Frente a la evidencia de que faltaría semillas de algodón para encarar la siembra prevista para la campaña 2019/20, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) decidió flexibilizar el sistema de control que había implementado en las plantas deslintadoras para detectar semilla ilegal y en especial quitar del mercado una variedad transgénica que nunca terminó de ser autorizada y que, a pesar de ello, ocupa buena parte de la superficie sembrada.
La preocupación de los productores de Santiago del Estero, Chaco y el norte de Santa Fe había sido anticipado en los últimos días por Bichos de Campo. Casi en simultáneo, el 6 de septiembre, el INASE firmaba la Resolución 76/2019, que salió publicada este martes en el Boletín Ofcial y ya tiene vigencia. En ella se estableció que para la campaña 2019/20 se autorizará “la comercialización de semilla de algodón en Clase Identificada con nominación de la variedad”. Es decir, ya no se exigirá a los productores adquirir semilla certificada.
El INASE justificó su decisión en dos razones. Por un lado, argumentó que de acuerdo a sus registros la oferta actual “no sería suficiente para abastecer el mercado local de semillas de algodón en clase fiscalizada”. Esta oferta de semilla certificada proviene de un único semillero, Gensus, ubicado en el Chaco. Esta empresa antes pertenecía a Monsanto y se denominaba Genética Mandiyú, pero fue vendida a un grupo de inversores locales.
El otro motivo de la flexibilización determinada es que “la superficie estimada de siembra de la especie algodón para la mencionada campaña se calcula superior a la 2018/19”.
La flexibilización de los controles, una posibilidad que había sido negada hasta hace pocos días por las autoridades de ese organismo, “se implementará de acuerdo a ciertas condiciones que garanticen el origen y calidad de la semilla disponible para el agricultor, atento a lo que el organismo considera adecuado a tal fin”, se aclaró.
En ese sentido, se dispuso que “solo podrán identificar semilla de algodón” las empresas reconocidas por el INASE, que deberán solicitar autorización previa del organismo y declarar el volumen máximo a identificar, También deberán declarar el origen de la semilla que intenta volcarse al mercado.
Juan Pablo Karnatz, dirigente de CRA en Santiago del Estero, contó que cuando muchos productores recurren a las deslintadoras para obtener sus propias semillas se topan con que sus granos pertenecer a variedades transgéncias prohibidas que el INASE comenzó a detectar recién a partir de octubre de 2018 y que ahora persigue con severos controles. “Se habla de un porcentaje de 30% de semilla certificada que, de repente, el productor se encuentra que está contaminada con otras variedades que no son certificadas y que tienen algún gen que no debería estar. El problema es que una semilla (prohibida) te hace rechazar todo el camión, porque la tolerancia es cero. Entonces los volúmenes de semilla que debería tener disponible el productor no están”, denunció el dirigente rural.
La ofensiva oficial sobre el mercado se lanzó luego de que en octubre de 2018 se hallara mucha presencia en los campos de un algodón transgénico desarrollado por Monsanto que nunca había sido liberado para la siembra en el país. Se trata del MON-15985-7, que ofrece resistencia a glifosato y a lepidópteros. El evento había pasado por los sistemas de aprobación oficial, pero Monsanto desistió finalmente de pedir su aprobación comercial.