En la Exposición Sial de Paris se pusieron en evidencias varias cuestiones que están repercutiendo en el mercado mundial de la carne y en los mercados ganaderos del Cono Sur. Por ejemplo, Brasil y Estados Unidos entraron en proceso de retención de hacienda, siendo los mayores exportadores de carne. Por otra parte, China sigue pidiendo ese alimento y además Estados Unidos incrementa sus importaciones. Esto tensionó al mercado mundial y disparó los precios.
En Brasil el novillo pasó en pocos meses de los 2,70 dólares a 3,70 dólares y se acerca a los valores de Argentina y Uruguay.
La mayor competencia internacional también elevó los precios de la carne. Según los datos que publica la Asociación de Productores Exportadores (APEA), cortes como Garrón y Brazuelo se venden a 4.700 dólares la tonelada y los “sets de vaca” cerca de los 3.900 dólares, lo que significa un incremento del 15% con respecto a los que había unos pocos meses atrás, cuando China imponía sus condiciones y no tenía competidor que le hiciera sombra.
También se sostienen en niveles buenos los precios de la carne que se vende la Unión Europea. La Cuota Hilton pasó de los 16.000 dólares a 15.000, y la baja no fue tan importante.
Todo esto repercute en el mercado ganadero local. En el caso de los novillos de exportación con los que se atiende a la demanda europea, los precios siguen en los 3.800/4.000 pesos el kilo de carne en gancho porque cada vez hay menos.
Pero la noticia está en los precios de las vacas. Al cierre de esta semana los mejores lotes de vacas se negociaron en los 1.700/1.800 pesos por kilo vivo, cuando los lotes de vaquillonas y novillitos valen 2.000 pesos. La brecha es muy cortita.
Los valores de las vacas se afirman porque su oferta se reduce. De septiembre a octubre su faena bajó 10%, pero la demanda mundial aumentó. Hoy una vaca de 450 kilos que se negocia a 1.800 pesos el kilo vivo cuesta 810.000 pesos, prácticamente lo mismo que una vaquillona preñada que estará dando un ternero en esta primavera y que se venderá en pocos meses más. También se negociaron en ese valor vacas que pesaban más de 500 kilos por las que se pagaron cerca del millón de pesos.
Evidentemente el cambio de una vaca gorda por una nueva que encima dejará el ingreso de un ternero que a valor actual ronda los 450.000 es un gran negocio.
Lamentablemente pocos los puede aprovechar porque queda poco para el descarte, y porque si bien están rebrotando los pastos todavía la situación forrajera no está consolidada.
La ansiada recuperación de los vientres por parte de los criadores se está demorando más de la cuenta. Y si bien este año vendieron bien el ternero y el descarte no es menos oportuno indicar que la renta se viene achicando ya que el precio justamente de los terneros es el mismo que hace seis meses lo que implica un pérdida de valor real de ese ganado.