El Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) se metió en una encerrona de la que no logra salir: desde hace largo tiempo pretende hacer cumplir a rajatabla el protocolo de exportación de Cuota Hilton a la Unión Europea, cuando todo el mundo sabe que es imposible, pues ya casi no quedan en la Argentina novillos engordados exclusivamente a pasto, como exige la letra fría de la norma. Entonces, de tanto chocarse la cabeza contra la pared, sus funcionarios sufren ataques de nervios peligrosos y hasta autoritarios.
“El tiempo de las palabras se está terminando, y va a llegar el de los sumarios administrativos por incumplimiento de sus deberes. Aprovechen las últimas oportunidades antes de que sea tarde y empiecen los lamentos”, escribió en tono claramente de amenaza el supervisor técnico de la Regional Buenos Aires Sur del Senasa, Marcelo De Olavarrieta, en un memo interno dirigido a un grupo de veterinarios que trabajan para el organismo en esta importante zona ganadera.
El documento, al cual accedió Bichos de Campo, no tiene desperdicio, pues pone de manifiesto -más allá de los protagonistas de esta historia- la fuerte presión que está bajando desde la conducción del servicio sanitario federal para que se suspendan campos ganaderos del Registro oficial del Senasa de proveedores de hacienda para la Unión Europea.
“Analizando como están trabajando los veterinarios locales de las citadas oficinas se desprende que es muy pobre su labor y muy bajo en nivel de compromiso demostrado para con su labor en SENASA. Parece que más para quién les paga el sueldo, trabajan para los productores, a quienes deben controlar”, los reta el supervisor De Olavarrieta a los veterinarios de campo del Senasa en el memo que lleva fecha del 4 de junio.
Acusa a sus subordinados el supervisor regional del Senasa: “No solamente que inscribieron campos sin realizar ninguna verificación sino que permiten que sigan inscriptos quienes tienen feedlot, y no controlan nada, porque ni siquiera son capaces de pedir las carpetas de archivo de documentación, libros de registro de tratamientos, etc. Y menos de controlar lo que establece la Resolución. Claramente, ustedes más que poder brindar una solución, son PARTE DEL PROBLEMA, porque actuaron irresponsablemente durante años, y lo siguen haciendo hasta ahora”.
Los veterinarios acusados deben estar mirando a De Olavarrieta con cierto perplejidad, pues se los amenaza a ellos de no hacer cumplir con algo que casi todo el mundo -salvo los jerarcas del Senasa- sabe es incumplible. En todo caso, el episodio denota el grado de nerviosismo que se apoderó de la conducción de Senasa frente a un embrollo creado por ellos mismos. Recordemos:
El 27 de noviembre de 2019, pocos días antes del cambio de mando en el gobierno nacional, el ex titular del Senasa, Ricardo “Ricky” Negri, firmó la Resolución 1578/2019, donde reclamaba una reinscripción obligatoria de todos los campos proveedores de hacienda para la Unión Europea que cumplieran con el Biotipo Hilton: esa definición está vigente desde el 1 de enero de 2006 y establece que se consideran aptos para ese cupo arancelario aquellos “cortes seleccionados procedentes de novillos, novillitos o vaquillonas criados exclusivamente a pasto desde su destete”.
En el mundo ganadero se sabe que es muy difícil -o mejor dicho, casi imposible- encontrar animales engordados en los pesos requeridos para la Hilton exclusivamente a pasto, pues diferentes tipo de suplementación se han ido sumando a la dieta más tradicional de los bovinos: a veces se terminan con granos en un feedlot o directamente a campo, como modo de acelerar los procesos.
Por eso, desde mucho antes de que Senasa dictara esta norma, la cadena de ganados y carnes estaba reclamando a las autoridades una discusión franca con la UE, de modo de actualizar esa casi arcaica definición. Otros países proveedores de Cuota Hilton lo han hecho, sin mayores objeciones de parte de los importadores.
El asunto sin resolver es tan viejo que incluso en mayo de 2019 Bichos de Campo publicó las quejas de un ganadero que había intimado a las autoridades del Ministerio de Agricultura a definirse. Carlos Barrios Barón, de él se trataba, explicaba que entonces ya nadie cumplía con el protocolo Hilton y que “el Gobierno mira para otro lado y mantiene una resolución no escrita de no controlar, en lugar de apurar el cambio de protocolo de la cuota, sobre el cual no tendrían inconvenientes los importadores europeos, debido a que, por ejemplo, también los australianos terminan los animales en corrales. Y así mantenemos una mentira de gusto”.
Lejos de promover esa negociación y sincerar las cosas, las nuevas autoridades del Senasa -a cargo de Carlos Paz y Carlos Milicevic- han estado pateando el problema para adelante, prorrogando sucesivas veces los plazos de reinscripción fijados por Negri hace ya más de un año y medio. La última vez, por Resolución 72/2021 se llevó ese plazo hasta el próximo 30 de junio de 2021.
La cercanía del vencimiento parece justificar el ataque de nervios que se apoderó del coordinador regional. Pero nada justifica las amenazas hacia sus subalternos. Especialmente porque el problema ha sido generado por la propia incapacidad del Senasa de establecer un marco adecuado.
Por razones que se desconocen, en vez de ocuparse de la situación de fondo, el organismo más bien viene ordenando “razias” entre los cada vez menos proveedores de hacienda para Hilton que siguen inscriptos. En esos operativos, los funcionarios proceden a dar de baja los Renspa (registros sanitarios) de productores, dejándolos afuera de la posibilidad de ese canal de mercado. Más clausuras es lo que le reclama ahora, de modo violento, el supervisor regional a sus veterinarios subordinados.
La Argentina está por incumplir por segundo año consecutivo con el envío de las 29.500 toneladas de Cuota Hilton establecidas para el año comercial 2020/21, que concluye a fines de junio. Quedarían unas 3.500 toneladas sin embarcar y se perderán los beneficios de ingresar al viejo continente con aranceles más bajos. Muchos atribuyen las razones justamente a la escasez de novillos para la faena que respondan al peso requerido por ese mercado, más allá de su modo de alimentación.
Si esta persecución alocada de Senasa a los ganaderos que suplementan con granos sus animales continúa, la falta de novillos pesados se agravaría más todavía.
“Constituye una aberración salir a la caza de brujas de productores que no cumplen cuando el 99% está en infracción. Este desvío del protocolo es absolutamente general y por lo tanto el sentido común indicaría que requiere un abordaje integral”, indicó un especialista, que se mostró indignado con los ‘modales stalinistas’ de algunos funcionarios del Senasa que tratan a los productores ganaderos como si fueran criminales… sencillamente porque es antieconómico terminar sus novillos reteniéndolos mucho tiempo en el campo para que coman pasto.
De De Olavarrieta, el supervisor que ahora sufrió este ataque de nervios, cuentan sus compañeros del Senasa que recorriendo una ruta cualquiera detectó un campo que tenía los clásicos comederos para engordar sus bovinos y que, ahí nomás, decidió darle de baja el Renspa a ese productor, que ya tenía los animales listos como proveedor de Hilton, en un kilaje excesivo para ser vendidos en el mercado interno. “El resultado fue que perdió 500 mil pesos por jaula, y solo por tener el campo a la vista”, dijeron las fuentes.
Bichos de Campo ha mencionado otros casos, pero la persistencia de la línea policíaca en el Senasa parece confirmar que en ese organismo prefieren seguir dándose de cabeza contra las paredes del laberinto que ellos mismos construyeron.