que viene anunciando: el despido de 1.500 personas y la salida a subasta de miles de hectáreas de campos.
Nadie conoce la letra chica de ese decreto. No la conoce el propio Consejo Directivo que será reformado, para añadir más representantes del Ejecutivo y detentar así la mayoría, excluyendo a los delegados de la universidad pública y de los Grupos CREA, subordinando el Instituto a los gobiernos de turno.
Tampoco admiten no conocer la letra chica ni el actual presidente del organismo, Nicolás Bronzovich, ni la vicepresidente María Beatriz Pilu Giraudo, ambos productores de Aapresid de quienes se comenzo a rumorear que serán echados del gobierno ni bien completen la fajina sucia.
Y menos la conoce el director nacional del INTA elegido por concurso, Ariel Pereda, que en declaraciones públicas confirmó lo que anticipó Bichos de Campo: Que como autoridad de aplicación de las órdenes políticas no fue ni siquiera consultado a lo largo de todo este proceso y que los funcionarios de Economía (que responden a Juan Pazo) ignoraron por completo la propuesta de ajuste emanada del propio organismo, a pesar de que habían sido ellos mismos los que pidieron ese informe en diciembre pasado.
La ofensiva para someter el INTA a las huestes libertarias es motorizada especialmente por el ministro Federico Sturzenegger, quien ante los micrófonos de LN+ y sin periodista capaz de repreguntarle, esta semana mintió descaradamente sobre la situación que conducirá a esta sangría en un organismo del sistema de ciencia y técnica.
“¿Qué hace el INTA?”, llegó a preguntarse el funcionario, como si no fuera su obligación saberlo. Antes había asegurado que el organismo tenía 6.000 empleados, unos 3.000 vehículos, y que gastaba en su sostenimiento la mitad de las recaudación por las retenciones al maíz, es decir de la segunda cadena agroexportadora detrás de la soja.
Lo de los empleados es cierto: son unos 6.200. Lo de los vehículos es parcialmente cierto: hay 3.000 vehículos a nombre del INTA, pero más de la mitad de ellos son de rezago y el resto se utilizan para cubrir todo el territorio argentino. Si no se han vendido los que no andan todavía, es por la burocracia eterna de la administración pública.
Y lo del presupuesto es sencillamente una gran mentira.
La Bolsa de Comercio de Rosario calculó que por retenciones aplicadas al maíz en 2025 el Fisco recaudará 1.195 millones de dólares, que a un tipo de cambio promedio de 1.100 pesos significarán ingresos por 1.314.500 millones de pesos.
Mientras tanto, el presupuesto 2025 para el INTA (que se genera de recursos propios por tasas a la importación, que de todos modos son apropiadas por Economía) ha sido fijado este año en 223.000 millones de pesos.
Esta suma representa entonces el 16,9% de los ingresos proyectados por retenciones al maíz, que de todos modos no son recursos genuinos sino recursos “robados” a los productores. Ese casi 17%, es obvio, está muy lejos de ser el 50% de los ingresos, tal cual declamó falazmente el ministro Strurzenegger.
Y si se compara el presupuesto del organismo tecnológico con el total de la recaudación por retenciones del agro, que se ubica por sobre 9.300 millones de dólares si se suma sobre todo el aporte de la soja (que tributa 33% y no 12% como el maíz), el gasto en el INTA representaría solo el 2,3% del dinero.
“El presupuesto de la SIDE para 2025 es por el momento -hasta las ultimas reasignaciones de partidas- de 80.000 millones de pesos. Esto significa más de un tercio del presupuesto del INTA para el mismo periodo, siendo que INTA es un organismo que esta presente en todo el país”, indicaron fuentes que se ocuparon de hacer las cuentas para desenmascarar al ministro.
¿Por qué miente Sturzenegger? No se sabe. Pero se supone que es parte del plan trazado por el gobierno para avanzar (sin ningún tipo de consenso dentro del propio INTA) es esta intervención.
En la reunión de un Consejo Directivo que será desautorizado y con muchos consejeros que han sido “idiotas útiles” en todo este proceso, en especial algunos representantes de entidades de la Mesa de Enlace, no se discutió demasiado. A pesar de que nadie conoce la letra chica, se da por descontado un decreto que será “muy duro” y que de inmediato se pondrán en marcha los despidos que ellos necesitan para llegar al número mágico que se propusieron: pretenden bajar la planta de técnicos e investigadores de 6.000 a 4.500 personas.
Para ello no se esperaría el retiro voluntario anunciado en marzo y se dispondría el cierre de varios Centros Regionales, además del cese de las tareas de extensión o difusión de las tecnologías, que serían traspasadas de prepo a las provincias.
¿Por qué miente Sturzenegger? Por lo que todo el mundo miente. Porque no quiere decir la verdad, simplemente.