Hay diferentes problemas por los cuales se señala a los productores en particular y al sector agropecuario en general como responsables. Pueden ser cuestiones sociales, económicas o también ambientales, como sucedió este año con los incendios en la zona del delta del Paraná.
Son justamente los productores lo que luego cargan con el peso del prejuicio construido en base a discursos que convenientemente utilizan otros actores sociales, entre los que se destacan la dirigencia política. Contra eso pelea desde hace rato Eduardo Grimaux, presidente de la Sociedad Rural de Victoria, en Entre Ríos.
Grimauz hace 15 años que forma parte de la comisión directiva de esa rural y hace cinco que es el presidente. Se describe a sí mismo como “un vasco cabeza dura”, pero a juzgar por lo que dice parece todo lo contrario. En su gestión se abrió la Rural de Victoria a personas que no tuvieran necesariamente que ver con lo productivo, pues see cree que así se enriquece más el debate y aparecen también otras visiones necesarias a la hora de encontrar soluciones.
Respecto de la política agropecuaria y gremial dejó varios conceptos más que interesantes.
“La Argentina es un país maravilloso. Por eso uno se pone mal al ver que llevamos tantos años en el pozo, en el que vamos cada vez más profundo, con políticas erráticas de diferentes gobiernos. No hay políticas que sigan, que duren, que sean pensadas en conjunto, para que no duren lo que dura un gobierno”, se lamenta.
Mirá la entrevista a Eduardo Grimaux:
Grimaux dice que en ese contexto es muy difícil avanzar porque en definitiva, como se dice vulgarmente, uno se la pasa atajando penales y no hay espacio para armar jugadas creativas que conduzcan al gol. “Uno está constantemente viendo como soluciona los problemas y no como puede crecer. Uno traza horizontes de crecimiento, porque si no está perdido. Pero es difícil poder acceder a esos horizontes cuando todos los días cambian las condiciones de trabajo. Una semana es mucho tiempo en Argentina, puede haber 10 cambios en diferentes órdenes, el político, judicial o económico” indicó el dirigente rural.
Este año, a toda esa incertidumbre, se sumaron los incendios en la zona de islas linderas a Victoria, un suceso que amplió la brecha entre lo rural y lo urbano cuando el humo llegó a la ciudad de Rosario y muchos ambientalistas comenzaron a acusar a los productores por haber originado el siniestro.
“Hay que pensar en los que viven en la isla, ahí tenés tu casa, tus animalitos, de eso vivís. Nos son grandes ganaderos los que llevan su hacienda allí, la mayoría son chicos y a esa gente se le quemó todo, hacienda, estructuras, casas… ¿Qué hace con la hacienda que no se le quemó, si no tiene pasto? ¿Cómo hace para darle de comer? la tiene que vender y se queda con nada”, razonó este productor mixto entrerriano.
Grimaux dice que este año los que la pasaron peor son los que viven en las islas, a los que lamentablemente se le echa la culpa de los incendios. Por el contrario, el dirigente sostiene que gracias a la hacienda que había en las islas y comió el poco pasto que había “el incendio fue menos agresivo. Pero en las islas que estuvieron abandonadas el pasto creció y allí no hubo cortafuegos naturales, está todo seco”, explicó.
El dirigente rural dijo que pidieron al gobierno municipal y provincial que haga una comisión abierta para tratar el tema y que incluya a todos los actores para evitar que se repitan situaciones de este tipo. Pero el problema parece no ser la seca sino que siempre tiene que haber un culpable y por lo general se busca de chivo expiatorio al productor agropecuario.
Grimaux dijo que siente que “le toman el pelo” cuando escucha que se los tilda de avaros o se los señala con el dedo por la falta de dólares u otras cuestiones porque los política “saben”, pero igual “nos apuntan para hacer la grieta más grande”.
El dirigente recogió el guante y se metió entones con un tema sensible: la liquidación de la cosecha y la falta de dólares.
“Si arriendo un campo debo pagar equis quintales de soja o novillos por mes, ¿qué hago? Me guardo la cantidad que necesito para pagar y voy vendiendo en función de la necesidad de esos pagos o de otros gastos. Porque si vendo todo junto, ese volumen de dinero que entra se disuelve con inflación y me quedo sin un mango”, definió.
Pero además el productor se encuentra con otro problema que es el desdoblamiento cambiario, ya que pese a que los insumos agropecuarios que se importan se pagan al dólar oficial, el comerciante se cubre de posibles devaluaciones que harían inviable la reposición de la mercadería. Por eso “los insumos están ajustados a un dólar cercano al blue, más cercano al libre. ¿Entonces qué hacés? Si vendés todo te fundís”, enfatizó Grimaux.
-¿Y por qué cree que los políticos actúan así? ¿Buscan desentenderse de los problemas, no hacerse cargo u ocultar sus ineficiancias?
-Ponele ese orden y le agregaría que es lo más fácil.
Puso como ejemplo el caso de las retenciones, ya que se trata de un impuesto que se cobra solo. “No tienen que perseguir a nadie para que les paguen”.
A pesar de las dificultades, este vasco “cabeza dura” no piensa en bajar la guardia de la dirigencia gremial porque “si no estás dejás el espacio y quizás lo ocupe otro”.
“Creo firmemente en las instituciones, que no trabajan como me gustaría y en algunas no está engendrado el compromiso que deberían tener los participantes, pero si no estuvieran quién nos defiende. Hay que estar en las instituciones para buscar soluciones que apoyan al sector, para que los políticos no nos coman”, finalizó.