La historia de Antonio Costa podría resumirse en el concepto de la resiliencia. Es que este hombre de campo, tuvo que atravesar innumerables crisis productivas desde su finca de Pocito, en San Juan.
Antonio se considera así, como hombre de campo, si es que tuviese que definirse. Es que según cuentan en los alrededores de la capital provincial, prácticamente no hay tierra que no haya trabajado y cultivo que no haya sembrado.
Este productor sanjuanino supo trabajar cientos de hectáreas, que arrendaba para poder desarrollar cultivos en su territorio tan querido, y llegó a especializarse en el ajo. También cultivó melones, sandías, olivos, tomates, semillas, cebollas, entre muchos otros cultivos que se dan en la región, e incluso algunos que no son habituales.
En su terruño, supo cultivar ajo cuando este se vendía a buen precio, y las industrias lo compraban, y el mercado interno de este producto estaba sólido. Fue ahí cuando desplegó su capacidad innovadora, y salió a arrendar campos para sembrar. Todo parecía ir bien, hasta la gran crisis del ajo que recuerda cuyo, que fue cuando empezaron a llegar los ajos de China a Brasil, mercado que le compraba a Argentina.
Estos ajos llegaban a menor precio, sin pagar barreras arancelarias, ni nada, y dejó en el camino a cientos de productores familiares que incluso procesaban el ajo en sus fincas o casas, algo típico de la región.
Ahí el mundo de Antonio se vino abajo, y empecinado, decidió no correr la misma suerte que sus colegas que quedaron fuera de la actividad. El siguió vinculado al campo, puesto que según él, es la razón de su vida.
Fue entonces que para conseguir levantarse luego de ese golpe, tuvo que salir a hacer lo que sabía, que era trabajar la tierra, pero en este caso como servicio agropecuario. Comenzó a hace labores en fincas más grandes, de olivos o vides, como trabajo de suelos, manejo de podas, cosechas, siembras, o lo que se necesite.
Fue ahí que descubrió que los restos de poda de las fincas, principalmente olivícolas y frutales, para evitar la quema de las mismas, podían triturarse en el mismo momento de la labor, y dejarlas en la finca como materia orgánica. Evitando así grandes incendios y riesgos para la finca el medio ambiente. Ese trabajo forestal, como le gusta denominarlo a Antonio, lo llevó a recorrer gran parte del territorio nacional.
Fue así que se encontró con otro gran problema, más actual, que tiene que ver con los costos de energía y la disponibilidad de agua para producir, ya que nunca dejó de cultivar unas pocas hectáreas pegadas a su casa. Fue así que otro impulso innovador lo llevó a pensar en los paneles solares como forma de abastecer de energía limpia a las bombas que inevitablemente tienen que extraer agua de las profundidades, y hoy tiene montada una empresa junto a sus hijos que se dedica a la instalación completa de estos parques para establecimientos agropecuarios mayormente.
La empresa montada hoy en día tiene el nombre de Lumager, y fue su propia finca la que usó de experimento. Trajo los primeros paneles de China, los instaló, los usó para regar sus olivos, y de esa forma varios vecinos lo empezaron a copiar en este tipo de tecnologías para abaratar los costos de producción.
Todo este periplo, hace emocionar a Costa, un rudo hombre de campo, que a este medio explica: “En la finca hacemos olivos como base. También algo de melones y sandías que se venden en camiones en Buenos Aires y Rosario, y otras cositas para no perder la costumbre, porque lo llevamos en la sangre”.
Costa explica además ese momento clave en que el ajo era casi todo, y de golpe ya no era nada: “Hacíamos mucho ajo y mucha cebolla para exportación para Brasil y para Francia. Las circunstancia que ha vivido la Argentina en todos estos años, no hemos sido ajenos nosotros, y participamos de la pérdida de empresas y demás. En un momento dado la cosa se puso fea y dejamos de exportar, dejamos de producir”, cuenta el experimentado agricultor.
No sin emocionarse, explica ante el micrófono de Bichos de Campo: “No éramos competitivos, entraba mucho ajo de la China muy barato, sin pagar dumping ni nada a Brasil. Entonces, tuvimos muchos años de malos precios, dólares baratos, y no cubríamos los costos. Y así, de esa manera, desaparecimos 25 galpones que procesábamos ajo acá en San Juan. Se hacía todo el proceso. Ese golpe llevó a perder nueve mil puestos de trabajo en la provincia, solamente en ajo. Luego, si se le agrega todo lo que era uva exportación, ciruelas y frutas, éramos muchos más. Entonces, ahí me reconvertí y empecé a ver qué podía hacer”.
Eso que podía hacer Antonio, era la de ofrecer sus servicios para afuera, terceros, que lo contrataban para las tareas agrícolas. Y ahí vio que los restos de la poda, los podía triturar y usar como abono.
“Empecé a ver qué podíamos hacer de distinto. Algo que no se hiciera acá en San Juan. Empezamos a ver el tema de la trituración de los restos de poda, de olivos y de frutales, para evitar la quema y tratar de colaborar con el medio ambiente”, narra.
Varios años después, los parques solares funcionan como otro de los servicios que Antonio está acostumbrado a ofrecer a sus vecinos y colegas agricultores: “La verdad que no me imaginaba nunca a esto, luego de lo que pasó con el ajo. Se fueron dando las circunstancias. La vida por ahí nos ha golpeado mucho, pero he tenido la capacidad de reconvertirme, y de buscar nuevas alternativas y no aflojarle nunca. Y ahí vamos, poniéndole el pecho y vamos creciendo, y disfrutando sobre todo del trabajo”, dice Costa.
Mirá la entrevista completa con Antonio Costa:
Los paneles solares, según cuenta el hoy olivicultor, entraron a tallar en su vida en el 2014, cuando se promulgó la Ley de Fomento a las energías renovables. “Empezamos a ver con buenos ojos la posibilidad de reconvertirnos, de hacer algo distinto. Siempre me gustó hacer cosas distintas, y bueno, con mis hijos y dos ingenieros más, nos pusimos a charlar del tema, hasta que decidimos empezar a trabajar juntos en las energías renovables. Veíamos que no era fácil, pero no imposible. Entonces, arrancamos hace cinco años ya a trabajar de lleno en energía renovable”, explica.
– Vos acá en el campo tenés un parque de paneles. ¿Qué uso le das? ¿Cuál es la idea? ¿Por qué crees que está bueno tener estos equipos en un campo?
– Cuando nosotros arrancamos hace 5 o 6 años atrás, competíamos con una energía barata y con la energía solar cara. Hoy la energía está cara y puede llegar a estarlo más, y la energía solar día a día va bajando el precio. Se le acerca más al productor y se le hace más fácil hacer una inversión, y que esa inversión se ve reflejada en ahorro en pesos y en emisiones de dióxido de carbono. Luego está la comodidad y la ventaja, porque la energía solar te permite a vos mantener siempre la misma frecuencia, la misma potencia, cosa que por ahí hay golpes de energía en alta o en baja que te pueden quemar una bomba, te la pueden dañar, y esto te mantiene permanente la misma frecuencia y la misma potencia.
– La energía solar, los paneles, el campo, la producción, son parte de tu historia también, el ADN de estos servicios que hacés…
– Sí, sí, hoy día la energía solar ya se está incorporando al sector productivo. En la zona ya hay muchos parques, la gente se está concientizando de eso, y estamos apuntando a eso, a brindarles soluciones a nuestros clientes.
Que hermoso leer que todo lo malo que te puede pasar ; lo podes reconvertir en bueno; y este es un ejemplo de resilencia y de amor al campo de no dejarse vencer; mi admiración Señor Antonio; de corazón; porque amo el campo, y mentes que buscan salir del nudo, es lo que se necesita en este País que lo atrasaron tantos años de malas
Alguien me sabría decir que pasó con la sucesión de Piste…ya que no se dice nada en ningún lado…los supuestos dueño estarán embarrando el camino…les dejo tarea para la casa