Por Matías Longoni.-
El Instituto de Suelos del Inta acaba de presentar el libro “Estimación de la pérdida de suelo por erosión hídrica en la República Argentina”. Contiene la primera investigación realizada a escala nacional en los últimos 30 años sobre ese recurso y allí se mide además el impacto de la erosión hídrica, como se conoce al efecto del agua llevándose cientos de millones de partículas de suelo.
El Inta presentó la información con un título económico: “En la Argentina, se pierden US$ 30 millones al año por erosión hídrica”. Nos pareció poco y no nos conmueve.
En su comunicado, el Inta ensayó otra fórmula a ver si reaccionábamos: “Esta pérdida, calculada para soja, maíz y trigo, es acumulativa y por lo tanto ascendería a US$ 1.645 millones en una década”. Sigue sin movernos una fibra. La plata va y viene, decía nuestra abuela.
Pero seguimos leyendo. “Según este estudio científico, alrededor del 26% del territorio argentino, equivalente a 72 millones de hectáreas, presenta niveles de erosión hídrica que superan las tasas tolerables, es decir que afectan la salud de los ecosistemas”. ¡Epa! Ahora sí que va queriendo. 72 millones de hectáreas es el doble de la superficie agrícola. Es la cantidad de suelo que se va degradando.
La gacetilla oficial comienza a darnos toques de alerta, llamados de atención que van más allá de una mera cuestión económica. Por ejemplo, apunta que vivimos “un agravamiento del problema”, porque en el último estudio, realizado en 1988 (las tres décadas mencionadas) la superficie afectada por la erosión hídrica se había estimado en 25 millones de hectáreas. Es decir “47 millones de hectáreas menos respecto de la actualidad”.
Una lectura a fondo del informe sobre las consecuencias de los daños erosivos que provoca el agua circulando sobre los suelos nos permite acumular datos y más datos que, ahora sí, nos dejan sorprendidos:
- La tasa media de erosión actual de los suelos, que considera todo el territorio nacional, equivale a 6 toneladas por hectárea al año. Esto representa aproximadamente una capa de 0,5 milímetros de espesor que se pierden al año. De allí el título que pusimos nosotros a esta nota: nos estamos hundiendo medio milímetro por año. Obvio que es un promedio.
- De todos modos, existen fuertes diferencias entre regiones. Por suerte cerca del 60% del país presenta bajas tasas de erosión, menores a 2 toneladas por hectárea por año, sobre todo en regiones con alta cobertura vegetal de pastizales naturales, bosques y selvas.
- En consecuencia, el problema más grave estaría acotado a ciertas zonas. El prestigioso Instituto de Suelos calculó que alrededor de un 12 % del territorio presenta tasas de erosión mayores a 10 toneladas por hectárea por año, principalmente en las regiones áridas y semiáridas con fuertes pendientes y baja cobertura vegetal.
- Según el trabajo, que demandó dos años de investigación, la tasa media de erosión hídrica en el área de cultivos agrícolas equivale a 3,91 toneladas por hectárea por año. Como se toma de referencia una densidad aparente media de 1,2 toneladas por metro cúbico para toda el área agrícola pampeana, esta tasa se correspondería con la pérdida de una capa de 0,33 milímetros de suelo por año.
- Las provincias con mayor tasa de erosión hídrica son Neuquén, Misiones y Santa Cruz. En el caso de Neuquén, la tasa media es de 22,8 toneladas por hectárea por año y constituye, aproximadamente, la pérdida de una capa de 2 milímetros de suelo por año.
- En Neuquén, que es la capital nacional de la erosión hídrica, las mayores tasas de erosión ocurren en el norte de la provincia donde, simultáneamente, se registran fuertes pendientes, precipitaciones de moderadas a altas y una fuerte degradación de la cobertura vegetal, principalmente debido al sobrepastoreo.
- Las provincias con menores tasas de erosión hídrica son La Pampa, Formosa y Santiago del Estero. Sin mucha lluvia y planitas.
Ahora sí seguimos leyendo la gacetilla del Inta dándole la importancia que tiene el asunto.
La consecuencia inmediata de la erosión del suelo “es una disminución de la productividad agrícola, debido a la pérdida de nutrientes, a su deterioro físico y a la pérdida de profundidad”, según indicó Juan Gaitán, especialista del Instituto de Suelos del Inta y uno de los autores del trabajo, quien puntualizó: “En casos extremos, puede implicar la pérdida total del suelo”.
La expansión de la frontera agropecuaria, sobre todo en la región subhúmeda Pampeana y Chaqueña, mediante la incorporación de tierras al cultivo intensivo de granos –especialmente de soja– a expensas de tierras ocupadas por bosque natural sometidas a desmonte y sobrepastoreo en las regiones áridas y semiáridas, “produjo una disminución de la cobertura vegetal y es una de las principales causas que provocaron un aumento de la erosión hídrica en las últimas décadas en el país”, explicó Gaitán.
Según María Fabiana Navarro, especialista de la misma unidad del Inta y coautora, “es muy difícil establecer los costos ambientales” de este proceso. Por ejemplo, en el proceso de erosión, cuando el agua se lleva partículas del suelo, también se lleva partículas de contaminantes asociadas que, al llegar a los cursos de los ríos, contaminan los cuerpos de agua.
La conclusión del informe del Inta es que los nuevos mapas de la erosión publicados en el libro “podrían contribuir a generar políticas públicas basadas en la implementación de buenas prácticas agrícolas tendientes al ordenamiento y al manejo sustentable de los suelos, principalmente a partir del conocimiento de la ubicación de las áreas críticas y de los riesgos de degradación por erosión”.
Ojalá sea así, nos quedamos pensando. Pero mientras tanto nos vamos hundiendo. Poquito, pero nos vamos hundiendo…